Irina Volkov
Witch Eye
Hoy, 12:47 AM
El aire helado de la noche acariciaba el rostro de Irina mientras avanzaba por las calles desiertas, cada paso tan preciso como los movimientos que la definían. La misión estaba cumplida, pero su mente ya delineaba los contornos de lo que vendría. Los informes que recibiría pronto del Cipher Pol eran más que una simple formalidad, eran piezas de un rompecabezas que nunca parecía terminar, un juego estratégico donde el tablero cambiaba constantemente, pero su papel como reina permanecía inalterable. De repente, el zumbido en su auricular rompió el silencio, una señal que Irina reconoció de inmediato. Era un canal privado, reservado para comunicaciones de emergencia. —Agente Irina —dijo una voz grave y familiar. Era el superior principal— Hay algo que no mencionamos en la sala de reuniones. Una anomalía. Durante la operación en Logue Town, se detectaron movimientos inusuales en un puerto cercano. Un carguero abandonó la zona minutos antes de que detonaras las cargas. Queremos que investigues.
Irina respondió sin dudar, ajustando el auricular y cambiando su rumbo hacia el puerto. —Entendido. Estoy en camino.— El puerto estaba sumido en penumbras, salvo por las luces intermitentes de algunas embarcaciones. Las sombras bailaban sobre el agua, creando un ambiente de tensión palpable. Irina se movió con el sigilo de una predadora, evitando los reflectores y los escasos guardias que patrullaban la zona. En el aire flotaba el aroma salado del mar mezclado con algo metálico, un indicio de que algo fuera de lo común se ocultaba allí. Desde una posición elevada, observó el carguero que la voz en el auricular había mencionado. Su estructura oxidada y desgastada no coincidía con la actividad sospechosa reportada. Sin embargo, su instinto le decía que había más de lo que aparentaba. Sacó un pequeño dron de exploración de su bolsa y lo lanzó al aire. El dispositivo, silencioso y eficiente, comenzó a transmitir imágenes en tiempo real a un visor en su muñeca. Dentro del carguero, Irina detectó movimiento. Hombres armados descargaban cajas marcadas con símbolos que no reconocía de inmediato. Pero algo más captó su atención, un contenedor especial, protegido con cerraduras electrónicas y custodiado por al menos cuatro individuos. La situación requería un enfoque cuidadoso. Irina analizó el entorno y trazó un plan en segundos. Descendió de su posición con la agilidad de un felino, evitando ser vista, y se acercó al carguero por su lado más oscuro. Usando una de sus ganzúas electrónicas, abrió una compuerta lateral y se infiltró en la nave. El interior estaba en penumbras, con un leve zumbido que emanaba del sistema eléctrico. Avanzó con cautela, siguiendo el eco de las voces hasta llegar a una pasarela que le dio una vista privilegiada del área principal.
A través del visor de su muñeca, activó el dron para escanear las cajas. Los resultados confirmaron sus sospechas: armas avanzadas y equipo militar, probablemente destinado a reforzar otra célula rebelde. Pero lo que realmente llamó su atención fue el contenedor especial. Sus sensores no lograban identificar su contenido. — Demasiadas variables desconocidas. — Pensó Irina, mientras calculaba sus próximos movimientos. Sabía que si se retiraba ahora, perdería la oportunidad de neutralizar una amenaza mayor. Sin embargo, un enfrentamiento directo en ese momento sería imprudente. Con precisión quirúrgica, colocó un pequeño rastreador en el casco del carguero y configuró una transmisión segura para que el Cipher Pol pudiera monitorear el barco. Luego, regresó a su posición inicial sin ser detectada. Había cumplido con su deber inmediato, pero su instinto le decía que esta operación era solo la punta del iceberg. Horas después, Irina estaba de vuelta en el cuartel general, revisando los datos recopilados. Frente a ella, una pantalla proyectaba las imágenes del carguero, el contenedor y los hombres que lo protegían.
Irina respondió sin dudar, ajustando el auricular y cambiando su rumbo hacia el puerto. —Entendido. Estoy en camino.— El puerto estaba sumido en penumbras, salvo por las luces intermitentes de algunas embarcaciones. Las sombras bailaban sobre el agua, creando un ambiente de tensión palpable. Irina se movió con el sigilo de una predadora, evitando los reflectores y los escasos guardias que patrullaban la zona. En el aire flotaba el aroma salado del mar mezclado con algo metálico, un indicio de que algo fuera de lo común se ocultaba allí. Desde una posición elevada, observó el carguero que la voz en el auricular había mencionado. Su estructura oxidada y desgastada no coincidía con la actividad sospechosa reportada. Sin embargo, su instinto le decía que había más de lo que aparentaba. Sacó un pequeño dron de exploración de su bolsa y lo lanzó al aire. El dispositivo, silencioso y eficiente, comenzó a transmitir imágenes en tiempo real a un visor en su muñeca. Dentro del carguero, Irina detectó movimiento. Hombres armados descargaban cajas marcadas con símbolos que no reconocía de inmediato. Pero algo más captó su atención, un contenedor especial, protegido con cerraduras electrónicas y custodiado por al menos cuatro individuos. La situación requería un enfoque cuidadoso. Irina analizó el entorno y trazó un plan en segundos. Descendió de su posición con la agilidad de un felino, evitando ser vista, y se acercó al carguero por su lado más oscuro. Usando una de sus ganzúas electrónicas, abrió una compuerta lateral y se infiltró en la nave. El interior estaba en penumbras, con un leve zumbido que emanaba del sistema eléctrico. Avanzó con cautela, siguiendo el eco de las voces hasta llegar a una pasarela que le dio una vista privilegiada del área principal.
A través del visor de su muñeca, activó el dron para escanear las cajas. Los resultados confirmaron sus sospechas: armas avanzadas y equipo militar, probablemente destinado a reforzar otra célula rebelde. Pero lo que realmente llamó su atención fue el contenedor especial. Sus sensores no lograban identificar su contenido. — Demasiadas variables desconocidas. — Pensó Irina, mientras calculaba sus próximos movimientos. Sabía que si se retiraba ahora, perdería la oportunidad de neutralizar una amenaza mayor. Sin embargo, un enfrentamiento directo en ese momento sería imprudente. Con precisión quirúrgica, colocó un pequeño rastreador en el casco del carguero y configuró una transmisión segura para que el Cipher Pol pudiera monitorear el barco. Luego, regresó a su posición inicial sin ser detectada. Había cumplido con su deber inmediato, pero su instinto le decía que esta operación era solo la punta del iceberg. Horas después, Irina estaba de vuelta en el cuartel general, revisando los datos recopilados. Frente a ella, una pantalla proyectaba las imágenes del carguero, el contenedor y los hombres que lo protegían.