Atlas
Nowhere | Fénix
Ayer, 08:35 PM
Sí, Camille estaba disfrutando del momento como una niña pequeña. En mi interior, por otro lado, se mezclaban emociones. Por un lado, siempre estaba bien encontrar un desafío en el que medir las capacidades que de otro modo podrían quedar aletargadas de manera indefinida. Eso estaba muy bien, pero si dijese que no me inspiraba una pereza tremenda mentiría como un bellaco. Le debía un gran favor a Garnett y a la capitana Montpellier, el cual seguramente se traduciría en una deuda de gratitud eterna. Era perfectamente consciente de que lo que hacía allí era de las conductas más beneficiosas que llevaría a cabo en mi vida. Combatía junto a una amiga hombro con hombro. Todo eso, pero la cama era la cama. En lo más profundo sólo quería terminar cuanto antes y marcharme a dormir. Eso, curiosamente, era un aliciente tremendo para esforzarme al máximo en aquel enfrentamiento.
—Me parece bien —respondí a Camille—. Creo que lo más rápido es demoler los cimientos, ¿no?
Efectivamente, a por los cimientos fue. Como una avezada zapadora, Camille blandió su arma para obligar a nuestros oponentes a tener que defenderse de algún modo de ella y, cuando la intención de estos estaba completamente centrada en la maza, la lanzó por los aires para arrojarse sobre Tobías.
Frida y el corpulento marine estaban completamente centrados en la oni, así que aproveché para hacer mi movimiento. Lejos de lanzarme como un poseso hacia uno de ellos, prioricé mantener la superioridad que Camille había generado. En consecuencia, mi primer desplazamiento fue siguiendo la trayectoria del arma que mi compañera había arrojado. ¿Que para qué? Para devolvérsela, claro. Tenía la ventaja de la posición sobre Tobías. Si le daba su arma, en cierto modo pretendía aumentar las posibilidades de que mantuviese al grandullón inmovilizado.
Conseguí aferrarla antes incluso de que tocase el suelo. Frida se interponía entre Camille y yo, aunque de espaldas a mí y con su atención centrada en su compañero y la oni. La oportunidad era difícil de mejorar, puesto que iba a obligarla a tener que elegir entre que Camille recibiese su arma de vuelta y llevarse un buen correctivo.
—¡Camille! —exclamé intencionadamente después de lanzar la maza en dirección a la oni y asegurarme de que Frida estuviese en la trayectoria. Acto seguido, dio un violento salto hacia delante siguiendo el recorrido del arma.
Tenía que elegir, y lo hizo. Al verme detrás de la maza, con el arma cargada y dispuesto a propinarle un soberano golpe en el costado, Frida optó por hacerse a un lado y dejar la maza pasar para centrarse en mí. Empleó su codo para detener la trayectoria de mi golpe y, acto seguido, me lanzó una patada ascendente en dirección al mentón. La esquivé por milímetros, lo que me obligó a retroceder para, esta vez sí, llevarme un buen golpe en el abdomen.
—Creía que ibas a dar más de ti —dijo con sorna.
—He dado lo que quería a quien quería —respondí en tono burlón al tiempo que me ponía de nuevo en guardia y hacía una señal con la cabeza en dirección a Camille—. Podemos continuar.
Sin decir nada más, alcé de nuevo mi arma e intenté propinar el equivalente en madera a un tajo vertical que buscaba golpear su hombro derecho. No obstante, la mujer se separó algunos metros hacia atrás para evitar el impacto. Sin embargo, no calculó que había ido a parar peligrosamente cerca de Camille.
—Uno nunca sabe de dónde pueden venir los golpes, ¿no? —pregunté en un intento por distraerla y que no se diese cuenta de la posición que ocupaba. Al mismo tiempo, cargué de nuevo un golpe albergando la esperanza de que la oni hubiera reparado en la situación. Si detectaba alguna señal por su parte, continuaría con mi treta y fingiría prestarme a golpear a Frida para, en el último momento, dejar que fuese Camille quien lo hiciese y yo, aprovechando que Tobías también estaría enfrascado en reaccionar a las acometidas de mi compañera, alcanzarle en medio del pecho con un tajo descendente con mi arma. No se me ocurría mejor forma de poner a prueba su coordinación.
—Me parece bien —respondí a Camille—. Creo que lo más rápido es demoler los cimientos, ¿no?
Efectivamente, a por los cimientos fue. Como una avezada zapadora, Camille blandió su arma para obligar a nuestros oponentes a tener que defenderse de algún modo de ella y, cuando la intención de estos estaba completamente centrada en la maza, la lanzó por los aires para arrojarse sobre Tobías.
Frida y el corpulento marine estaban completamente centrados en la oni, así que aproveché para hacer mi movimiento. Lejos de lanzarme como un poseso hacia uno de ellos, prioricé mantener la superioridad que Camille había generado. En consecuencia, mi primer desplazamiento fue siguiendo la trayectoria del arma que mi compañera había arrojado. ¿Que para qué? Para devolvérsela, claro. Tenía la ventaja de la posición sobre Tobías. Si le daba su arma, en cierto modo pretendía aumentar las posibilidades de que mantuviese al grandullón inmovilizado.
Conseguí aferrarla antes incluso de que tocase el suelo. Frida se interponía entre Camille y yo, aunque de espaldas a mí y con su atención centrada en su compañero y la oni. La oportunidad era difícil de mejorar, puesto que iba a obligarla a tener que elegir entre que Camille recibiese su arma de vuelta y llevarse un buen correctivo.
—¡Camille! —exclamé intencionadamente después de lanzar la maza en dirección a la oni y asegurarme de que Frida estuviese en la trayectoria. Acto seguido, dio un violento salto hacia delante siguiendo el recorrido del arma.
Tenía que elegir, y lo hizo. Al verme detrás de la maza, con el arma cargada y dispuesto a propinarle un soberano golpe en el costado, Frida optó por hacerse a un lado y dejar la maza pasar para centrarse en mí. Empleó su codo para detener la trayectoria de mi golpe y, acto seguido, me lanzó una patada ascendente en dirección al mentón. La esquivé por milímetros, lo que me obligó a retroceder para, esta vez sí, llevarme un buen golpe en el abdomen.
—Creía que ibas a dar más de ti —dijo con sorna.
—He dado lo que quería a quien quería —respondí en tono burlón al tiempo que me ponía de nuevo en guardia y hacía una señal con la cabeza en dirección a Camille—. Podemos continuar.
Sin decir nada más, alcé de nuevo mi arma e intenté propinar el equivalente en madera a un tajo vertical que buscaba golpear su hombro derecho. No obstante, la mujer se separó algunos metros hacia atrás para evitar el impacto. Sin embargo, no calculó que había ido a parar peligrosamente cerca de Camille.
—Uno nunca sabe de dónde pueden venir los golpes, ¿no? —pregunté en un intento por distraerla y que no se diese cuenta de la posición que ocupaba. Al mismo tiempo, cargué de nuevo un golpe albergando la esperanza de que la oni hubiera reparado en la situación. Si detectaba alguna señal por su parte, continuaría con mi treta y fingiría prestarme a golpear a Frida para, en el último momento, dejar que fuese Camille quien lo hiciese y yo, aprovechando que Tobías también estaría enfrascado en reaccionar a las acometidas de mi compañera, alcanzarle en medio del pecho con un tajo descendente con mi arma. No se me ocurría mejor forma de poner a prueba su coordinación.