¿Sabías que…?
...oficialmente el aniversario del manga One Piece es el 22 de Julio, dado que ese día en el año 1997 fue cuando se publico el primer capitulo.
[Común] [C - Pasado] La primera regla del club... digo, ¿qué?
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
No estaba consiguiendo mucho pese a estar sobre Tobías; quedaba claro que, desprovista de sus armas, en una condición de igualdad de fuerza no tenía nada que hacer contra quien supiera usar los puños. Y joder, vaya si era fuerte el grandullón. Daba igual lo mucho que golpease o lo salvajemente que lo hiciera, su guardia no cedía. Uno de cada cinco puñetazos lograba evadir sus antebrazos, pero lo hacía de forma tan torpe y con un ángulo tan desviado que apenas suponía un roce en el rostro de su adversario. De todos modos, aunque pudiera resultar frustrante, Camille estaba logrando su objetivo. Ganar tiempo y conservar el foco sería, en ese combate, su prioridad.

No tuvo que esperar demasiado antes de que su esfuerzo diera los frutos previstos. Atlas aprovechó la situación que había generado para valerse del despiste de Frida y hacerle escoger: impedir que la oni recuperase su arma o evitar llevarse una tunda. Apenas pudo ver algo por el rabillo del ojo cuando el rubio clamó su nombre, pero fue suficiente como para vislumbrar la decisión de la mujer. Su sonrisa se ensanchó.

Casi al mismo tiempo que echaba el brazo hacia atrás y extendía la mano para tomar al vuelo su garrote, Tobías logró echarse un poco hacia atrás y, pese a lo paticorto que era, empujarla con ambos pies para quitársela de encima. Por suerte, fue capaz de recuperar su arma antes de que esto sucediera y, mientras el hombretón trataba de erguirse todo lo rápido que podía para seguir el combate, Camille había quedado en una posición muy ventajosa. No para enfrentarse a él, sino para lidiar con su molesta compañera. Frida, tras los intercambios que había llevado a cabo con el rubio, distraída aún por culpa de ese ego que le impedía rechazar cualquier bravatada o provocación, no se dio ni cuenta de lo cerca que tenía a la recluta.

Inspiró y relajó los músculos de sus brazos, casi como dejándolos caer mientras los llevaba hacia atrás. Sus ojos carmesíes se clavaron en la espalda de Frida. ¿Era honorable lo que estaba a punto de hacer? Por supuesto que no. ¿Le importaba? Ni mucho menos. El honor no era algo que esa gente fuera a respetar. Debían mostrarles fuerza, ser más despiadados que ellos incluso y, cuando les hubieran enseñado que aquella actitud arrogante no les serviría con cualquiera, tenderles una mano amiga que les ofreciera una solución. Mostrarles un propósito que fuera más allá de satisfacer sus propios egos. Tobías abrió la boca, profiriendo un grito de advertencia hacia su compañera que, por desgracia para ella, llegó demasiado tarde. Frida apenas fue capaz de ladear un poco la cabeza, abriendo mucho los ojos en el momento en que se dio cuenta de su situación. Camille tensó nuevamente los brazos y, como si de un latigazo se tratara, los desplazó rápidamente hacia delante para lanzar un envite descomunal.

El aire silbó en aquella fracción de segundo que duró el recorrido de la maza, concluyendo con el sonoro «pum» producido por su choque contra la espalda de la novata. Frida era ligera, de modo que su desplazamiento fue inevitable. Salió por los aires tras soltar un agudo gemido de dolor y recorrió el almacén hasta llegar al extremo opuesto de la sala, estampándose contra el muro después de haber atravesado varias cajas vacías que había por allí desperdigadas.

—¡Frida! —rugió Tobías, ya de pie, mirando alternativamente el lugar del impacto y a la oni. Finalmente se centro en esta, lanzándose hacia delante mientras gritaba como un energúmeno—. ¡Vais a pagar por esto!

Camille se giró y soltó su arma hacia un lado, abriendo un poco los brazos y flexionando las piernas mientras se preparaba para el choque. Sabía que no podía apartarse a tiempo ni evadir a su oponente: al igual que Frida, el precio a pagar por aquel ataque sorpresa era quedarse igual de expuesta. Sin embargo, había algo con lo que la recluta contaba que su homónima no: confiaba en su resistencia pero, sobre todo, confiaba en Atlas.

Tobías lanzó un puñetazo muy similar al del principio del combate, aunque esta vez no golpearía el aire sino directamente a ella. Lejos de intentar bloquearlo, Camille centró sus esfuerzos y atención en aquel brazo y recibió el ataque de lleno. Notó cómo el puño se le hundía en el estómago, y también notó cómo la fuerza del impacto se transmitía por su interior hasta llegarle a la espalda y salir de su cuerpo. Perdió la respiración y abrió la boca, escupiendo un poco sin pretenderlo. Envolvió justo en ese instante el brazo del grandullón con los suyos, haciéndole una presa que no estaba dispuesta a liberar.

—¡Atlas...! —Rugió, aún con la voz entrecortada y sintiendo la falta de aire—. ¡AHORA!
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RE: [C - Pasado] La primera regla del club... digo, ¿qué? - por Camille Montpellier - 21-11-2024, 02:30 PM

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