Airgid Vanaidiam
Metalhead
20-11-2024, 03:43 AM
Airgid podía escuchar todo el revuelo que se estaba ocasionando en cubierta, muriéndose de ganas por saber qué era lo que ocurría. La mujer resultaba ser tremendamente curiosa por naturaleza, y el hecho de que todos se hubieran reunido allí, solo le generaba más expectación. Pero se encontraba demasiado mal, de momento al menos. Joder, que coraje tan grande, encontrarse así en ese instante después de estar todo el día más o menos bien.
Escuchó incluso la voz de Ragnheidr llamándola. — ¡Ya v-! — No fue capaz de terminar la frase. Un impulso la obligó a reclinar de nuevo la cabeza al váter, y ahora sí, vomitar una buena parte de su última comida. Aquello, de nuevo, era terriblemente extraño. Pocas eran las veces que Airgid había sufrido una indigestión de tal calibre, ni siquiera cuando se emborrachaba mucho le daba por vomitar. Uf, que sensación tan horrible. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo mientras descansaba, haciéndose un buen moño en la cabeza. Al cabo de unos minutos, parecía encontrarse mejor, así que se lavó bien la cara -y la boca- y salió del baño como una bala.
A pesar de tener todo el cuerpo revuelto y extraño, seguía siendo una masa de nervios y de emoción, así que trató de mantenerse positiva e ignorar un poco el malestar que sentía. — ¿¡Qué pasa!? — Preguntó nada más llegar a la cubierta del barco. Vio que Umi y Asradi se encontraban en el agua, pero lo hacían tan a menudo que no sabía si era por pura costumbre o porque estaban tratando de averigüar lo que había chocado contra el barco. Observó a Ubben, notando fácilmente la tensión de su postura corporal. Ragnheidr a su lado parecía la otra cara de la moneda, risueño, tranquilo, incluso animado.
— ¿Sabéis qué ha sido eso? — Se acercó instintivamente al vikingo, y es que se encontraba tan mal que el cuerpo le pedía encontrar refugio en su enorme y protectora figura. Al parecer habían sido... ¿peces? Qué raro. Pero lo más extraño es que el rubio parecía haber visto algo en la lejanía, aunque no pudo discernir del todo de qué se trataba. La verdad es que todo olía a problemas. Viendo cómo Ragn comenzó a levitar gracias a su gas, la rubia hizo lo propio, atrayendo hacia sí misma una buena cantidad de metal que había reunido y que guardaba estratégicamente en el interior de La Alborada. Usó un poco de ese metal para formar una plancha en la que poder sentarse, mientras mantenía el resto levitando a su alrededor. En estas que también aprovechó para tomar un par de latitas de refresco. Quizás la ayudaban a encontrarse mejor, quién sabe, su relación con las bebidas gaseosas era desde luego especial. — ¿Vamos entonces? — Gracias al propio poder de su magnetismo, podía hacer volar aquella tabla de metal mientras ella misma se encontraba encima. Una manera bastante útil de moverse sin mucho esfuerzo, la verdad.
Escuchó incluso la voz de Ragnheidr llamándola. — ¡Ya v-! — No fue capaz de terminar la frase. Un impulso la obligó a reclinar de nuevo la cabeza al váter, y ahora sí, vomitar una buena parte de su última comida. Aquello, de nuevo, era terriblemente extraño. Pocas eran las veces que Airgid había sufrido una indigestión de tal calibre, ni siquiera cuando se emborrachaba mucho le daba por vomitar. Uf, que sensación tan horrible. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo mientras descansaba, haciéndose un buen moño en la cabeza. Al cabo de unos minutos, parecía encontrarse mejor, así que se lavó bien la cara -y la boca- y salió del baño como una bala.
A pesar de tener todo el cuerpo revuelto y extraño, seguía siendo una masa de nervios y de emoción, así que trató de mantenerse positiva e ignorar un poco el malestar que sentía. — ¿¡Qué pasa!? — Preguntó nada más llegar a la cubierta del barco. Vio que Umi y Asradi se encontraban en el agua, pero lo hacían tan a menudo que no sabía si era por pura costumbre o porque estaban tratando de averigüar lo que había chocado contra el barco. Observó a Ubben, notando fácilmente la tensión de su postura corporal. Ragnheidr a su lado parecía la otra cara de la moneda, risueño, tranquilo, incluso animado.
— ¿Sabéis qué ha sido eso? — Se acercó instintivamente al vikingo, y es que se encontraba tan mal que el cuerpo le pedía encontrar refugio en su enorme y protectora figura. Al parecer habían sido... ¿peces? Qué raro. Pero lo más extraño es que el rubio parecía haber visto algo en la lejanía, aunque no pudo discernir del todo de qué se trataba. La verdad es que todo olía a problemas. Viendo cómo Ragn comenzó a levitar gracias a su gas, la rubia hizo lo propio, atrayendo hacia sí misma una buena cantidad de metal que había reunido y que guardaba estratégicamente en el interior de La Alborada. Usó un poco de ese metal para formar una plancha en la que poder sentarse, mientras mantenía el resto levitando a su alrededor. En estas que también aprovechó para tomar un par de latitas de refresco. Quizás la ayudaban a encontrarse mejor, quién sabe, su relación con las bebidas gaseosas era desde luego especial. — ¿Vamos entonces? — Gracias al propio poder de su magnetismo, podía hacer volar aquella tabla de metal mientras ella misma se encontraba encima. Una manera bastante útil de moverse sin mucho esfuerzo, la verdad.