Alistair
Mochuelo
Ayer, 07:49 AM
El acero consiguió conectar con el cuerpo de Morty, y con ello, el combate se había decidido de una vez por todas. O al menos eso fue lo que su idealista cabeza imaginó por un momento, cuando sintió la resistencia del cuerpo contra el metal y provocó sendas heridas capaz de tirar sobre su espalda incluso al animal mas resistente. Pero este era un caso muy diferente a un mamífero promedio, alimentado por deseos simples y vivir su día a día sin caer presa de alguien más. No, su oponente en este caso era un humano con tres razones más para seguir peleando hasta las últimas, movido por una voluntad que -debía sincerarse- podía llegar a envidiar con todo su corazón incluso tratándose de su contrincante. Que Morty fuese quien debía derrotar no significaba que le tuviera menos respeto, sino todo lo contrario.
No había que ver mas lejos que las intenciones del humano a pesar de su estado, sosteniendo sus puños en una posición de boxeador que fallaba en sostenerse a sí misma y se desarmaba sola por el extremo agotamiento del hombre, que había sido sometido a mucho más de lo que su cuerpo podía permitirse. Donde otro encontraría espacio para burla, el revolucionario solo podía ver a alguien que ponía cada gota de su fuerza interna en cumplir un objetivo, incluso si era malintencionado, y en vengar a sus hermanos que a sus ojos habían caído en una profesión en la que se jugaban la vida a diario.
Alistair lo reconocía por quien era, y a su comportamiento frente a la adversidad, algo por lo que le hubiera aplaudido si le quedaran las suficientes fuerzas para consumir en tales acciones adicionales.
Algo que muy rápidamente pudo notar era lo que más le faltaba al momento: Energía. Tan pronto su cuerpo pudo detenerse del todo, relajarse y la adrenalina ocupando sus vasos sanguíneos superó su tiempo de utilidad para finalmente desaparecer, su cuerpo experimentó de golpe la consecuencia de todos los movimientos, el desgaste y el dolor que su cuerpo no había tenido oportunidad de exteriorizar adecuadamente en toda extensión antes. Una mezcla de querer caer sobre sus rodillas, pinchazos en cada grupo muscular de su cuerpo y una falta de aire que intentó compensar como pudo con inhalaciones más grandes y prolongadas, sin mencionar el sudor de su cuerpo que le obligaría a tomar una cantidad inhumana de agua tan pronto pudiera. Y para rematar, el estómago le rugía... Quería comer aunque sea un alimento pequeño pronto, pero antes de eso, tenía una tarea más importante y urgente que cumplir.
El emplumado deslizaría sus espadas dentro de sus respectivas fundas, una a la vez, notando cómo hasta sujetar las mencionadas herramientas era un trabajo que suponía un esfuerzo palpable para este punto, reflejado en un pequeño temblor sobre sus manos que era virtualmente imperceptible para un espectador, pero lo suficientemente perceptible para el lunarian. Casi agradecía haber acabado con el combate en ese preciso instante, o habría estado en graves problemas a manos del hermano restante.
Tomó una bocanada enorme de aire, la mas grande que había hecho hasta ahora, y le dirigió la palabra al médico. — Alfred, ¿llevas contigo equipo médico? Con vendajes debería bastar, o al menos trozos de tela que puedan ayudar con la hemorragia. Te los compensaré después. — Hablaba con tranquilidad casi innatural; mas allá de que fuese una costumbre de un médico de combate el salir del conflicto para luego tratar a los heridos, se trataba de una persona particularmente centrada cuando una vida estaba en riesgo. Sabía lo que tenía que hacer, y entendía perfectamente que las dudas solo provocaban demoras y errores. Si quería que todos los hombres salieran bien parados del intercambio, debía actuar tan pronto pudiera. Incluso si Alfred carecía del equipo, no tenía reparo alguno en arrancarse pedazos de tela de sus propias mangas para doblar como equipo médico rudimentario.
— También te agradecería si puedes ayudarme a examinarlos, asegurarte de quiénes necesitan estabilizarse urgentemente y te pongas manos a la obra. — Pidió, intentando ir al punto central de manera tajante. No tenían segundos por perder, en especial porque algunos ya llevaban un rato en su estado sin atención. — Y... Descuida. Ambos sabemos que no están en condiciones de hacer nada. Y si de alguna manera estuvieran tan descansados como para intentar una tontería, yo me encargaré de ellos nuevamente, ¿de acuerdo? — Era un intento apresurado pero con confianza por remover cualquier duda con la que pudiera cargar Alfred. Al final del día, eran las mismas personas que momentos atrás intentaron meterle una paliza grupal para recuperar lo que sea que les hubiese quitado, si mantenía en mente el fragmento de historia que conocía.
Inició con los chequeos pertinentes, evaluando la gravedad de las heridas de cada uno de los hermanos y empezando a tratar inmediata e individualmente en orden de urgencia; quienes estuviesen mas cerca de palmarla por la gravedad de sus heridas serían tratados primero, pero a todos les daría los tratamientos necesarios preliminares para que al menos su condición se pudiera mantener estable, por maltratada que ésta pudiera ser. Su prioridad inicial era evitar las muertes de los hermanos, y luego podría mejorar la integridad de cada uno hasta un punto que pudiera considerar aceptable, y que no dejase ninguna secuela física permanente e imposible de tratar. Una vez terminara, cargaría con ellos cuidadosamente para juntarlos en un mismo punto, un lugar donde pudiera vigilarlos simultáneamente -e incluso se tomaría la molestia de rebuscar un poco en el patio y tomar prestado cualquier elemento capaz de atarlos sin presionar en exceso-.
No sería un proceso rápido, pero personalmente se aseguraría dos -y hasta tres- veces de que todos los hermanos quedarían en buena salud, con cada herida debidamente tratada y con su movimiento restringido para evitar cualquier sorpresa inesperada. Finalmente, podía permitirse un descanso, algo que su cuerpo interpretó de manera muy literal al desplomarse con su propio peso en contra, sentándose de culo de manera algo forzosa pero reacomodándose poco después. Era hora de las respuestas. — Me debes algunas respuestas, Alfred. — Sonó algo demandante al inicio, pero pronto se corrigió para no intimidar innecesariamente al hombre; no era su fuerte. — Descuida. A diferencia de lo que dije antes, no te arrastraré hasta la custodia de ningún Marine ni nada parecido. No es como si ellos fuesen a verme con buena cara, de cualquier manera. — Bromeó ligeramente mientras dejó escapar una risa corta entre dientes, intentando aligerar el ambiente tras todo lo que había ocurrido. — Pero si me gustaría tener una imagen mas clara de la historia. Si los hermanos han dicho la verdad, hay bastante contexto que ha quedado por fuera. Y... si las cosas van por los lados que me estoy imaginando, yo personalmente me encargaré de que todo pueda salir como quieres. Pero primero, necesito saber que eres quien dices ser, y tienes en mente el mejor interés de alguien más. — Ahora pasaría a escuchar, suponiendo que Alfred estuviera dispuesto a hablar. Incluso tomó la oportunidad para sacar una de sus barras de granola y darle un bocado tras otro, además de ofrecerle la otra al médico si tenía el apetito para ello.
No había que ver mas lejos que las intenciones del humano a pesar de su estado, sosteniendo sus puños en una posición de boxeador que fallaba en sostenerse a sí misma y se desarmaba sola por el extremo agotamiento del hombre, que había sido sometido a mucho más de lo que su cuerpo podía permitirse. Donde otro encontraría espacio para burla, el revolucionario solo podía ver a alguien que ponía cada gota de su fuerza interna en cumplir un objetivo, incluso si era malintencionado, y en vengar a sus hermanos que a sus ojos habían caído en una profesión en la que se jugaban la vida a diario.
Alistair lo reconocía por quien era, y a su comportamiento frente a la adversidad, algo por lo que le hubiera aplaudido si le quedaran las suficientes fuerzas para consumir en tales acciones adicionales.
Algo que muy rápidamente pudo notar era lo que más le faltaba al momento: Energía. Tan pronto su cuerpo pudo detenerse del todo, relajarse y la adrenalina ocupando sus vasos sanguíneos superó su tiempo de utilidad para finalmente desaparecer, su cuerpo experimentó de golpe la consecuencia de todos los movimientos, el desgaste y el dolor que su cuerpo no había tenido oportunidad de exteriorizar adecuadamente en toda extensión antes. Una mezcla de querer caer sobre sus rodillas, pinchazos en cada grupo muscular de su cuerpo y una falta de aire que intentó compensar como pudo con inhalaciones más grandes y prolongadas, sin mencionar el sudor de su cuerpo que le obligaría a tomar una cantidad inhumana de agua tan pronto pudiera. Y para rematar, el estómago le rugía... Quería comer aunque sea un alimento pequeño pronto, pero antes de eso, tenía una tarea más importante y urgente que cumplir.
El emplumado deslizaría sus espadas dentro de sus respectivas fundas, una a la vez, notando cómo hasta sujetar las mencionadas herramientas era un trabajo que suponía un esfuerzo palpable para este punto, reflejado en un pequeño temblor sobre sus manos que era virtualmente imperceptible para un espectador, pero lo suficientemente perceptible para el lunarian. Casi agradecía haber acabado con el combate en ese preciso instante, o habría estado en graves problemas a manos del hermano restante.
Tomó una bocanada enorme de aire, la mas grande que había hecho hasta ahora, y le dirigió la palabra al médico. — Alfred, ¿llevas contigo equipo médico? Con vendajes debería bastar, o al menos trozos de tela que puedan ayudar con la hemorragia. Te los compensaré después. — Hablaba con tranquilidad casi innatural; mas allá de que fuese una costumbre de un médico de combate el salir del conflicto para luego tratar a los heridos, se trataba de una persona particularmente centrada cuando una vida estaba en riesgo. Sabía lo que tenía que hacer, y entendía perfectamente que las dudas solo provocaban demoras y errores. Si quería que todos los hombres salieran bien parados del intercambio, debía actuar tan pronto pudiera. Incluso si Alfred carecía del equipo, no tenía reparo alguno en arrancarse pedazos de tela de sus propias mangas para doblar como equipo médico rudimentario.
— También te agradecería si puedes ayudarme a examinarlos, asegurarte de quiénes necesitan estabilizarse urgentemente y te pongas manos a la obra. — Pidió, intentando ir al punto central de manera tajante. No tenían segundos por perder, en especial porque algunos ya llevaban un rato en su estado sin atención. — Y... Descuida. Ambos sabemos que no están en condiciones de hacer nada. Y si de alguna manera estuvieran tan descansados como para intentar una tontería, yo me encargaré de ellos nuevamente, ¿de acuerdo? — Era un intento apresurado pero con confianza por remover cualquier duda con la que pudiera cargar Alfred. Al final del día, eran las mismas personas que momentos atrás intentaron meterle una paliza grupal para recuperar lo que sea que les hubiese quitado, si mantenía en mente el fragmento de historia que conocía.
Inició con los chequeos pertinentes, evaluando la gravedad de las heridas de cada uno de los hermanos y empezando a tratar inmediata e individualmente en orden de urgencia; quienes estuviesen mas cerca de palmarla por la gravedad de sus heridas serían tratados primero, pero a todos les daría los tratamientos necesarios preliminares para que al menos su condición se pudiera mantener estable, por maltratada que ésta pudiera ser. Su prioridad inicial era evitar las muertes de los hermanos, y luego podría mejorar la integridad de cada uno hasta un punto que pudiera considerar aceptable, y que no dejase ninguna secuela física permanente e imposible de tratar. Una vez terminara, cargaría con ellos cuidadosamente para juntarlos en un mismo punto, un lugar donde pudiera vigilarlos simultáneamente -e incluso se tomaría la molestia de rebuscar un poco en el patio y tomar prestado cualquier elemento capaz de atarlos sin presionar en exceso-.
No sería un proceso rápido, pero personalmente se aseguraría dos -y hasta tres- veces de que todos los hermanos quedarían en buena salud, con cada herida debidamente tratada y con su movimiento restringido para evitar cualquier sorpresa inesperada. Finalmente, podía permitirse un descanso, algo que su cuerpo interpretó de manera muy literal al desplomarse con su propio peso en contra, sentándose de culo de manera algo forzosa pero reacomodándose poco después. Era hora de las respuestas. — Me debes algunas respuestas, Alfred. — Sonó algo demandante al inicio, pero pronto se corrigió para no intimidar innecesariamente al hombre; no era su fuerte. — Descuida. A diferencia de lo que dije antes, no te arrastraré hasta la custodia de ningún Marine ni nada parecido. No es como si ellos fuesen a verme con buena cara, de cualquier manera. — Bromeó ligeramente mientras dejó escapar una risa corta entre dientes, intentando aligerar el ambiente tras todo lo que había ocurrido. — Pero si me gustaría tener una imagen mas clara de la historia. Si los hermanos han dicho la verdad, hay bastante contexto que ha quedado por fuera. Y... si las cosas van por los lados que me estoy imaginando, yo personalmente me encargaré de que todo pueda salir como quieres. Pero primero, necesito saber que eres quien dices ser, y tienes en mente el mejor interés de alguien más. — Ahora pasaría a escuchar, suponiendo que Alfred estuviera dispuesto a hablar. Incluso tomó la oportunidad para sacar una de sus barras de granola y darle un bocado tras otro, además de ofrecerle la otra al médico si tenía el apetito para ello.