Alexandra
Alex
Ayer, 02:18 PM
Alexandra se apresuró a volver a entrar al vestuario y aún con los nervios a flor de piel recogió todas sus cosas que habían quedado desparramadas por el banquillo de este. Notaba como el corazón le iba a mil puesto que nunca había visto a nadie en esa... condición y no pensaba que fuera a pasar el primer día de entrar a la Marina. Suspiró mientras salía al pasillo donde Roran y Camille se encontraban, probablemente en silencio o manteniendo alguna que otra conversación.
— Y-ya puedes pasar, Roran...
Alexandra lo dijo con hilillo de voz, intentando mirar a cualquier lugar menos donde estuviera el Marine. No sabía muy bien como reaccionar y lo único que quería era que ese momento se acabara cuanto antes.
—Claro, nos vemos luego— contestó Roran mientras entraba de nuevo.
En cuanto el chico desapareció notó como la tensión sobre sus hombros desaparecía pudiendo respirar un poco mejor.
—¿Y ahora que...?
Le preguntó a Camille, la cual tenía un atisbo de sonrisa en su cara. Llevaba con esa expresión desde que había salido del vestuario, y la verdad es que tenía que admitir que desde fuera era una situación bastante cómica, lo que provocó que una risilla se escapara de la garganta de Alexandra y que acabara convirtiéndose en una gran carcajada. Era dulce y melódica, algo que contrastaba drásticamente con la apariencia de la chica que a unas primeras para las personas que no estuvieran acostumbradas podía parecer incluso intimidante.
En cuanto acabó se secó una lagrimilla del lagrimal, notándose mucho más relajada. Siguió a la Oni por los pasillos de la Marina pensando que iba a tener que pedir ayuda más adelante para poder guiarse por allí ya que le parecían todos iguales. al cabo de un rato llegaron a unas dependencias, un pequeño cuartito que no tenía nada de especial, salvo una cama, una mesita y una silla. La cabeza de la chica no paraba de dar vueltas pensando en como podría decorarla para que se pareciera un poco más a un hogar ya que estaría allí durante mucho tiempo. De momento se adelanto, sentándose en el colchón para comprobar su comodidad; menos mal que no era de muelles. Luego empezó a sacar sus pertenencias de la mochila no se había llevado gran cosa: un peluche de una orca que le había regalado su abuelo, un marco con una foto de ellos dos en el cual este tenía cogida a una pequeña Alexandra en brazos y los dos miraban sonrientes a la cámara mientras se daban un abrazo. Y lo más importante de todo: su cámara de fotos, era pequeñita pero esperaba poder retratar grandes cosas con ellas.
—Oye, Cami, ¿podrías acompañarme cuando acabe tu turno a Logue? Me gustaría conocer un poco la ciudad...
— Y-ya puedes pasar, Roran...
Alexandra lo dijo con hilillo de voz, intentando mirar a cualquier lugar menos donde estuviera el Marine. No sabía muy bien como reaccionar y lo único que quería era que ese momento se acabara cuanto antes.
—Claro, nos vemos luego— contestó Roran mientras entraba de nuevo.
En cuanto el chico desapareció notó como la tensión sobre sus hombros desaparecía pudiendo respirar un poco mejor.
—¿Y ahora que...?
Le preguntó a Camille, la cual tenía un atisbo de sonrisa en su cara. Llevaba con esa expresión desde que había salido del vestuario, y la verdad es que tenía que admitir que desde fuera era una situación bastante cómica, lo que provocó que una risilla se escapara de la garganta de Alexandra y que acabara convirtiéndose en una gran carcajada. Era dulce y melódica, algo que contrastaba drásticamente con la apariencia de la chica que a unas primeras para las personas que no estuvieran acostumbradas podía parecer incluso intimidante.
En cuanto acabó se secó una lagrimilla del lagrimal, notándose mucho más relajada. Siguió a la Oni por los pasillos de la Marina pensando que iba a tener que pedir ayuda más adelante para poder guiarse por allí ya que le parecían todos iguales. al cabo de un rato llegaron a unas dependencias, un pequeño cuartito que no tenía nada de especial, salvo una cama, una mesita y una silla. La cabeza de la chica no paraba de dar vueltas pensando en como podría decorarla para que se pareciera un poco más a un hogar ya que estaría allí durante mucho tiempo. De momento se adelanto, sentándose en el colchón para comprobar su comodidad; menos mal que no era de muelles. Luego empezó a sacar sus pertenencias de la mochila no se había llevado gran cosa: un peluche de una orca que le había regalado su abuelo, un marco con una foto de ellos dos en el cual este tenía cogida a una pequeña Alexandra en brazos y los dos miraban sonrientes a la cámara mientras se daban un abrazo. Y lo más importante de todo: su cámara de fotos, era pequeñita pero esperaba poder retratar grandes cosas con ellas.
—Oye, Cami, ¿podrías acompañarme cuando acabe tu turno a Logue? Me gustaría conocer un poco la ciudad...