¿Sabías que…?
... Oda tenía pensado bautizar al cocinero de los Mugiwaras con el nombre de Naruto, pero justo en ese momento, el manga del ninja de Konoha empezó a tener mucho éxito y en consecuencia, el autor de One Piece decidió cambiarle el nombre a Sanji.
[Aventura] La violencia no se resuelve con violencia... O Quizás sí [T.4.]
Lemon Stone
MVP
Debería renunciar y dejar que otro de mis compañeros se ocupe de ustedes, panda de bichos raros. Creo que lo más difícil será determinar quién es el más raro de todos ustedes, y supongo que podré hacerlo cuando termine esta aventura.
 
Por diferentes razones, y también por caprichos del destino, todos ustedes se encuentran en el puerto de la Isla Kilombo en las proximidades de un barco de tamaño medio, que tampoco llama demasiado la atención. Es lo suficientemente largo como para que en este viajen más de veinte hombres musculosos y atractivos, si es que aquí toda la gente es hermosa. Como dije antes, lo realmente vistoso es la mujer de cabellos negros que dirige al grupo de marineros que descargan efusivamente un montón de cajas. Aún les queda la mitad, pero van a muy buen ritmo, y estoy seguro de que habrían terminado en menos de una hora de no ser por la intervención de Gretta.
 
Gretta, la mujer te dirige una fría mirada con sus ojos grisáceos. Por un momento, puedes sentir que eres incapaz de rivalizar con su belleza, con sus piernas largas y delgadas, con su cintura estrecha y sus labios carnosos y carmesíes. Sin embargo, recuerdas que ella no tiene pelos en el cuerpo. Tampoco unos pechos tan cómodos como los tuyos. Mucho menos un hocico capaz de zamparse un racimo de bananas sin mayor esfuerzo. El caso es que puedes notar cierto ápice de desprecio en su mirada, en sus gestos.
 
-¿Por qué no vuelves al maldito zoológico y dejas que mis estúpidos hombres continúen trabajando, cerda puta malparida? -te responde, enfadada. Hay algo que no calza en ella. Es hermosa, refinada y parece sumamente elegante, pero lo que acaba de salir por su boca… Sí que es una mujer malhablada-. Y de paso llévate a la pandilla de raritos que te vienen olisqueando el culo sudoroso ese que llevas. Largo, vete -te ordena y luego eructa.
 
-Señorita Lucila, no debería ser tan maleducada con las personas -interviene uno de los hombres. Es calvo, mide casi dos metros y medio y va sin camiseta, mostrando unos perfectos pectorales dignos de un Míster Olympia-. Pido disculpas en nombre de mi matrona, está aprendiendo a pulir su lengua. Espero que puedan perdonarla. Si les ha ofendido de sobremanera, ¿podría invitarles a comer para que solucionemos esta ofensa sin necesidad de violencia?
 
Entonces, hace aparición la pequeña ladrona de postres. Vesta, ¿crees que lo tendrás fácil por ser pequeña, hábil y hermosa? ¡Pues no! Hay alguien buscándote en esta isla, alguien que no descansará hasta recuperar su postre, pero pasaremos de él por un breve momento y nos centraremos en Lucila, la mujer del barco. Estás a sus pies, seguramente preocupada por las palabrotas que acaba de soltar, y te mira como si fueras una pobre vagabunda que ha ido a parar en el lugar equivocado. Ese aire de superioridad que percibes en ella puede que te moleste, o puede que estés acostumbrada.
 
-¡Todos fuera de mi maldito barco! -grita Lucila, enfadada, y los hombres musculosos intercambian miradas, dejan las cajas y comienzan a caminar hacia el interior del puerto-. ¡Ustedes no, malditos idiotas! ¡Continúen trabajando, maldita sea! ¡Todos los raritos fuera de mi barco, eso quise decir! -Nuevamente, los hombres intercambian miradas y empiezan a caminar-. ¡¡¡AAAAAGGHHHH!!! ¡ME REFIERO A LOS MALDITOS RARITOS CON MUCHO PELO EN EL CUERPO! -Al parecer, ahora sí han entendido el mensaje puesto que retoman el trabajo.
 
Entre todo este espectáculo, los que están más apartados del lugar (como Lance) podrán notar a una gigantesca figura a unos cuarenta metros. Si alguno se fija bien, se trata de un hombre alto y musculoso, incluso más que todos los tipos del barco, que supera los cuatro metros de altura. Es calvo y su pelada brilla con intensidad, reflejando a la perfección los rayos de sol. Algo que destaca más que su altura es su bigote pelirrojo perfectamente peinado, un mostacho digno de una obra de arte. El gigantón mueve cajas de madera con una mano, como si estuviera buscando algo, y en la otra lleva un enorme saco. De pronto, un grupo de cinco niños se le acerca y el hombre se detiene en su búsqueda. Entonces, abre el saco y comienza a repartir galletitas.
#8


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RE: La violencia no se resuelve con violencia... O Quizás sí [T.4.] - por Lemon Stone - 23-11-2024, 05:47 PM

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