Donatella Pavone
La Garra de Pavone
Ayer, 05:15 AM
Donatella observó en silencio mientras Sowon procesaba algo en su mente, sus ojos reflejaban un torbellino de pensamientos. Parecía que algo había despertado una chispa en la memoria de la oni, pero no estaba segura de qué se trataba. La mención de “Plumitas” hizo que un músculo en el rostro de Donatella se tensara ligeramente. Era difícil no imaginar de quién hablaba Sowon, pero optó por no revelar nada aún de su búsqueda y quedarse con la intriga de sobre quien se refería. Espera que, a su debido tiempo, tal vez, esas piezas encajarían con la búsqueda que La Garra Pavone tenía.
— No me culpes por los modales de los extraños. No soy de las que olvidan las formalidades. — Respondió con un tono seco, pero dejó escapar una leve sonrisa, como si intentara suavizar su comentario. A pesar de su postura tranquila, cada palabra de Sowon acerca de "Plumitas" la hacía más consciente de que su hermano podía haber dejado huellas en más lugares de los que había imaginado. ¿Acaso era posible que Mayura hubiera cruzado caminos con esta mujer?
Siguió escuchando mientras Sowon hablaba de Rostock, la isla y sus limitaciones. La oni era directa y salvajemente honesta, algo que Donatella encontraba refrescante. Aunque Rostock era un lugar limitado, ella había aprendido a adaptarse y a aprovechar las oportunidades que le ofrecía. Su pragmatismo era lo que la mantenía enfocada, y aunque Sowon parecía más despreocupada, había algo en su espíritu combativo que inspiraba cierta confianza.
Cuando llegaron al callejón y Sowon hizo su comentario sobre tocar, Donatella apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la oni desenvainara su enorme espada y destruyera la barricada con un solo golpe. La madera voló en todas direcciones, y la explosión de fuerza fue suficiente para que Donatella retrocediera un paso instintivamente. Sus ojos ámbar se fijaron en la escena, un hombre atrapado bajo los escombros, su arma inútil cayendo al suelo. Donatella avanzó un par de pasos, su mirada seria mientras Sowon interrogaba al hombre.
La escena era increíble, una mezcla de brutalidad y dominio absoluto de la situación. Pero Donatella sabía que, aunque Sowon podía manejarse sola, siempre había margen para lo inesperado. Se posicionó a un lado, vigilando los alrededores como la oni le había indicado. — Habla rápido, porque te aseguro que mi compañera no tiene mucha paciencia. — Dijo con frialdad, sus ojos recorriendo el rostro del hombre atrapado. Había aprendido a leer el miedo en los rostros de los demás, y este hombre estaba al borde del pánico. Era cuestión de tiempo antes de que soltara la información que buscaban.
El silencio del callejón se rompió por el sonido de algo moviéndose en el interior del edificio. Donatella giró la cabeza hacia el ruido, sus sentidos alerta. Había algo o alguien dentro, y la energía del lugar había cambiado. — Tenemos compañía. — Murmuró, sus palabras dirigidas a Sowon pero sin apartar la vista de la entrada. Sus manos, aún cubiertas por los guantes de combate, se prepararon para lo que viniera. No era su primera vez en una situación como esta, y sabía que la ventaja de la sorpresa ya no estaba de su lado.
El hombre atrapado balbuceó algo, pero su voz era apenas un susurro entrecortado por el miedo y la adrenalina. Donatella no estaba segura de sí era información útil o simplemente un intento desesperado de salvar su vida. Miró a Sowon, esperando su decisión. La oni había demostrado ser impulsiva, pero no sin un propósito claro. Era cuestión de ver qué camino elegiría, el enfoque de Donatella estaba completamente en el presente, en el peligro que sabían que se avecinaba, dejando a un lado por completo su misión principal en la vida.
— No me culpes por los modales de los extraños. No soy de las que olvidan las formalidades. — Respondió con un tono seco, pero dejó escapar una leve sonrisa, como si intentara suavizar su comentario. A pesar de su postura tranquila, cada palabra de Sowon acerca de "Plumitas" la hacía más consciente de que su hermano podía haber dejado huellas en más lugares de los que había imaginado. ¿Acaso era posible que Mayura hubiera cruzado caminos con esta mujer?
Siguió escuchando mientras Sowon hablaba de Rostock, la isla y sus limitaciones. La oni era directa y salvajemente honesta, algo que Donatella encontraba refrescante. Aunque Rostock era un lugar limitado, ella había aprendido a adaptarse y a aprovechar las oportunidades que le ofrecía. Su pragmatismo era lo que la mantenía enfocada, y aunque Sowon parecía más despreocupada, había algo en su espíritu combativo que inspiraba cierta confianza.
Cuando llegaron al callejón y Sowon hizo su comentario sobre tocar, Donatella apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la oni desenvainara su enorme espada y destruyera la barricada con un solo golpe. La madera voló en todas direcciones, y la explosión de fuerza fue suficiente para que Donatella retrocediera un paso instintivamente. Sus ojos ámbar se fijaron en la escena, un hombre atrapado bajo los escombros, su arma inútil cayendo al suelo. Donatella avanzó un par de pasos, su mirada seria mientras Sowon interrogaba al hombre.
La escena era increíble, una mezcla de brutalidad y dominio absoluto de la situación. Pero Donatella sabía que, aunque Sowon podía manejarse sola, siempre había margen para lo inesperado. Se posicionó a un lado, vigilando los alrededores como la oni le había indicado. — Habla rápido, porque te aseguro que mi compañera no tiene mucha paciencia. — Dijo con frialdad, sus ojos recorriendo el rostro del hombre atrapado. Había aprendido a leer el miedo en los rostros de los demás, y este hombre estaba al borde del pánico. Era cuestión de tiempo antes de que soltara la información que buscaban.
El silencio del callejón se rompió por el sonido de algo moviéndose en el interior del edificio. Donatella giró la cabeza hacia el ruido, sus sentidos alerta. Había algo o alguien dentro, y la energía del lugar había cambiado. — Tenemos compañía. — Murmuró, sus palabras dirigidas a Sowon pero sin apartar la vista de la entrada. Sus manos, aún cubiertas por los guantes de combate, se prepararon para lo que viniera. No era su primera vez en una situación como esta, y sabía que la ventaja de la sorpresa ya no estaba de su lado.
El hombre atrapado balbuceó algo, pero su voz era apenas un susurro entrecortado por el miedo y la adrenalina. Donatella no estaba segura de sí era información útil o simplemente un intento desesperado de salvar su vida. Miró a Sowon, esperando su decisión. La oni había demostrado ser impulsiva, pero no sin un propósito claro. Era cuestión de ver qué camino elegiría, el enfoque de Donatella estaba completamente en el presente, en el peligro que sabían que se avecinaba, dejando a un lado por completo su misión principal en la vida.