Silver D. Syxel
-
Hoy, 02:25 AM
La brisa nocturna traía consigo un aire de tensión que se mezclaba con el olor a hierro de la sangre derramada. Syxel observaba cómo su tripulación trabajaba con diligencia para asegurar la escena tras el enfrentamiento. Dharkel acababa de responder la llamada del Den Den Mushi, con su voz calculada manteniendo la fachada que podría brindarles acceso al núcleo de la operación. Aunque la conversación estuvo llena de gritos y reproches desde el otro lado, los piratas obtuvieron, o más bien confirmaron, la información crucial: el casino era el epicentro de la subasta, y los niños Lunarian eran la pieza clave de la noche.
El capitán esperó a que el caracol quedara en silencio antes de asentir hacia Dharkel. Su compañero había manejado la situación con precisión, pero no podían permitirse errores en lo que estaba por venir. La escena todavía requería atención, y tenía una tarea más antes de proceder. Silver se acercó al grandullón herido, quien yacía semiinconsciente en el suelo. Su mirada se endureció al contemplar la sombra de lo que había sido un hombre. Sin perder tiempo, empujó con la bota un costado del cazador para que despertara.
—Habla —ordenó de nuevo con frialdad—. O me aseguraré de que cada segundo que te quede sea una eternidad.
El esclavista balbuceó, su rostro mostraba una mezcla de miedo y dolor. Con un gesto débil, señaló hacia el cadáver destrozado del cabecilla mientras respondía entre jadeos y espasmos de pánico. Syxel le observó durante unos segundos, tratando de juzgar si decía la verdad. Pero fuese o no el caso, tampoco parecía dispuesto a contar nada más, así que alargar su agonía no tenía sentido. Un rápido core puso fin a la vida del hombre, sin vacilación alguna. No era el momento para gestos de misericordia; no después de lo que habían hecho. Con un movimiento fluido, limpió el filo de su espada y se dirigió de nuevo hacia Dharkel.
—Deshazte de los cuerpos en el mar —le pidió sin rodeos—. Luego vuelve al barco. Vigila a los niños y asegura la zona. Solo puedo confiártelo a ti.
Dharkel asintió en silencio, aceptando la tarea encomendada antes de comenzar a arrastrar los cuerpos uno a uno hacia el muelle. Syxel volvió su atención a los cadáveres, revisando las pertenencias de los traficantes por si encontraba cualquier otro objeto útil, además de las entradas a la subasta. Tras terminar, estudió con detenimiento las dos invitaciones marcadas con un sello distintivo, y las guardó con cuidado.
Mientras esperaba el regreso de Balagus y Marvolath, el capitán inspeccionó nuevamente la zona, buscando cualquier detalle que pudiera serles útil en su plan o que hubiesen pasado por alto. Las palabras de los gritos por el Den Den Mushi resonaban en su mente: la pieza estrella de la subasta, la puerta trasera, y la presión sobre el personal del casino para mantener todo bajo control.
Cuando Balagus y Marvolath finalmente llegaron, Syxel les explicó lo que habían descubierto.
—Tenemos dos opciones —declaró finalmente, cruzando los brazos mientras hablaba—. Podemos usar la puerta trasera e intentar hacernos pasar por los vendedores. Quizás fingir que Dawel, disfrazado, es uno de los niños... Es una jugada arriesgada, pero podría darnos acceso directo. —Dejó que la idea se asentara un momento antes de continuar—. La otra opción es entrar como invitados. Tenemos dos entradas, podríamos presentarnos como socios y con Balagus como guardaespaldas... Cuando los niños no aparezcan, podría sembrar el caos suficiente para que los de la subasta cometan errores. ¿Qué opináis?
Esperó la respuesta de sus compañeros, con la determinación brillando en sus ojos mientras las piezas del próximo movimiento encajaban en su mente.
El capitán esperó a que el caracol quedara en silencio antes de asentir hacia Dharkel. Su compañero había manejado la situación con precisión, pero no podían permitirse errores en lo que estaba por venir. La escena todavía requería atención, y tenía una tarea más antes de proceder. Silver se acercó al grandullón herido, quien yacía semiinconsciente en el suelo. Su mirada se endureció al contemplar la sombra de lo que había sido un hombre. Sin perder tiempo, empujó con la bota un costado del cazador para que despertara.
—Habla —ordenó de nuevo con frialdad—. O me aseguraré de que cada segundo que te quede sea una eternidad.
El esclavista balbuceó, su rostro mostraba una mezcla de miedo y dolor. Con un gesto débil, señaló hacia el cadáver destrozado del cabecilla mientras respondía entre jadeos y espasmos de pánico. Syxel le observó durante unos segundos, tratando de juzgar si decía la verdad. Pero fuese o no el caso, tampoco parecía dispuesto a contar nada más, así que alargar su agonía no tenía sentido. Un rápido core puso fin a la vida del hombre, sin vacilación alguna. No era el momento para gestos de misericordia; no después de lo que habían hecho. Con un movimiento fluido, limpió el filo de su espada y se dirigió de nuevo hacia Dharkel.
—Deshazte de los cuerpos en el mar —le pidió sin rodeos—. Luego vuelve al barco. Vigila a los niños y asegura la zona. Solo puedo confiártelo a ti.
Dharkel asintió en silencio, aceptando la tarea encomendada antes de comenzar a arrastrar los cuerpos uno a uno hacia el muelle. Syxel volvió su atención a los cadáveres, revisando las pertenencias de los traficantes por si encontraba cualquier otro objeto útil, además de las entradas a la subasta. Tras terminar, estudió con detenimiento las dos invitaciones marcadas con un sello distintivo, y las guardó con cuidado.
Mientras esperaba el regreso de Balagus y Marvolath, el capitán inspeccionó nuevamente la zona, buscando cualquier detalle que pudiera serles útil en su plan o que hubiesen pasado por alto. Las palabras de los gritos por el Den Den Mushi resonaban en su mente: la pieza estrella de la subasta, la puerta trasera, y la presión sobre el personal del casino para mantener todo bajo control.
Cuando Balagus y Marvolath finalmente llegaron, Syxel les explicó lo que habían descubierto.
—Tenemos dos opciones —declaró finalmente, cruzando los brazos mientras hablaba—. Podemos usar la puerta trasera e intentar hacernos pasar por los vendedores. Quizás fingir que Dawel, disfrazado, es uno de los niños... Es una jugada arriesgada, pero podría darnos acceso directo. —Dejó que la idea se asentara un momento antes de continuar—. La otra opción es entrar como invitados. Tenemos dos entradas, podríamos presentarnos como socios y con Balagus como guardaespaldas... Cuando los niños no aparezcan, podría sembrar el caos suficiente para que los de la subasta cometan errores. ¿Qué opináis?
Esperó la respuesta de sus compañeros, con la determinación brillando en sus ojos mientras las piezas del próximo movimiento encajaban en su mente.
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
No Aprendida
7
2
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]