Daryl Kilgore
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Hace 6 horas
La llegada de Daryl al local fue tan... sorprendente como se había imaginado. Varios se giraron para mirarle mientras se hacía paso a través de los borrachos y las putas, tratando de esquivar su roce con una rapidez y agilidad que revelaban que al parecer, era algo que estaba acostumbrado a hacer. Por el motivo que fuera. Estaba acostumbrado a llamar ligeramente la atención debido a su altura, aunque normalmente dicho foco se desvanecía rápidamente, por lo que no se esperó que el tabernero decidiera acercarse a él para recibirle. El demonio dio un paso atrás, instintivamente, notando el metálico filo de su espada contra su camiseta. Daryl correspondió su mirada, calibrándose el uno al otro durante unos segundos, hasta que ante el silencio del más alto, el hombre decidió simplemente seguir con sus obligaciones, preguntándole qué era lo que quería tomar.
El peliblanco de al lado se sintió frustrado, reclamando que se le atendiese a él primero. La típica desesperación del borracho, uno de los motivos por los que el alcohol no le entusiasmaban. Podían volver a un hombre en un animal, más de lo que ya era. Pero parecía existir cierta complicidad entre ambos, como si el hombre sentado frente a la barra acostumbrase a visitar aquel lugar.
Daryl ya había pedido su bebida, una insípida pero fresca agua de grifo, y tras eso se mantuvo callado, palpando el papel en su mano, aquella nota que le había hecho acudir hasta aquel lugar oscuro y asqueroso. Mantenía la mirada pendiente a su alrededor, alerta por si algún desconocido se le acercaba. Al fin y al cabo, se suponía que estaba esperando a alguien, pero a cada segundo que pasaba, sentía con más fuerza que todo aquello era una pérdida de tiempo. Que alguien había decidido tomarle el pelo. Tampoco es como si la paciencia fuera uno de los fuertes del demonio, solo se permitía tenerla cuando se trataba de Irina, y aún así, muchas veces le ponía contra las cuerdas...
Tomó entonces su vaso de agua, justo en el mismo momento en el que el peliblanco, ese tal Kovashi, decidió acercarse a él. Daryl, en un acto reflejo, se alejó unos centímetros hacia el lado contrario. Cualquiera diría que la proximidad no era algo con lo que se sintiese muy cómodo. No obstante, le miró, analizando mejor su rostro y sus facciones. Estaba marcado casi con tantas cicatrices como él, lo cual ya resultaba bastante curioso. Y tenía un porte... diferente, no parecía ser un borracho cualquiera de tres al cuarto. Se metió con su bebida, algo bastante esperable, la verdad, y luego le ofreció algo de su ron. — No, gracias. Prefiero estar lúcido. — Fue entonces cuando un rápido pensamiento le cruzó por la cabeza. Le tendió la hoja que tenía en la mano, arrugada pero legible, con sus manos protegidas por los guantes. — Recibí este mensaje esta mañana. Parece que frecuentas este lugar, ¿tienes idea de a quién se refiere? — Lo cierto es que se había cansado de esperar a algo que no sabía ni cuándo llegaría, así que decidió dar él el primer paso, preguntar directamente. En el peor de los casos, Kovashi no tendría ni idea de lo que le estaba hablando, por lo que tampoco habría perdido nada.
El peliblanco de al lado se sintió frustrado, reclamando que se le atendiese a él primero. La típica desesperación del borracho, uno de los motivos por los que el alcohol no le entusiasmaban. Podían volver a un hombre en un animal, más de lo que ya era. Pero parecía existir cierta complicidad entre ambos, como si el hombre sentado frente a la barra acostumbrase a visitar aquel lugar.
Daryl ya había pedido su bebida, una insípida pero fresca agua de grifo, y tras eso se mantuvo callado, palpando el papel en su mano, aquella nota que le había hecho acudir hasta aquel lugar oscuro y asqueroso. Mantenía la mirada pendiente a su alrededor, alerta por si algún desconocido se le acercaba. Al fin y al cabo, se suponía que estaba esperando a alguien, pero a cada segundo que pasaba, sentía con más fuerza que todo aquello era una pérdida de tiempo. Que alguien había decidido tomarle el pelo. Tampoco es como si la paciencia fuera uno de los fuertes del demonio, solo se permitía tenerla cuando se trataba de Irina, y aún así, muchas veces le ponía contra las cuerdas...
Tomó entonces su vaso de agua, justo en el mismo momento en el que el peliblanco, ese tal Kovashi, decidió acercarse a él. Daryl, en un acto reflejo, se alejó unos centímetros hacia el lado contrario. Cualquiera diría que la proximidad no era algo con lo que se sintiese muy cómodo. No obstante, le miró, analizando mejor su rostro y sus facciones. Estaba marcado casi con tantas cicatrices como él, lo cual ya resultaba bastante curioso. Y tenía un porte... diferente, no parecía ser un borracho cualquiera de tres al cuarto. Se metió con su bebida, algo bastante esperable, la verdad, y luego le ofreció algo de su ron. — No, gracias. Prefiero estar lúcido. — Fue entonces cuando un rápido pensamiento le cruzó por la cabeza. Le tendió la hoja que tenía en la mano, arrugada pero legible, con sus manos protegidas por los guantes. — Recibí este mensaje esta mañana. Parece que frecuentas este lugar, ¿tienes idea de a quién se refiere? — Lo cierto es que se había cansado de esperar a algo que no sabía ni cuándo llegaría, así que decidió dar él el primer paso, preguntar directamente. En el peor de los casos, Kovashi no tendría ni idea de lo que le estaba hablando, por lo que tampoco habría perdido nada.