Iris
La bala blanca
21-11-2024, 09:19 PM
— Te queda bien— Comentó la peliblanca con una sonrisa en cuanto Ares salió de la tienda.
El Diablos le había leído la mente, así que Iris asintió a su primera pregunta, lo mejor sería intentar pasar desapercibidos el mayor rato posible, la información se solía conseguir escuchando a la gente y manteniendo un perfil bajo.
—Si, eso estaría bien, podemos mirar de ir a algún almacén y luego pasarnos por alguno de los baretos.
Mientras comentaba su plan Iris siguió el paso a su acompañante procurando mantenerse a su lado. La chica se mantuvo en silencio, absorta en sus pensamientos y en cuáles serían sus siguientes movimientos.
Mientras caminaban iban dejando atrás las calles comerciales para dejar paso a unas más destartaladas, Iris observó como los restaurantes se convertían en bares y en algunos de los más oscuros callejones se podían observar mujeres ligeras de ropa intentando atraer clientes. Al verlas las cicatrices que recorren la espalda de la Solarian empezaron a arder mientras le asaltaban recuerdos de su infancia y juventud.
No se dio cuenta que se había distraído y quedado atrás hasta que notó como alguien le agarraba de la cintura más abajo de lo que debería.
—¿Oye, guapa, a cuanto la hora?
En cuanto Iris notó el cálido aliento de aquel hombre en su mejilla, un escalofrío le recorrió la espalda. Le triplicaba la edad y apestaba a alcohol, probablemente le acababan de echar de algún bar ya que tenía el ojo morado. Un nudo empezó a formarse en la garganta de la chica y notó como los ojos se le empezaban a humedecer, Iris se recogió en sí misma, empequeñeciendo en brazos de aquel hombre.
Fue entonces cuando bajó la guardia y la mano de la chica se dirigió ágilmente a la cintura de su pantalón, donde llevaba guardada su pistola, apuntando directamente a las partes nobles del asaltante.
—Mira que te quede claro, imbécil — comentó Iris en un tono bastante tranquilo para la situación en la que se encontraban— Como vuelva a verte te meto un tiro en los huevos y me hago una tortilla con ellos ¿Te queda claro? ¿Si? Pues arreando.
El hombre salió despavorido y es que esa técnica nunca fallaba, los muy gilipollas siempre caían ante un par de lágrimas. La Solarian busco con la mirada a Ares y en cuanto lo localizó se acercó hacía donde él estaba.
—Y por eso no quería venir sola, es un coñazo apartarte a babosos de encima todo el rato. —Le dio unas palmaditas en la espalda a su acompañante — ¿Vamos?
El Diablos le había leído la mente, así que Iris asintió a su primera pregunta, lo mejor sería intentar pasar desapercibidos el mayor rato posible, la información se solía conseguir escuchando a la gente y manteniendo un perfil bajo.
—Si, eso estaría bien, podemos mirar de ir a algún almacén y luego pasarnos por alguno de los baretos.
Mientras comentaba su plan Iris siguió el paso a su acompañante procurando mantenerse a su lado. La chica se mantuvo en silencio, absorta en sus pensamientos y en cuáles serían sus siguientes movimientos.
Mientras caminaban iban dejando atrás las calles comerciales para dejar paso a unas más destartaladas, Iris observó como los restaurantes se convertían en bares y en algunos de los más oscuros callejones se podían observar mujeres ligeras de ropa intentando atraer clientes. Al verlas las cicatrices que recorren la espalda de la Solarian empezaron a arder mientras le asaltaban recuerdos de su infancia y juventud.
No se dio cuenta que se había distraído y quedado atrás hasta que notó como alguien le agarraba de la cintura más abajo de lo que debería.
—¿Oye, guapa, a cuanto la hora?
En cuanto Iris notó el cálido aliento de aquel hombre en su mejilla, un escalofrío le recorrió la espalda. Le triplicaba la edad y apestaba a alcohol, probablemente le acababan de echar de algún bar ya que tenía el ojo morado. Un nudo empezó a formarse en la garganta de la chica y notó como los ojos se le empezaban a humedecer, Iris se recogió en sí misma, empequeñeciendo en brazos de aquel hombre.
Fue entonces cuando bajó la guardia y la mano de la chica se dirigió ágilmente a la cintura de su pantalón, donde llevaba guardada su pistola, apuntando directamente a las partes nobles del asaltante.
—Mira que te quede claro, imbécil — comentó Iris en un tono bastante tranquilo para la situación en la que se encontraban— Como vuelva a verte te meto un tiro en los huevos y me hago una tortilla con ellos ¿Te queda claro? ¿Si? Pues arreando.
El hombre salió despavorido y es que esa técnica nunca fallaba, los muy gilipollas siempre caían ante un par de lágrimas. La Solarian busco con la mirada a Ares y en cuanto lo localizó se acercó hacía donde él estaba.
—Y por eso no quería venir sola, es un coñazo apartarte a babosos de encima todo el rato. —Le dio unas palmaditas en la espalda a su acompañante — ¿Vamos?