Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
[Común] ¿Qué hace una marine como tú en una revuelta como esta?
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Había ocasiones en las que la vida sorprendía de formas que nunca podrías llegar a imaginarte. Mientras la rubia se aferraba al abrazo de su amiga, a la que hacía años que no veía, la alegría era tan enorme que, inevitablemente, también aparecieron pensamientos más turbios. Últimamente llevaba una racha en la que solo le ocurrían cosas buenas, salir de Kilombo; encontrar un grupo de revolucionarios tan increíble; los nuevos poderes que había adquirido gracias a la fruta del diablo que consumió; su reencuentro con Ragnheidr; la victoria en Oykot... y ahora, también había vuelto a encontrarse con Camille. Una parte de ella no pudo evitar preguntarse cuándo acabaría todo eso, cuándo le llegaría la mala suerte. Aunque rápidamente descartó dichos pensamientos, los apartaría para otro momento, no para cuando acababa de abrazarse a su amiga de la infancia.

¡Claro que soy yo, boba! — Le respondió antes de arrancarse en carcajadas, acomodándose en el hombro de la morena, en lo bien que encajaban sus cuerpos así abrazados, de la misma forma que se abrazaban cuando eran pequeñas. Era como si el tiempo no hubiera pasado en absoluto. Camille fue de las pocas amigas, chicas, que había tenido en su infancia, casi siempre rodeada de tíos que eran más cerdos que personas los jodíos... también es que vivían todos en el bosque, entonces mucha decencia, por así decirlo, no había. Pero la cuestión es que Airgid nunca había tenido muchas amigas, Camille había sido muy importante para ella por ese mismo motivo, y también lo era Asradi, ahora. Puede que no lo parezca, pero hay cosas de las que solo puedes hablar con otra mujer, por mucho que los tíos sean majos y todo lo que quieras. Notó cómo el abrazo de Camille la apretaba cada vez más, algo que en un principio era reconfortante, estaba empezando a volverse un poco... asfixiante. Pero por suerte, la oni se dio cuenta rápido y la aflojó un poco, permitiéndole a la rubia el privilegio de respirar. Le pidió perdón, pero lo cierto es que no hacía falta.

¡Yo también te he buscao! — La revolucionaria no podía dejar de sonreír. Notaba las miradas de todos en la taberna, al principio aturdidos y sin entender muy bien lo que estaba ocurriendo, pero poco a poco volvían a su normalidad, a continuar tocando, bebiendo y riendo. Más de uno sabía lo que era volver a ver a un viejo amigo. — ¿En líos? Qué va, lo típico, lo mismo de siempre. — Respondió con un tono que evidenciaba que estaba mintiendo como una pécora, pero no lo ocultó, simplemente bromeó. Algunos de los balleneros cercanos intercambiaron risillas al escuchar aquello, cómplices de la broma, conscientes de lo que se había formado en Oykot era bastante más gordo que un simple "lío". — Nah, no vivo aquí, aunque es una isla increíble, pero he dejado Kilombo y ahora estoy de aquí pallá todo el rato, como tú, ¿cómo va eso de ser navegante? ¡A mi todo genial! ¡Buah, te tengo que presentar a los nuevos colegas que me he echao! Seguro que les caes de puta madre. ¡Y tú estás muy morena! ¡Y te han crecío los cuernos aún más! — Las dos se enzarzaron en un sinsentido de palabrarería, hablando rápido, intercambiando frases, respondiéndose pero sin orden alguno. Tenían mucho que contarse la una a la otra, y muy poca paciencia, al parecer.

Se sintió un poco como una niña pequeña, aún más, cuando Camille la suspendió en el aire, agarrándola por la cintura y elevándola con una facilidad a la que no estaba del todo acostumbrada, no por parte de ella, al menos. Aquel gesto solo evidenció aún más lo enorme que se había puesto su amiga, de altura y de músculo también. Al escuchar el cambio de tono de su voz y al ver hacia dónde dirigía su mirada, supo que era hora de dar algunas explicaciones. Se zafó del agarre de su amiga, aterrizando en el suelo. No había borrado su sonrisa, pero sí que ahora era más relajada. — ¡Ven, siéntate! ¿Has pedido ya? ¿Y mi cola light? — Preguntó mientras volvía a tomar sitio en la mesa y les dejaban las bebidas. — Pues a ver... tampoco es para tanto, no pongas esa cara. — Le pidió a su amiga, con una expresión amable, cálida, no quería que nadie se compadeciera de ella. — Tenía dieciséis cuando pasó, o sea, llevaba ya sin verte un tiempo. Y nada, no fue nada... — Estuvo a punto de prácticamente no contarle nada de lo sucedido, pero al mirar de nuevo a aquellos ojos enormes, rojos y afilados, supo que no podía hacer como cuando algún desconocido le preguntaba por el tema, ella era su amiga, se merecía una explicación mejor. Tomó aire. — Bueno, sí, unos piratas llegaron a Kilombo y empezaron a arrasarla, a saquearla, esas mierdas. Al principio pensamos no intervenir, dejarlo tó en manos de los marines, que para algo están, digo yo, ¿no? Pero... no, no estaba bien, la base de Kilombo no es muy grande, o no lo era en esa época, y la mayoría de hombres estaban fuera, pescando o comerciando, y joder, nos pusimos a pensar, ¿y si están robándole a Ruger, que siempre nos ha invitado a comer de todo? ¿Y si le han quemado la librería a Leo, que la conocemos de toda la vida y prácticamente nos enseñó a leer? Ya sabes, en aquellos tiempos yo vivía muy apartada de todos, del pueblo en sí, pero... seguía siendo nuestra puta isla la que estaban asaltando. Así que, al final fuimos a intervenir. — Le dio un trago a su refresco, recordando el momento, con la mirada algo perdida, haciendo memoria. A su alrededor, las demás voces habían perdido volumen, intensidad, muchos prestando atención al relato. — Yo iba con mi pistola, algunas bombas que había conseguido armar... y lo demás se cuenta solo. Teníamos un plan, pero me salí del guión cuando vi que estaban atacando a Billy, el frutero. Se me fue la olla y salí corriendo para ayudarle, con la mala suerte que acabé en fuego cruzado, que se le llama. Pam y pam. — Hizo el gesto de disparar una pistola con la diestra. — Dos balazos justo en la rodilla, desde direcciones opuestas. Me atendieron rápido, pero la tenía destrozada, así que poco se podía hacer más que amputar por encima, la iba a perder de todas maneras. Al menos pude cargarme al pirata cabrón antes de que me llevaran pa' la enfermería. Es gracioso, años después acabé montando mi tiendecita frente a la del frutero. Es un tío genial, y mira que odio la fruta de los huevos. — Más bien, era alérgica, pero aquello desembocó en odio muy rápido. Tomó de nuevo su refresco, percatándose ahora de que la habían escuchado más personas de lo que habría preferido en un principio. Qué más da. — ¡Pero ya ves! Estoy bien, así que no pasa nada, ya podemos dejar de hablar de m- — Fue entonces, cuando uno de los balleneros se acercó a ella en silencio, interrumpiéndola solo con su presencia. Con su jarra de cerveza en la mano, la cual aproximó al vaso de Airgid para brindar con ella. Le faltaba el otro brazo por completo, hasta el hombro, y le lanzó una mirada llena de respeto que la rubia no dudó en corresponder. — ¡Por la Libertadora de Oykot! — Proclamó, alzando su jarra y sumiendo a toda la taberna en un grito de guerra que le sacaron los colores a la rubia por completo. Por eso no le gustaba hablar de sus mierdas, qué vergüenza.
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RE: ¿Qué hace una marine como tú en una revuelta como esta? - por Airgid Vanaidiam - Hace 10 horas

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