Irina Volkov
Witch Eye
Ayer, 09:11 AM
Irina ya estaba allí cuando Daryl llegó. Por supuesto. Siempre llegaba antes, y siempre, según su reloj interno, él lo hacía tarde. Apoyada contra una de las paredes cercanas al almacén, la figura de la agente destacaba incluso bajo la tenue luz de las lámparas del cuartel. Su cabello rosado intenso caía suelto, contrastando con el traje formal negro que vestía, ajustado y sin un solo pliegue fuera de lugar. La chaqueta corta y los pantalones de corte alto le daban un aire de profesionalismo que chocaba con la actitud de desdén que llevaba en la mirada. El frío no parecía afectarle en absoluto, mantenía una expresión impasible mientras sus brazos estaban cruzados sobre el pecho. Al escuchar los pasos pesados de Daryl aproximándose, se giró lentamente hacia él, levantando una ceja con una sonrisa sarcástica en los labios. —Diez minutos tarde. Debo de estar perdiendo la cuenta del tiempo porque juraría que te pedí que estuvieras aquí antes de las diez. — Bufó.
Sus ojos grises se clavaron en los de su compañero, aunque tenía que alzar bastante la mirada para hacerlo. Era una imagen curiosa, la de los dos juntos, el imponente gigantón y la mujer delgada y menuda en comparación, pero cuya presencia era tan afilada como un cuchillo. En contraste con Daryl, ella no llevaba armas visibles, tan solo unos guantes metálicos. No las necesitaba, o al menos, eso aseguraba con frecuencia. Sus habilidades solían bastar para resolver cualquier problema antes de que siquiera considerara sacar un arma. —Así que, la gran armería encantada, ¿eh? —Dijo finalmente, haciendo un gesto vago hacia el oscuro almacén frente a ellos.— Pensé que esta misión no podía ser más absurda, pero los marines siempre encuentran maneras de superarse. La incompetencia me da urticaria. — Se acercó a Daryl y comenzó a caminar al unísono con el. Había un claro sarcasmo en su voz, pero también una pizca de genuina curiosidad. Irina no creía en fantasmas ni en supersticiones, pero algo dentro de ella siempre disfrutaba desentrañar misterios, por ridículos que fueran.
—Yo creía que nos darían una misión de verdad. Pero juegan con nosotros. Yo no estoy para estas cosas, quizás tú si Daryl, pero yo no. — Le lanzó una mirada intensa, con aquellos ojos de pupilas infinitas que cambiaban de color según donde estuviera. Eran hipnotizantes. Era una burla ligera, la típica entre ellos, pero la pequeña sonrisa que dejó escapar al final suavizó el comentario. La relación entre Daryl e Irina era ... Especial, como para explicárselo largo y tendido a un psicólogo. Cuando estuvieron frente a la puerta, Irina se detuvo, colocando una mano sobre la fría superficie de metal. La examinó por un momento, y su expresión, aunque aún relajada, adoptó un toque más concentrado. —¿Crees que encontramos un montón de ratas o a un marine demasiado aburrido que decidió jugar a ser un espíritu vengativo? —Preguntó, echando una última mirada a Daryl antes de empujar la puerta con fuerza.
Sus ojos grises se clavaron en los de su compañero, aunque tenía que alzar bastante la mirada para hacerlo. Era una imagen curiosa, la de los dos juntos, el imponente gigantón y la mujer delgada y menuda en comparación, pero cuya presencia era tan afilada como un cuchillo. En contraste con Daryl, ella no llevaba armas visibles, tan solo unos guantes metálicos. No las necesitaba, o al menos, eso aseguraba con frecuencia. Sus habilidades solían bastar para resolver cualquier problema antes de que siquiera considerara sacar un arma. —Así que, la gran armería encantada, ¿eh? —Dijo finalmente, haciendo un gesto vago hacia el oscuro almacén frente a ellos.— Pensé que esta misión no podía ser más absurda, pero los marines siempre encuentran maneras de superarse. La incompetencia me da urticaria. — Se acercó a Daryl y comenzó a caminar al unísono con el. Había un claro sarcasmo en su voz, pero también una pizca de genuina curiosidad. Irina no creía en fantasmas ni en supersticiones, pero algo dentro de ella siempre disfrutaba desentrañar misterios, por ridículos que fueran.
—Yo creía que nos darían una misión de verdad. Pero juegan con nosotros. Yo no estoy para estas cosas, quizás tú si Daryl, pero yo no. — Le lanzó una mirada intensa, con aquellos ojos de pupilas infinitas que cambiaban de color según donde estuviera. Eran hipnotizantes. Era una burla ligera, la típica entre ellos, pero la pequeña sonrisa que dejó escapar al final suavizó el comentario. La relación entre Daryl e Irina era ... Especial, como para explicárselo largo y tendido a un psicólogo. Cuando estuvieron frente a la puerta, Irina se detuvo, colocando una mano sobre la fría superficie de metal. La examinó por un momento, y su expresión, aunque aún relajada, adoptó un toque más concentrado. —¿Crees que encontramos un montón de ratas o a un marine demasiado aburrido que decidió jugar a ser un espíritu vengativo? —Preguntó, echando una última mirada a Daryl antes de empujar la puerta con fuerza.