
Diana Kari
Wild Huntress
20-11-2024, 06:58 AM
Una pregunta bastante sencilla con una respuesta que lo era aún más. –Yo comencé cazando animales pequeños y eventualmente fui pasando a presas más grandes. Llegó el punto en donde mi afición necesitaba volverse rentable así que comencé a cazar a los malhechores locales para obtener una recompensa monetaria.- contesté a la pregunta del viejo cazarrecompensas sobre el porqué nos habíamos unido a esta línea de trabajo. A decir verdad consideraba que esa era una de las preguntas más innecesarias que se podían hacer en una conversación, ¿cuánta gente que no tuviera dinero a montones trabajaba por otra razón que no fuera el dinero?
Al parecer Hammond tenía demasiado en claro que la edad ya le estaba pasando factura entonces no tardó mucho en pasarnos la batuta y darnos los carteles de recompensa de la gente a la que estaba cazando. El primero era de un hombre de apariencia ruda que al parecer era acusado de asaltar algunos navíos de la marina que transportaban artefactos arqueológicos, saqueos en ruinas protegidas por la marina y al parecer también era bastante escurridizo pues ya había evitado su arresto anteriormente. La marina ofrecía tres cuartos de millón de berries aunque pedían que se entregara con vida sí o sí, un gran aumento de dificultad pues el encargarte de no dar un mal golpe o de transportar a alguien con vida a la base de la marina suponía una tarea que fácilmente valdrían unos cientos de miles de berries.
El segundo objetivo era quien se le había escapado de las manos a Hammond, siendo también el que menos recompensa ofrecía con seiscientos cincuenta miles de berries y sus crímenes eran casi un cliché; asesinato, extorsión y bla bla bla. Este parecía ser mucho más sanguinario y peligroso que el primero, aunque por su apariencia no lo parecería. ~Tal vez sería bueno empezar con éste, nuestro primer paso debería superar el último de Hammond si queríamos lograr hacernos un renombre de esto.~ pensé grabándome en la mente la cara del criminal.
La última hoja pareció poner a dudar al experimentado cazador pues se trataba de una mujer muy joven que en el pasado había sido su aprendiz, pero había abandonado el camino del cazador por unirse a las filas de los revolucionarios; un grupo sobre el cuál aun no tenía una opinión concreta pues si bien había escuchado por ahí que el gobierno mundial era mucho peor de lo que parecía estábamos a punto de comenzar a vivir cobrando las recompensas que ellos ofrecían. Levanté una ceja cuando Hammond dijo que los crímenes de su ex alumna eran “supuestos”, era más que claro que su opinión estaba demasiado sesgada como para saber qué tipo de persona era mujer.
-Yo creo que las recompensas están bien, Yuya pues solo uno de los dos es requerido con vida.- le respondí ante el comentario sobre los artefactos que había robado Lazlo, el del primer cartel. Cuando escuché que Yuya no tenía intenciones de tomar el último cartel no pude evitar voltear a verlo fijamente no estaba molesta, decepcionada o algo por estilo, simplemente que yo no estaba de acuerdo. Ni siquiera era un tema monetario, pero tenía bien en claro que tenía que cazarla. Esperé a que Yuya y Hammond guardaran silencio, dejándoles explicar sus sentires y opiniones antes de abrir la boca nuevamente. –Creo que lo mejor sería ir primero por Kared a Cozia, si se le escapó a Hammond entonces será la prueba perfecta para nosotros. Después ir a Kilombo a por Lazlo, necesitaremos ir con más cuidado con ese para no matarlo por accidente, además de que tenemos que tener cuidado al transportarlo.- dije mientras me ponía de pie lentamente para, después de hablar, tomar el cartel de la ex alumna de Hammond. –Después de eso cazaré a Selena Vayle.- dije mientras lo doblaba un par de veces y lo escondía entre mis pechos y el top que los cubría haciendo un silencio de un segundo. –No tengo interés alguno en entregarla a las autoridades, pero aun así le daré cacería. Le haré algunas preguntas y si me bastan sus respuestas entonces la dejaré ir.- dije volteando a ver a los ojos de Hammond. –Yuya, sé que no tienes intenciones de ir por ella, así que no te lo pediré. Aun así quisiera que esperaras a que terminemos las dos primeras cazas para comunicarme tu decisión final, si no ha cambiado entonces habrá que separarnos por un par de semanas al menos.- le dije con total seriedad tanto en tono como en postura, algo que rara vez hacía, especialmente con él.
Al parecer Hammond tenía demasiado en claro que la edad ya le estaba pasando factura entonces no tardó mucho en pasarnos la batuta y darnos los carteles de recompensa de la gente a la que estaba cazando. El primero era de un hombre de apariencia ruda que al parecer era acusado de asaltar algunos navíos de la marina que transportaban artefactos arqueológicos, saqueos en ruinas protegidas por la marina y al parecer también era bastante escurridizo pues ya había evitado su arresto anteriormente. La marina ofrecía tres cuartos de millón de berries aunque pedían que se entregara con vida sí o sí, un gran aumento de dificultad pues el encargarte de no dar un mal golpe o de transportar a alguien con vida a la base de la marina suponía una tarea que fácilmente valdrían unos cientos de miles de berries.
El segundo objetivo era quien se le había escapado de las manos a Hammond, siendo también el que menos recompensa ofrecía con seiscientos cincuenta miles de berries y sus crímenes eran casi un cliché; asesinato, extorsión y bla bla bla. Este parecía ser mucho más sanguinario y peligroso que el primero, aunque por su apariencia no lo parecería. ~Tal vez sería bueno empezar con éste, nuestro primer paso debería superar el último de Hammond si queríamos lograr hacernos un renombre de esto.~ pensé grabándome en la mente la cara del criminal.
La última hoja pareció poner a dudar al experimentado cazador pues se trataba de una mujer muy joven que en el pasado había sido su aprendiz, pero había abandonado el camino del cazador por unirse a las filas de los revolucionarios; un grupo sobre el cuál aun no tenía una opinión concreta pues si bien había escuchado por ahí que el gobierno mundial era mucho peor de lo que parecía estábamos a punto de comenzar a vivir cobrando las recompensas que ellos ofrecían. Levanté una ceja cuando Hammond dijo que los crímenes de su ex alumna eran “supuestos”, era más que claro que su opinión estaba demasiado sesgada como para saber qué tipo de persona era mujer.
-Yo creo que las recompensas están bien, Yuya pues solo uno de los dos es requerido con vida.- le respondí ante el comentario sobre los artefactos que había robado Lazlo, el del primer cartel. Cuando escuché que Yuya no tenía intenciones de tomar el último cartel no pude evitar voltear a verlo fijamente no estaba molesta, decepcionada o algo por estilo, simplemente que yo no estaba de acuerdo. Ni siquiera era un tema monetario, pero tenía bien en claro que tenía que cazarla. Esperé a que Yuya y Hammond guardaran silencio, dejándoles explicar sus sentires y opiniones antes de abrir la boca nuevamente. –Creo que lo mejor sería ir primero por Kared a Cozia, si se le escapó a Hammond entonces será la prueba perfecta para nosotros. Después ir a Kilombo a por Lazlo, necesitaremos ir con más cuidado con ese para no matarlo por accidente, además de que tenemos que tener cuidado al transportarlo.- dije mientras me ponía de pie lentamente para, después de hablar, tomar el cartel de la ex alumna de Hammond. –Después de eso cazaré a Selena Vayle.- dije mientras lo doblaba un par de veces y lo escondía entre mis pechos y el top que los cubría haciendo un silencio de un segundo. –No tengo interés alguno en entregarla a las autoridades, pero aun así le daré cacería. Le haré algunas preguntas y si me bastan sus respuestas entonces la dejaré ir.- dije volteando a ver a los ojos de Hammond. –Yuya, sé que no tienes intenciones de ir por ella, así que no te lo pediré. Aun así quisiera que esperaras a que terminemos las dos primeras cazas para comunicarme tu decisión final, si no ha cambiado entonces habrá que separarnos por un par de semanas al menos.- le dije con total seriedad tanto en tono como en postura, algo que rara vez hacía, especialmente con él.