Ares Brotoloigos
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20-11-2024, 03:02 PM
Fue una mirada de reojo, mucho más inquisitiva, la que Ares le dedicó a Iris. Aunque tras su pregunta, el Diablos se encogió de hombros. A veces él mismo se hacía esa misma pregunta. ¿Cómo había terminado alguien como él en la Marina?
— No fue enteramente mi decisión. — Comentó al aire, mientras esperaban a que el dueño del local eligiese las prendas que le pareciesen más correctas. O menos llamativas, en este caso. Tampoco era para tanto. Era un uniforme oscuro y lo único que había que tapar era el logotipo dorado de la Marina. Y ni siquiera se parecía al clásico uniforme blanquiazul. — Inicialmente mi camino iba a ser el Cipher Pol. Pero mis superiores decidieron que estaría mejor en la Marina.
Más disciplinado, o eso era lo que creían. A decir verdad, a Ares le daba igual estar en un lado que en el otro mientas pudiese saciar sus ansias cuando era necesario. No iba a atacar a civiles inocentes, hasta ahí tenía también su punto de moral. Pero si se trataba de piratas o maleantes, entonces no iba a contenerse ni un ápice. Al fin y al cabo, hay plagas que hay que eliminar. Y si nadie más se atrevía a hacer el trabajo sucio, él tomaría ese relevo con mucho gusto.
Asintió a Iris cuando ésta le dijo que le esperaba fuera. Y él mismo tampoco perdió tiempo.
Tomó las prendas que consideró cómodas y de su talla y fue a cambiarse. Mientras, pensaba en lo sucedido. Esa muchacha le llamaba la atención. Era bastante obvio que ocultaba algo, pero no lograba discernir el qué. Así que lo mejor era seguirla de cerca, no quitarle el ojo de encima y tratar de averiguar cuales eran sus verdaderas intenciones.
Porque una mujer respetable no se metía en los bajos fondos así tan gratuitamente. Y se veía que Iris era de armas tomar. Tenía que serlo, para aguantar a alguien como Angelo.
Tras unos cinco minutos después, Ares salió de la tienda para reencontrarse con la fémina. Estaba ataviado con ropas oscuras, sí. Pero estas consistían en algo mucho más sencillo. Un simple pantalón cómodo y una camiseta y chaqueta por encima, que resaltaban su físico y, sobre todo, la blancura de sus escama, a excepción de donde tenía una tonalidad un poco más rojiza en la zona del cuello.
— ¿Y bien? — Le preguntó directamente, moviendo la cola con sutileza, antes de que se mantuviese de nuevo en reposo. — ¿Cuál es el siguiente paso? Supongo que sacar información de algún lado.
Y, en lugares como ese, la información se solía sacar a golpes.
— Hay varios baretos de mala muerte por la zona. Y en algunos almacenes hay peleas clandestinas o trapicheos de drogas. — Comenzó a decir en lo que abría, de nuevo, la caminata esta vez. — Te dejo elegir.
— No fue enteramente mi decisión. — Comentó al aire, mientras esperaban a que el dueño del local eligiese las prendas que le pareciesen más correctas. O menos llamativas, en este caso. Tampoco era para tanto. Era un uniforme oscuro y lo único que había que tapar era el logotipo dorado de la Marina. Y ni siquiera se parecía al clásico uniforme blanquiazul. — Inicialmente mi camino iba a ser el Cipher Pol. Pero mis superiores decidieron que estaría mejor en la Marina.
Más disciplinado, o eso era lo que creían. A decir verdad, a Ares le daba igual estar en un lado que en el otro mientas pudiese saciar sus ansias cuando era necesario. No iba a atacar a civiles inocentes, hasta ahí tenía también su punto de moral. Pero si se trataba de piratas o maleantes, entonces no iba a contenerse ni un ápice. Al fin y al cabo, hay plagas que hay que eliminar. Y si nadie más se atrevía a hacer el trabajo sucio, él tomaría ese relevo con mucho gusto.
Asintió a Iris cuando ésta le dijo que le esperaba fuera. Y él mismo tampoco perdió tiempo.
Tomó las prendas que consideró cómodas y de su talla y fue a cambiarse. Mientras, pensaba en lo sucedido. Esa muchacha le llamaba la atención. Era bastante obvio que ocultaba algo, pero no lograba discernir el qué. Así que lo mejor era seguirla de cerca, no quitarle el ojo de encima y tratar de averiguar cuales eran sus verdaderas intenciones.
Porque una mujer respetable no se metía en los bajos fondos así tan gratuitamente. Y se veía que Iris era de armas tomar. Tenía que serlo, para aguantar a alguien como Angelo.
Tras unos cinco minutos después, Ares salió de la tienda para reencontrarse con la fémina. Estaba ataviado con ropas oscuras, sí. Pero estas consistían en algo mucho más sencillo. Un simple pantalón cómodo y una camiseta y chaqueta por encima, que resaltaban su físico y, sobre todo, la blancura de sus escama, a excepción de donde tenía una tonalidad un poco más rojiza en la zona del cuello.
— ¿Y bien? — Le preguntó directamente, moviendo la cola con sutileza, antes de que se mantuviese de nuevo en reposo. — ¿Cuál es el siguiente paso? Supongo que sacar información de algún lado.
Y, en lugares como ese, la información se solía sacar a golpes.
— Hay varios baretos de mala muerte por la zona. Y en algunos almacenes hay peleas clandestinas o trapicheos de drogas. — Comenzó a decir en lo que abría, de nuevo, la caminata esta vez. — Te dejo elegir.