Iris
La bala blanca
Ayer, 09:38 PM
— La duda ofende Angelo, son muchos años de práctica.
Iris observó la carta, con cierta curiosidad, todo lo que había allí valía más de lo que ella o Angelo habrían juntar en su vida y, aunque si que supiera leer, no tenia ni puta idea de lo que significaban esos platos: "¿Deconstrucción de tortilla?" "¿Esferificaciones de caviar?" "¿Un puto secreto con Foie gras y reducción de Pedro Ximenez?" Dónde coño le había llevado Angelo. Menos mal que no pagaba ella.
—Muchas gracias, cielo— le contestó Iris mientras le cogía el pañuelo a la camarera.
Vio entonces como su maravilloso plan empezaba a hacer aguas, puesto que Angelo estaba Angeling y la camarera le miró con cara de espanto — normal— cuando este le pidió una botella de Ron. Y el cabrón se la bebería a morro, como si le conociera.
—A mi ponme una botella del mejor vino que tengas, porfavor— Una amable sonrisa se dibujó en la cara de la peliblanca— Y perdona a mi hermano... ha venido a animarme en cuanto se ha enterado de todo el Drama, es... el especialito de la familia. Pero hay que quererle.
Culminó aquella mentira con unas palmaditas en la mano de su amigo mientras pedía lo más caro de la carta para comer. La camarera asintió tomándoles nota para proceder a irse momentos después. Iris aprovechó esos segundos para mirar como el sol se escondía tras el mar, tiñiendo las nubes de escarlata. Notó como un nudo en la garganta se le formaba.
—Por fin somos libres, ¿Eh?— Apretó la mano del lunarian, la cual no había llegado a soltar en ningún momento— Nos ha costado lo suyo. Pero a partir de ahora... todo irá a mejor.
Una sonrisa se había dibujado en los labios de la chica, transmitiendo la paz interior que sentía en ese momento. Parpadeó varias veces para quitarse las lágrimas que habían empezado a formarse en sus ojos cuando la camarera trajo la bebida y unos minúsculos platillos, anda mira que bien, tenían tapillas y todo. Cogió la botella de vino y la alzó proponiéndole un Brindis a su amigo.
— Por lo que la vida nos depare. — Sonrió como nunca antes se había permitido hacerlo y le metió un buen trago a la botella, tragándose casi la mitad de un golpe. Se secó la comisura de los labios con el dorso de la mano y alcanzó a probar una de aquellas cosas raras que le habían traído. —Esto sabe a puta mierda.
Iris observó la carta, con cierta curiosidad, todo lo que había allí valía más de lo que ella o Angelo habrían juntar en su vida y, aunque si que supiera leer, no tenia ni puta idea de lo que significaban esos platos: "¿Deconstrucción de tortilla?" "¿Esferificaciones de caviar?" "¿Un puto secreto con Foie gras y reducción de Pedro Ximenez?" Dónde coño le había llevado Angelo. Menos mal que no pagaba ella.
—Muchas gracias, cielo— le contestó Iris mientras le cogía el pañuelo a la camarera.
Vio entonces como su maravilloso plan empezaba a hacer aguas, puesto que Angelo estaba Angeling y la camarera le miró con cara de espanto — normal— cuando este le pidió una botella de Ron. Y el cabrón se la bebería a morro, como si le conociera.
—A mi ponme una botella del mejor vino que tengas, porfavor— Una amable sonrisa se dibujó en la cara de la peliblanca— Y perdona a mi hermano... ha venido a animarme en cuanto se ha enterado de todo el Drama, es... el especialito de la familia. Pero hay que quererle.
Culminó aquella mentira con unas palmaditas en la mano de su amigo mientras pedía lo más caro de la carta para comer. La camarera asintió tomándoles nota para proceder a irse momentos después. Iris aprovechó esos segundos para mirar como el sol se escondía tras el mar, tiñiendo las nubes de escarlata. Notó como un nudo en la garganta se le formaba.
—Por fin somos libres, ¿Eh?— Apretó la mano del lunarian, la cual no había llegado a soltar en ningún momento— Nos ha costado lo suyo. Pero a partir de ahora... todo irá a mejor.
Una sonrisa se había dibujado en los labios de la chica, transmitiendo la paz interior que sentía en ese momento. Parpadeó varias veces para quitarse las lágrimas que habían empezado a formarse en sus ojos cuando la camarera trajo la bebida y unos minúsculos platillos, anda mira que bien, tenían tapillas y todo. Cogió la botella de vino y la alzó proponiéndole un Brindis a su amigo.
— Por lo que la vida nos depare. — Sonrió como nunca antes se había permitido hacerlo y le metió un buen trago a la botella, tragándose casi la mitad de un golpe. Se secó la comisura de los labios con el dorso de la mano y alcanzó a probar una de aquellas cosas raras que le habían traído. —Esto sabe a puta mierda.