El rubio afirmó haber visto algo en el horizonte y le ofreció un aventón, algo que el peliblanco no podía rechazar. Carecía de cualquier forma de movilidad más allá de sus piernas, y si Rag había percibido que algo se acercaba, actuar era la única opción. El bribón de ojos dorados no dudó un instante. Saltó ágilmente hacia el rubio mientras este comenzaba a elevarse, acomodándose sobre su hombro en un movimiento que ya había realizado antes; poco a poco comenzaba a volverse costumbre ayudarse entre ellos. Desenfundó su rifle francotirador con rapidez, apoyándolo contra su hombro mientras ajustaba la mira.
Ubben dejó escapar una suave respiración, centrando toda su atención a través de la mirilla. Una chispa rojiza iluminó su mirada, señal de que había activado su Kenbunshoku Haki. Su percepción se expandió como un radar invisible que abarcaba hasta 750 metros a la redonda. Cada pez bajo el agua, cada ave en el cielo, incluso cualquier figura humana dentro de ese rango quedaban marcados en su mente. Nada podía escapar a su detección. —La sirena se está adelantando bastante con Umi...— dijo en voz baja, manteniendo la mirada fija a través de la mira —En cualquier momento salen de mi radar—
Asradi y Umibozu avanzaban rápidamente hacia el punto donde Rag había señalado algo extraño. La velocidad con la que se desplazaban les estaba llevando fuera del rango del peliblanco, algo que no le hacía ninguna gracia. —Tengo un alcance de 100 metros aproximados con el rifle. Ante cualquier movimiento extraño dentro de mi rango, dispararé.— Afirmó con frialdad, ajustaba la posición del arma, listo para cualquier eventualidad. El viento golpeaba su rostro, pero Ubben apenas lo notaba. Su atención estaba completamente enfocada en su entorno, escaneando con su haki los alrededores, en busqueda de cualquier inidicio de emboscada o peligro inminente. A medida que avanzaban, el contorno de lo que parecía ser un barco comenzó a hacerse visible en la distancia. Ubben tensó ligeramente los dedos sobre el gatillo, con sus sentidos agudizados al máximo.
Mientras tanto, intentanba concentrarse en las emociones de quienes se encontraban sobre el barco, intentando desvelar sus intenciones, así como medir la fuerza de quienes habían asustado a los peces... si es que fueron ellos quienes los asustaron.
Ubben dejó escapar una suave respiración, centrando toda su atención a través de la mirilla. Una chispa rojiza iluminó su mirada, señal de que había activado su Kenbunshoku Haki. Su percepción se expandió como un radar invisible que abarcaba hasta 750 metros a la redonda. Cada pez bajo el agua, cada ave en el cielo, incluso cualquier figura humana dentro de ese rango quedaban marcados en su mente. Nada podía escapar a su detección. —La sirena se está adelantando bastante con Umi...— dijo en voz baja, manteniendo la mirada fija a través de la mira —En cualquier momento salen de mi radar—
Asradi y Umibozu avanzaban rápidamente hacia el punto donde Rag había señalado algo extraño. La velocidad con la que se desplazaban les estaba llevando fuera del rango del peliblanco, algo que no le hacía ninguna gracia. —Tengo un alcance de 100 metros aproximados con el rifle. Ante cualquier movimiento extraño dentro de mi rango, dispararé.— Afirmó con frialdad, ajustaba la posición del arma, listo para cualquier eventualidad. El viento golpeaba su rostro, pero Ubben apenas lo notaba. Su atención estaba completamente enfocada en su entorno, escaneando con su haki los alrededores, en busqueda de cualquier inidicio de emboscada o peligro inminente. A medida que avanzaban, el contorno de lo que parecía ser un barco comenzó a hacerse visible en la distancia. Ubben tensó ligeramente los dedos sobre el gatillo, con sus sentidos agudizados al máximo.
Mientras tanto, intentanba concentrarse en las emociones de quienes se encontraban sobre el barco, intentando desvelar sus intenciones, así como medir la fuerza de quienes habían asustado a los peces... si es que fueron ellos quienes los asustaron.