Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Hace 9 horas
¡Zehahahahaha! – No puedes evitar reír, joven pirata. La persona que está frente de ti te ha hecho una pregunta de manera enojada. Tú simplemente no prestas atención a ese estímulo negativo que tanto molesta y te dispones a relajar un poco más los hombros y tomar una postura un poco más relajada. – Para saber que te estoy observando, tú también has de posar tu mirada en mi ¿no? – dices, sin más. – Además, es de mala educación entablar una conversación sin mirar a la cara con quien platicar, señorita. – Y más de mala educación no dar un nombre cuando claramente te has presentado. Aunque aquello es meramente nada importante para ti. Para ti era mucho más importante aquella mirada que te lanza al mismo tiempo que su mentón se levanta. Eso te hace sonreír mucho más. De pronto, el color de tus ojos se comienzan a tornar un poco más… rojizos.
Algo dentro de ti… comienza a crecer.
Pero eso se rompe de pronto, joven pirata. Ella se explica. Una explicación bastante lógica, la verdad. Todo el momento se quiebra y se te nota bastante convencido ante su explicación. Incluso tus ojos regresan al color habitual – Ya veo, entonces es eso. – Dices sin más. De pronto la plumífera comienza a hacer caso omiso de ella y comienza a hurgar entre sus plumas. Tú por tú parte, aun te mantienes en tranquilidad total en presencia de la dama y el resto de personas que se encuentran en el suelo. Aunque, el capitán pirata intenta arrastrarse y alejarse en dirección a su barco. Tú te das cuenta de ello y la indicas nuevamente a la plumífera que se coloque en el lugar inicial. – De acuerdo. No planeo entrometerme en tu camino, señorita. Pero digamos que aún no he terminado con lo mío. – Nuevamente levantas la lanza y apuntas al viejo que se está arrastrando por el suelo. El maltrecho capitán pirata se da cuenta de esto y comienza a implorar por ayuda. Tú haces caso omiso y sin pensarlo, intentas lanzar una estocada en su pecho para dar fin a su vida.
¿Alguien te detendrá? Bueno… eso no lo sé.
Algo dentro de ti… comienza a crecer.
Pero eso se rompe de pronto, joven pirata. Ella se explica. Una explicación bastante lógica, la verdad. Todo el momento se quiebra y se te nota bastante convencido ante su explicación. Incluso tus ojos regresan al color habitual – Ya veo, entonces es eso. – Dices sin más. De pronto la plumífera comienza a hacer caso omiso de ella y comienza a hurgar entre sus plumas. Tú por tú parte, aun te mantienes en tranquilidad total en presencia de la dama y el resto de personas que se encuentran en el suelo. Aunque, el capitán pirata intenta arrastrarse y alejarse en dirección a su barco. Tú te das cuenta de ello y la indicas nuevamente a la plumífera que se coloque en el lugar inicial. – De acuerdo. No planeo entrometerme en tu camino, señorita. Pero digamos que aún no he terminado con lo mío. – Nuevamente levantas la lanza y apuntas al viejo que se está arrastrando por el suelo. El maltrecho capitán pirata se da cuenta de esto y comienza a implorar por ayuda. Tú haces caso omiso y sin pensarlo, intentas lanzar una estocada en su pecho para dar fin a su vida.
¿Alguien te detendrá? Bueno… eso no lo sé.