
Atlas
Nowhere | Fénix
22-11-2024, 08:34 PM
Aguardas hasta el momento que consideras más indicado para lanzarte a por tus objetivos con total decisión. Tu caída de los cielos se ve interrumpida justo en el momento en que haces un veloz cambio de dirección para introducir a Neo en tu trayectoria. Buscas agarrarle, pero, por desgracia, no todo sale siempre como queremos. Has cogido al capitán Vengeance en un descuido, pues así lo refleja la sorpresa de su rostro cuando pasas a su lado. Sin embargo, nadie llega hasta donde él dice haber llegado sin ser alguien habilidoso. Tal vez haya sido un leve sonido emitido por tus plumas al comenzar a dirigirte hacia él. Quizás se trate sencillamente de un sexto sentido que le ha llevado a mirar en tu dirección justo en el momento indicado. No lo sé, la cuestión es que el tipo se percata en el último momento de que estás ahí e intenta apartar el pez espada de tu camino.
Aún así, consigues aferrar uno de sus brazos y tirar un poco de él, lo justo para que el pirata se vea obligado a soltarlo y que el pequeño gyojin caiga en la arena a poca distancia de su captor. Esta vez, sin embargo, Vengeance no lo aferra de nuevo. Por el contrario, se interpone entre vosotros y él. El muchacho sigue en el suelo y, ahora que te puedes fijar un poco mejor, diría que una cuerda torsionada en un nudo marinero aferra sus tobillos y muñecas. Diría que eso justifica por qué vuestro adversario está tan tranquilo con respecto al hecho de que su prisionero se pueda escapar: no puede. Sólo con ver la cuerda salta a la vista lo tensa que está.
—¿Pero quién lo diría? —pregunta en tono sarcástico—. El gran Fiuri, leyenda entre los cazadores de criminales, azote de los océanos y pesadilla de aquellos incapaces de sumergirse en el mar y salir con vida, recurriendo a artimañas y trucos sucios para conseguir su objetivo. ¿Qué ha sido de ti, Fiuri? ¿Dónde queda tu orgullo de antaño? ¿Dónde está lo que valías? —carcajea—. ¿Ahora tienes que recurrir a un sicario, a un pajarito que haga el trabajo sucio y difícil por ti? Pues muy bien, aquí os espero.
Conforme termina de hablar, Vengeance desenfunda dos dagas de su cinto y semiflexiona ambas rodillas, orientándose hacia ti. Puedes apreciar un gesto extasiado en su rostro, como si esa pantomima de huir y esconderse fuese lo que menos le gustase en el mundo. Aún no habéis cruzado golpes y el éxtasis ya comienza a ser visible, destelleante y reluciente, en sus ojos. Su lengua acaricia unos labios resecos después de tantos días con dificultad para acceder a agua potable sin ser localizado. No, nada de eso parece importarle. Diría que solo quiere acabar contigo para que nadie se interponga en la extorsión que trata de hacerle a Fiuri y, después, abandonar Coraltown usando a un mito de los océanos como una simple montura.
—Tortugas marinas, querido, tortugas marinas —susurra en último lugar antes de liberar un potente grito con el que pretende hacer saber que está listo para el enfrentamiento.
Aún así, consigues aferrar uno de sus brazos y tirar un poco de él, lo justo para que el pirata se vea obligado a soltarlo y que el pequeño gyojin caiga en la arena a poca distancia de su captor. Esta vez, sin embargo, Vengeance no lo aferra de nuevo. Por el contrario, se interpone entre vosotros y él. El muchacho sigue en el suelo y, ahora que te puedes fijar un poco mejor, diría que una cuerda torsionada en un nudo marinero aferra sus tobillos y muñecas. Diría que eso justifica por qué vuestro adversario está tan tranquilo con respecto al hecho de que su prisionero se pueda escapar: no puede. Sólo con ver la cuerda salta a la vista lo tensa que está.
—¿Pero quién lo diría? —pregunta en tono sarcástico—. El gran Fiuri, leyenda entre los cazadores de criminales, azote de los océanos y pesadilla de aquellos incapaces de sumergirse en el mar y salir con vida, recurriendo a artimañas y trucos sucios para conseguir su objetivo. ¿Qué ha sido de ti, Fiuri? ¿Dónde queda tu orgullo de antaño? ¿Dónde está lo que valías? —carcajea—. ¿Ahora tienes que recurrir a un sicario, a un pajarito que haga el trabajo sucio y difícil por ti? Pues muy bien, aquí os espero.
Conforme termina de hablar, Vengeance desenfunda dos dagas de su cinto y semiflexiona ambas rodillas, orientándose hacia ti. Puedes apreciar un gesto extasiado en su rostro, como si esa pantomima de huir y esconderse fuese lo que menos le gustase en el mundo. Aún no habéis cruzado golpes y el éxtasis ya comienza a ser visible, destelleante y reluciente, en sus ojos. Su lengua acaricia unos labios resecos después de tantos días con dificultad para acceder a agua potable sin ser localizado. No, nada de eso parece importarle. Diría que solo quiere acabar contigo para que nadie se interponga en la extorsión que trata de hacerle a Fiuri y, después, abandonar Coraltown usando a un mito de los océanos como una simple montura.
—Tortugas marinas, querido, tortugas marinas —susurra en último lugar antes de liberar un potente grito con el que pretende hacer saber que está listo para el enfrentamiento.