Airgid Vanaidiam
Metalhead
Ayer, 05:28 PM
— ¿Vendéis... ya sabes...? — Airgid se aclaró la voz, extrañamente tímida, una actitud que no era demasiado común en la rubia. Bajó el tono antes de continuar hablando, tratando de explicarse a una mujer que no la entendía del todo. — Un... ¿test de esos? — No lo dijo claramente, pero con el gesto que hizo en la cara se podía dar a entender bastante bien a lo que se estaba refiriendo. La mujer dio una palmadita sobre el mostrador. — ¿Para saber si estás embarazada, cariño? Sí, claro que tenemos. ¿De qué tipo lo quieres? — La señora hablaba más alto de lo que Airgid habría preferido, la verdad. Todos los demás civiles que se encontraban en la tiendecilla se enteraron de lo que ella había intentado mantener como un secreto. Pero tenía un aire de señora maja y mayor, que le resultaba tan enternecedor, que Airgid era incapaz de enfadarse por algo así. — ¡El que sea! — Soltó la revolucionaria, un poco nerviosa. Era la primera vez que compraba una cosa así, nunca antes había tenido esa duda... de manera tan reiterante. Llevaba unos días sufriendo náuseas, además de perder el apetito por ciertos tipos de comida, y lo más esclarecedor de todo, es que aún no le había venido la amiguita roja. Y tooodo eso se juntaba con que llevaba días haciendo de todo con Ragnheidr. Pues la fórmula era sencilla, pero aún así, no se quedaría tranquila hasta comprobarlo. La mujer le cobró el susodicho test. — Tienes un baño ahí, cielo. — Parecía que la señora había pensado en todo, incorporando hasta un servicio en la tienda. — ¡Gracias! — Airgid tomó su test y salió pitando para meterse en el interior del cuarto de baño, aliviada ante un poco de intimidad. Tras su marcha, los clientes que lo habían escuchado todo, cuchichearon entre ellos lo que ahora sería la nueva comidilla. Y es que una de las Libertadoras de Oykot parecía estar embarazada.
Total, que con el corazón en un puño, Airgid procedió a hacerse el test. — Espere entre uno y cinco minutos... si ve dos líneas, significa que está embarazada. Madre mía. — Leyó de la cajita de las instrucciones mientras esperaba el tiempo que le había indicado. La espera más larga de su vida, quizás. Mientras esperaba, le resultaba imposible no pensar en lo que podría pasar en caso de que saliera positivo. Ella siempre había querido formar una familia, aunque temía que quizás fuera demasiado pronto. Y estaba segura de que Ragnheidr se trataba del hombre con quién quería tener hijos, ¿pero y él? ¿Cómo se lo tomaría? Se mordía la lengua con nerviosismo, más ansiosa que nunca, pero cuando vio el resultado del test, le dio tan fuerte que incluso se hizo sangre por primera vez. Efectivamente, estaba embarazada.
Se tomó unos minutos para echarse un poco de agua en la cara, limpiarse la sangre, tranquilizarse. Y es que por un lado se sentía... joder, contenta, increíblemente feliz. Pero por el otro, tremendamente inquieta. La sorpresa fue enorme cuando abrió la puerta del baño para salir y se encontró justo enfrente a la señora de la tienda y a los balleneros que se enteraron de la movida, con unas caras de emoción, con unas sonrisas gigantescas, blancas y brillantes como el sol. — ¿¡Y bien!? — Preguntaron, sin vergüenza alguna, ni siquiera tratando de disimular. Airgid quería que la tierra la tragase, pero a la vez se sentía... extrañamente halagada por que unos aparentes desconocidos se preocupasen por ella. Lo cierto es que en Oykot ya habían dejado de ser desconocidos hace un tiempo. Algunos los apreciaban más, otros menos, pero no pasaban desapercibidos desde luego. — Sí, o sea... lo estoy, estoy preñada. — Decirlo en voz alta sonaba completamente irreal, pero no pudo evitar sonreír ella también, sobre todo cuando entre varios la abrazaron. — ¡La Libertadora de Oykot va a tener un bebé! Ay, hija, no sabes cuánto me alegro, lo bonito que es traer una vida al mundo. — Casi se emocionó y todo la señora, empezando a lagrimear. Todos comenzaron a darle la enhorabuena, con una calidez que la aturdía ligeramente. — ¡Por favor que no salga de aquí aún! — Pidió Airgid, recomponiéndose un poco y librándose de los abrazos, había quedado con sus compañeros en la taberna de El Largo, y ya llegaba tarde. — Primero tengo que ver cómo se lo cuento a Ragn... — Ni siquiera estaba segura de que aquella ocasión fuese la ideal. — ¡Ánimo! ¡Suerte! ¡Le va a encantar, cariño! — Recibió los gritos de apoyo de sus nuevos super amigos, se despidió de ellos y salió pitando hacia la taberna, sintiéndose completamente como una mujer nueva, diferente.
El calor era insoportable en la calle, así que Airgid vestía con equipada con su mochila, una camiseta de tirantas blanca, shorts vaqueros, y un par de botas negras. Sí, un par de botas. Y es que aunque no fuera un implante del todo funcional, se había colocado una pata de metal rudimentaria. Era tosca, como caminar con un palo o una muleta, pero a la vez también era bonita y joder, así no tenía que ir dando saltitos. Además, le había tallado un bonito corazón metálico en donde estaría la rodilla, así que... qué más podía pedir. Finalmente pudo ver a Asradi en la puerta de la taberna junto a Ragnheidr. Les saludó con la mano mientras terminaba de llegar a ellos, preguntándose qué tipo de actuación sería la que estaban preparando en aquel lugar que había adoptado el mote de su fallecido amigo y compañero. Era curioso, una vida se iba, pero otra llegaba a ellos... quizás era el destino.
— ¡Perdón, llego un poco tarde! — Se disculpó al llegar junto a ellos. Se abalanzó sobre la sirena, dándole un enorme y poderoso abrazo. La verdad es que tras la noticia que le acababa de llegar, sentía un irrefrenable deseo por estrujarla. Pepe le ladró, juguetón como siempre, antes de darle un bocado a su pata de metal. Y por último saludó a Ragn, poniéndole la mano sobre el muslo. Quizás, si iban a tener una fiesta, no era tan mala la ocasión como para contárselo. En el fondo se moría de ganas por hacerlo ya, pero sintió que era mejor esperar a tener algo de intimidad, quizás. — Aunque aún faltan Umi y Ubben, y yo pensando que era la última. — Mencionó, mirando a su alrededor. Quizás les veía llegar por algún lado.