Shy
"Shy"
Hace 8 horas
El cazador sabía a dónde se dirigían. Las celdas de máxima seguridad. Si ese era el camino que estaban tomando, debía de ser todo un energúmeno. Shy se armó de valor. Rezó porque Illyasbabel fuera, al menos, mejor interrogador que él. El don de la elocuencia le había estado vedado demasiado tiempo, y se veía incapaz de hacer una sola pregunta. En cambio, ¿observar desde una esquina con aire taciturno? Eso se le daba de muerte. A veces, le bastaba con poner una expresión de absoluta indiferencia para que los morosos a los que perseguía le contasen hasta qué habían desayunado.
Shy no tardó en darse cuenta de que había leguas de diferencia entre el deudor común al que había cazado en su pasado y Ebon el Fuerte. Tal vez su deshacedora mirada le serviría de poco con aquel mostrenco.
Su altura y peso harían sonrojar al mismísimo Hendricks. Llamar mole a aquel individuo se quedaba corto. No era una persona siquiera, era una 'cosa'. Shy, como de costumbre, mostró poca o ninguna expresión en su rostro, mas en sus adentros sentía el cerval pavor de una presa a su depredador. Con suerte, sería demasiado lento para él. Con menos suerte, su cabeza ayudaría a hacer más colorida aquella sala -aunque menos cómoda, por los afilados trozos de cráneo que quedarían desperdigados-. Se preguntó si aquella capacidad para prever el peor de los resultados con tanta exactitud no sería una señal de que estaba despertando el Haki de Observación. O tal vez solo fuera ansiedad. Sí, debía de ser eso.
Illyasbabel, por vez primera desde que Shy lo conocía, había optado por la prudencia y se había quedado en la puerta de la celda. También debió de tener una corazonada respecto al futuro de sus sesos, suponía el joven viudo. Shy se sorprendió de verle siendo algo manipulador, y se sorprendió a sí mismo pensando que Illyasbabel tenía algo más de sesera de lo que uno podía llegar a pensar inicialmente. Le escuchó intrigar, lanzando promesas vacías y pequeños dardos verbales que hicieron desear a Shy poder ser algo más locuaz para poder hacer lo mismo -acompañando a las agujas físicas que ya arrojaba-. En términos generales, no obstante, pensó que Illyasbabel estaba dando muchos estímulos positivos, algo que Ibon podía tomarse como, bueno, las mentiras que eran. Así pues, el lacónico matón optó por tomar partido a su manera.
En silencio, entró en la celda. Sabía perfectamente que aquello era tan estúpido como saltar a las fauces del lobo, pero también podía ayudar al tal Ibon a ser algo más hablador. Al fin y al cabo, si hubiera querido vivir sin jugarse la vida, habría montado la mercería con la que tanto soñaba, en especial ahora que le sobraba el dinero. En su lugar, pasaba sus vigilias preguntándose por qué seguía en aquel negocio.
Shy se colocó a poca distancia de aquella musculosa criatura, y, mostrando toda la naturalidad e indiferencia de la que disponía, se apoyó en la pared. Sus ambarinos ojos se fijaron en los del interrogado, y, con expresión fría, no apartó la vista ni pestañeó. En su lugar, sacó una de sus agujas y se puso a juguetear con ella, pinchándose -sin hacer sangrar- las yemas de sus dedos. Siguió allí, observándole inexpresivo, esperando ponerle, al menos, algo nervioso.
-¿Vas a contestar? -preguntó en voz baja, pero con un tono frío y sin titubeos.
Su altura y peso harían sonrojar al mismísimo Hendricks. Llamar mole a aquel individuo se quedaba corto. No era una persona siquiera, era una 'cosa'. Shy, como de costumbre, mostró poca o ninguna expresión en su rostro, mas en sus adentros sentía el cerval pavor de una presa a su depredador. Con suerte, sería demasiado lento para él. Con menos suerte, su cabeza ayudaría a hacer más colorida aquella sala -aunque menos cómoda, por los afilados trozos de cráneo que quedarían desperdigados-. Se preguntó si aquella capacidad para prever el peor de los resultados con tanta exactitud no sería una señal de que estaba despertando el Haki de Observación. O tal vez solo fuera ansiedad. Sí, debía de ser eso.
Illyasbabel, por vez primera desde que Shy lo conocía, había optado por la prudencia y se había quedado en la puerta de la celda. También debió de tener una corazonada respecto al futuro de sus sesos, suponía el joven viudo. Shy se sorprendió de verle siendo algo manipulador, y se sorprendió a sí mismo pensando que Illyasbabel tenía algo más de sesera de lo que uno podía llegar a pensar inicialmente. Le escuchó intrigar, lanzando promesas vacías y pequeños dardos verbales que hicieron desear a Shy poder ser algo más locuaz para poder hacer lo mismo -acompañando a las agujas físicas que ya arrojaba-. En términos generales, no obstante, pensó que Illyasbabel estaba dando muchos estímulos positivos, algo que Ibon podía tomarse como, bueno, las mentiras que eran. Así pues, el lacónico matón optó por tomar partido a su manera.
En silencio, entró en la celda. Sabía perfectamente que aquello era tan estúpido como saltar a las fauces del lobo, pero también podía ayudar al tal Ibon a ser algo más hablador. Al fin y al cabo, si hubiera querido vivir sin jugarse la vida, habría montado la mercería con la que tanto soñaba, en especial ahora que le sobraba el dinero. En su lugar, pasaba sus vigilias preguntándose por qué seguía en aquel negocio.
Shy se colocó a poca distancia de aquella musculosa criatura, y, mostrando toda la naturalidad e indiferencia de la que disponía, se apoyó en la pared. Sus ambarinos ojos se fijaron en los del interrogado, y, con expresión fría, no apartó la vista ni pestañeó. En su lugar, sacó una de sus agujas y se puso a juguetear con ella, pinchándose -sin hacer sangrar- las yemas de sus dedos. Siguió allí, observándole inexpresivo, esperando ponerle, al menos, algo nervioso.
-¿Vas a contestar? -preguntó en voz baja, pero con un tono frío y sin titubeos.