Asradi
Völva
Ayer, 12:04 PM
La mirada de Asradi iba viajando entre la niña y el tipo que ahora la sujetaba y mantenía cautiva. Ese tipo de personas deleznables eran las que más detestaban. Y se habían aprovechado de una mujer indefensa y su hija. Y ella no había podido hacer nada por evitarlo. Al menos seguían vivas, por ahora. La sirena era muy capaz de cumplir su amenaza, pero el que estuviese sujetando a la niña se lo impedía. No sabía cómo iba a reaccionar aquel tipo. Pues bien podría intentar clavarle el cuchillo a la pequeña o incluso interponerla si la sirena atacaba. Usarla como escudo sería lo más vil, pero había gente muy capaz de hacer esas cosas.
— Suéltala, es a mi a quien queríais, ¿no? — Quizás se había precipitado al haberles atacado antes, pero no había podido evitarlo en ese momento.
Y, ahora, era la infante quien sufría las consecuencias. Escuchó como pedía refuerzos. Ella no tenía a quien pedírselos o cómo comunicarlo. No en ese momento, al menos. No tenía forma de comunicarse con Ragn o Airgid, así que estaba sola en todo eso. Los dientes de Asradi rechinaron, pero su expresión mutó a una de pavor y preocupación cuando, de repente, aquel callejón se vió invadido por la gente que celebraba aquella festividad y el tipo aprovechó para escabullirse entre el gentío con la niña.
— ¡Desgraciado, vuelve aquí! — Reclamó, intentando seguirle, pero fue inútil.
La cantidad de personas que se habían colado ahí, sin ser aparentemente conscientes de lo que sucedía, le impidieron seguir al tipo y, sobre todo, a la niña. Asradi se sintió terriblemente frustrada, pero si algo tenía seguro es que no iba a dejar las cosas así. Tras unos empujones, apartó a la gente hasta llegar con la madre de la niña.
— Escucha, ¿puedes caminar? Ve a avisar a la Marina. Cuéntales lo que ha pasado. — Ella misma se estaba arriesgando también a ser pillada por el Gobierno con eso, si la Marina intervenía.
Pero la vida de la niña era primero.
— Yo intentaré seguirles y traerla de vuelta. — Le prometió, mirándole a los ojos, antes de darse media vuelta e ir colándose, no sin cierta dificultad, por en medio de la gente.
Iba a ser complicado seguirles el rastro con tanta muchedumbre, pero no iba a dejar sola a esa mocosa.
— Suéltala, es a mi a quien queríais, ¿no? — Quizás se había precipitado al haberles atacado antes, pero no había podido evitarlo en ese momento.
Y, ahora, era la infante quien sufría las consecuencias. Escuchó como pedía refuerzos. Ella no tenía a quien pedírselos o cómo comunicarlo. No en ese momento, al menos. No tenía forma de comunicarse con Ragn o Airgid, así que estaba sola en todo eso. Los dientes de Asradi rechinaron, pero su expresión mutó a una de pavor y preocupación cuando, de repente, aquel callejón se vió invadido por la gente que celebraba aquella festividad y el tipo aprovechó para escabullirse entre el gentío con la niña.
— ¡Desgraciado, vuelve aquí! — Reclamó, intentando seguirle, pero fue inútil.
La cantidad de personas que se habían colado ahí, sin ser aparentemente conscientes de lo que sucedía, le impidieron seguir al tipo y, sobre todo, a la niña. Asradi se sintió terriblemente frustrada, pero si algo tenía seguro es que no iba a dejar las cosas así. Tras unos empujones, apartó a la gente hasta llegar con la madre de la niña.
— Escucha, ¿puedes caminar? Ve a avisar a la Marina. Cuéntales lo que ha pasado. — Ella misma se estaba arriesgando también a ser pillada por el Gobierno con eso, si la Marina intervenía.
Pero la vida de la niña era primero.
— Yo intentaré seguirles y traerla de vuelta. — Le prometió, mirándole a los ojos, antes de darse media vuelta e ir colándose, no sin cierta dificultad, por en medio de la gente.
Iba a ser complicado seguirles el rastro con tanta muchedumbre, pero no iba a dejar sola a esa mocosa.