Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Hace 5 horas
Mayura permaneció en silencio tras su intervención, dejando que el espectáculo continuara sin su intervención por un momento. Sus ojos grises observaron a todos los presentes con atención, analizando cada pequeño gesto de su rostro, sus oídos captando cada matiz de los tonos utilizados por los presentes que murmuraban demostrando su desconfianza. No obstante, solo le llamaba le intrigaba en cómo el robusto hombre intentaba mantener una fachada de control absoluto, incluso cuando era evidente que el comentario del Pavo Real había tambaleado su confianza en los planos y quizás, solo quizás, en todo el equipo. Fue justo lo que el elegante pirata pretendía, una pequeña semilla de duda plantada en el corazón de todos los presentes.
Ya estando solos, sentados frente a frente, con una sonrisa levemente seductora y rozando a lo burlona, Mayura ajustó su chaleco acomodándolo con el mismo cuidado con el que un artista afina los últimos detalles de su obra. Luego, apoyó sus manos sobre las rodillas de Porter con los brazos entrelazados y liberando un largo suspiro antes de responder. — Querido Porter, no hay duda de que este plan tiene la delicadeza de una sinfonía cuidadosamente ensayada. — comenzó, su tono ligeramente seductor, pero con un trasfondo de sinceridad, increíblemente había obviado el sarcasmo en sus palabras. — Sin embargo, no olvides que soy un pirata. Por supuesto que cambiaría algo, de hecho… — su tono se volvió más serio a pesar de que su sonrisa se mantenía mientras se reincorporaba y recostaba en su silla, mirando fijamente los ojos de su acompañante. — Cambiaria absolutamente todo. — Su tono filoso y completamente serio como su mirada crearon una tensión instantánea que sería palpable para cualquier presente.
Tras otro largo suspiro y peinar su rostro con la mano derecha, se paró del asiento con su característico arte y elegancia, dando un giro de baile para posicionarse a espaldas de su compañero y posar sus manos en su hombro simulando un masaje. — No lo tomes a mal, mi intención no es poner en tela de juicio tu brillantez, sino asegurarme de que no se nos escape ninguna nota desafinada antes de nuestra gran función. Confío en tu plan, de hecho, ese es el problema, siento que, de todos, solo puedo confiar en ti. — Tras aquellos susurros seductores, hizo una pausa teatral mientras continuaba con su masaje, dejando que el silencio llenara la sala antes de continuar. — Es un plan tan “sólido”, como quien lo planeó. Muy sólido querido, tal y como me gusta. — El tono seductor y la fuerza del masaje fueron aumentando con cada palabra, la tensión del ambiente no era problemática, era intensa, pero en emociones, sentimientos y verdades.
Alejándose en un abrir y cerrar de ojos, retomo su toque teatral y característico realizando otro giro de baile posándose nuevamente frente a Porter, solo que ahora “escondiéndose” detrás de la silla en la que estaba sentado, ligeramente agachado dejando ver la mitad de su rosto y sus manos posadas en la parte superior de la misma. — Pero la improvisación es algo que todos deberíamos estar preparados para afrontar. Esa cámara que mencioné no debería ser un problema si la incluimos en el margen de nuestras capacidades. La pregunta es: ¿cuánto margen estás dispuesto a concederle a lo inesperado? O mejor aún… ¿Cuánto botín estas dispuesto a perder por un error o con compañeros que se volverán inservibles después de cumplir su propósito? — su tono ya pícaro mientas otra sonrisa seguida de una carcajada se dibujaba en su rosto, sus ojos siempre fijos en su compañero, buscando analizar cada respuesta de esta interacción antes de finalizar su imprudente intromisión.
Mayura hizo una pausa, lanzándole una mirada significativa a la puerta por donde el resto del equipo había salido minutos antes. — Pero, querido Porter, permíteme recordarte que los mejores espectáculos son aquellos que saben adaptarse a los imprevistos. Confía en mí, es bueno robarse el espectáculo de vez en cuando. — Finalmente, Mayura se paró y acercó hasta detenerse junto a Porter, colocando una mano ligera pero firme en su hombro derecho, masajeándole una última vez. — En resumen, el plan tiene mi sello de aprobación, pero no olvides que la flexibilidad puede ser nuestra mayor aliada. Así que, si algo sale mal, recuerda: yo estaré allí para improvisar un final digno de un aplauso cerrado. Después de todo, soy tu comodín, mi prioridad es asegurar que tu y yo salgamos con todo el botín posible. — Le ofreció una última sonrisa cargada de carisma antes de alejarse, esta vez dirigiéndose hacia la puerta.
— Ahora, si me disculpas, usaré estas horas para disfrutar un poco de lo que ofrece este hermoso y elegante hotel digno de alguien como yo. Después de todo, no puedo permitir que esta noche sea lo único memorable de mi visita a Vodka Shore. — Con un elegante movimiento, Mayura se despidió, dejando la habitación, frenando de golpe antes justo antes de cerrar la puerta, entrando solo su cabeza al salón. — Si me necesitas, sabes mi número de habitación. — solo los dioses sabrán el límite de la picardía del pavo real, aquel guiño y voz seductora de seguro obtendrían una calificación de restricción para mayores de edad. No obstante, no esperó respuesta a ese comentario, ahora buscaría dejarlo solo con sus pensamientos y su propio reflejo en los planos extendidos sobre la mesa, el discurso preparado y aquella ultima invitación indecente.
Ya estando solos, sentados frente a frente, con una sonrisa levemente seductora y rozando a lo burlona, Mayura ajustó su chaleco acomodándolo con el mismo cuidado con el que un artista afina los últimos detalles de su obra. Luego, apoyó sus manos sobre las rodillas de Porter con los brazos entrelazados y liberando un largo suspiro antes de responder. — Querido Porter, no hay duda de que este plan tiene la delicadeza de una sinfonía cuidadosamente ensayada. — comenzó, su tono ligeramente seductor, pero con un trasfondo de sinceridad, increíblemente había obviado el sarcasmo en sus palabras. — Sin embargo, no olvides que soy un pirata. Por supuesto que cambiaría algo, de hecho… — su tono se volvió más serio a pesar de que su sonrisa se mantenía mientras se reincorporaba y recostaba en su silla, mirando fijamente los ojos de su acompañante. — Cambiaria absolutamente todo. — Su tono filoso y completamente serio como su mirada crearon una tensión instantánea que sería palpable para cualquier presente.
Tras otro largo suspiro y peinar su rostro con la mano derecha, se paró del asiento con su característico arte y elegancia, dando un giro de baile para posicionarse a espaldas de su compañero y posar sus manos en su hombro simulando un masaje. — No lo tomes a mal, mi intención no es poner en tela de juicio tu brillantez, sino asegurarme de que no se nos escape ninguna nota desafinada antes de nuestra gran función. Confío en tu plan, de hecho, ese es el problema, siento que, de todos, solo puedo confiar en ti. — Tras aquellos susurros seductores, hizo una pausa teatral mientras continuaba con su masaje, dejando que el silencio llenara la sala antes de continuar. — Es un plan tan “sólido”, como quien lo planeó. Muy sólido querido, tal y como me gusta. — El tono seductor y la fuerza del masaje fueron aumentando con cada palabra, la tensión del ambiente no era problemática, era intensa, pero en emociones, sentimientos y verdades.
Alejándose en un abrir y cerrar de ojos, retomo su toque teatral y característico realizando otro giro de baile posándose nuevamente frente a Porter, solo que ahora “escondiéndose” detrás de la silla en la que estaba sentado, ligeramente agachado dejando ver la mitad de su rosto y sus manos posadas en la parte superior de la misma. — Pero la improvisación es algo que todos deberíamos estar preparados para afrontar. Esa cámara que mencioné no debería ser un problema si la incluimos en el margen de nuestras capacidades. La pregunta es: ¿cuánto margen estás dispuesto a concederle a lo inesperado? O mejor aún… ¿Cuánto botín estas dispuesto a perder por un error o con compañeros que se volverán inservibles después de cumplir su propósito? — su tono ya pícaro mientas otra sonrisa seguida de una carcajada se dibujaba en su rosto, sus ojos siempre fijos en su compañero, buscando analizar cada respuesta de esta interacción antes de finalizar su imprudente intromisión.
Mayura hizo una pausa, lanzándole una mirada significativa a la puerta por donde el resto del equipo había salido minutos antes. — Pero, querido Porter, permíteme recordarte que los mejores espectáculos son aquellos que saben adaptarse a los imprevistos. Confía en mí, es bueno robarse el espectáculo de vez en cuando. — Finalmente, Mayura se paró y acercó hasta detenerse junto a Porter, colocando una mano ligera pero firme en su hombro derecho, masajeándole una última vez. — En resumen, el plan tiene mi sello de aprobación, pero no olvides que la flexibilidad puede ser nuestra mayor aliada. Así que, si algo sale mal, recuerda: yo estaré allí para improvisar un final digno de un aplauso cerrado. Después de todo, soy tu comodín, mi prioridad es asegurar que tu y yo salgamos con todo el botín posible. — Le ofreció una última sonrisa cargada de carisma antes de alejarse, esta vez dirigiéndose hacia la puerta.
— Ahora, si me disculpas, usaré estas horas para disfrutar un poco de lo que ofrece este hermoso y elegante hotel digno de alguien como yo. Después de todo, no puedo permitir que esta noche sea lo único memorable de mi visita a Vodka Shore. — Con un elegante movimiento, Mayura se despidió, dejando la habitación, frenando de golpe antes justo antes de cerrar la puerta, entrando solo su cabeza al salón. — Si me necesitas, sabes mi número de habitación. — solo los dioses sabrán el límite de la picardía del pavo real, aquel guiño y voz seductora de seguro obtendrían una calificación de restricción para mayores de edad. No obstante, no esperó respuesta a ese comentario, ahora buscaría dejarlo solo con sus pensamientos y su propio reflejo en los planos extendidos sobre la mesa, el discurso preparado y aquella ultima invitación indecente.