
Manon S. Du Soleil
Mao/Drine
23-11-2024, 09:49 PM
El destello en los ojos de la niña me reconrdaba al par de ojos hermosos e igual de soleados que los míos que, en mi infancia, pertenecían a la personita más especial de mi vida. Siempre me habían gustado los niños pequeños, jugar con ellos era un privilegio en muchas ocasiones, debido a que mi tamaño, incluso siendo el tamaño mínimo de un oni, seguía siendo mucho mayor al de las especies que se acercaban más al tamaño “humano” por decirlo de alguna forma. Es por eso que la mirada resplandeciente de la niña no me permitió negarme a que toque mis cuernos, había tanta inocencia en esos encantadores ojos pardos que mi corazón se derretía como un helado en el sol del verano. Aunque no podía decir que tenía un corazón helado, quizás sí uno ardiente, y la pequeña estaba echándole leña al fuego del cariño que ardía en mi núcleo.
Me quedé ensimismada por un momento, pensando en los recuerdos que me traía esto, no era la primera vez en mi vida que me arrojaban un pelotazo, en absoluto, los cuernos de los oni siempre son un centro de atención para la mayoría, así como nuestra altura imponente, aunque los gigantes nos superan en ese aspecto, obviamente, sin embargo, los cuernos tienden a ser el foco de muchas personas y se preguntan si son reales, si nos duele que los golpeen, si son suaves al tacto, ásperos, si los pulimos. Muchas cosas que cualquiera se preguntaría genuinamente, el problema es cuando esas preguntas vienen con la típica poca tolerancia y narcisismo de los niños o los adolescentes; aunque muchos adultos, por no decir una gran parte, también están dotados de estos rasgos tan encantadores.
Estos niños en particular parecían tener esa disposición desagradable, bueno, la mayoría, exceptuando esta pequeña, chaparra, que no debía tener más de 5 o 6 años y que se había quedado a pesar del posible temor que tenía a ser acusada por las acciones de sus amigos, si es que eso eran, es decir ¿Quién abandona sus amigos? Tuve la intención de resoplar, pero no quería ofender a la niña o hacerle pensar que su presencia era indeseada, así que me contuve y le sonreí suavemente, inclinando un poco la cabeza para que mis cuernos capten debidamente la luz solar que les daría un rebrillo rojizo como el de mi cabello.
. – Está bien, si quieres tocarlos primero me gustaría saber tu nombre, pequeña valiente.
. – Me llamo Febe, señorita de los cuernitos.
. – Yo soy Manon, Febe, eres una niña muy dulce ¿Sabes?
Ella se llevó las manos a la espalda con timidez y se balanceó de lado a lado, intenté no reírme, pasó de ser una niña valiente y acusadora a una niña tímida, realmente era bonito ver a los niños queriendo parecer fuertes, solo para volver a su estado original. Busqué con mis ojos al resto del grupo de pequeños que habían pateado la pelota, pero no aparecían por ningún lado, vaya compañeros eran. Lo que sí noté fue la sombra que intentaba ocultarse en un callejón cercano, era difícil no darse cuenta de su presencia, era enorme, aunque bien podría ser que la persona que proyectaba esa sombra fuera pequeña, pero el ángulo en el que se colocaba hacía que su sombra parezca mucho mayor de lo que era. Por un momento pensé que tendría que adivinar, pero la persona misteriosa no tardó mucho en darse a conocer, y no estaba equivocada al suponer que se trataba de alguien alto, para ser más precisos, era otra oni.
¡Hacía tanto que no veía a alguien de mi misma especie! ¡Y era increíblemente alta! Debía sacarme, al menos, un metro y medio. Los soles en mis ojos se fijaron en ella como si hubiese visto pasar un fantasma o estuviera experimentando una epifanía, incluso si no era de tipo religioso. Cuando habló me sacó de mi estupor y negué con la cabeza, colocándome las manos en la cintura con los brazos en jarras.
. – ¡Gracias por la preocupación! Pero son solo niños problemáticos, nada con lo que no haya lidiado antes. –Esbocé una sonrisa radiante, que podría tener unos cuantos vatios según mis madres– No te había visto antes, obviamente. Soy Manon Du Soleil ¿Y tú?
A pesar de su altura lucía mucho más joven que yo, los oni podíamos ser extremadamente altos, pero, como otras especies, no siempre nuestra apariencia indicaba la edad que teníamos. Moví la nariz, captando el aroma del sudor recientemente lavado, la tierra fértil y el aroma de las verduras recién cultivadas, tenía una nariz bastante sensible, podía decirse que mi olfato era un sentido aumentado de alguna forma, lo que me permitía rastrear con agudeza ciertos aromas u olores característicos. Por otro lado, la pequeña Febe tenía sus propias ideas acerca de la nueva cara con la que se estaba cruzando y, esta vez, estaba fascinada por la altura de la rubia, estirando sus brazos para que le dé un paseo, pero siendo mortalmente rechazada en el momento. El puchero en los labios de la niña fue el primer paso para que mostrase que sus ojos se estaban volviendo brillantes por las lágrimas.
. – Oh, oh… ¡Ah! Eh, puedo darte un paseo, Febe. Pero primero tienes que comportarte bien. –Los ojos de la niña pequeña volvieron a la normalidad y puso un puchero– Primero deja que los adultos hablemos un rato y luego te daré un paseo en mis hombros ¿Te parece un trato justo?
El puchero de la niña se hizo más pequeño.
. – … ¿Puede darme un poco de su postre?
Pequeña compradora– ¡Claro! Puedes sentarte con nosotras, te daré mi postre y nos dejarás hablar. –La sonrisa en su carita se hizo presente y corrió a la mesa en la que me había sentado hace unos minutos para ir a comerse mi postre, bueno, era el precio por la felicidad de una niña. Miré a la Oni frente a mi y le sonreí– Los niños no son tu área de experticia verdad ¿Por qué no nos sentamos a hablar antes de que Febe fulmine mi bebida también?
Hice un ademán con la mano, invitándola a mi mesa a medida que me encaminaba a ella. Me senté junto a la niña, esperando a la oni y le di un sorbo al batido de chocolate.
. – Hace muchísimo no veo a uno de los nuestros ¿Llevas mucho en la isla?
Me quedé ensimismada por un momento, pensando en los recuerdos que me traía esto, no era la primera vez en mi vida que me arrojaban un pelotazo, en absoluto, los cuernos de los oni siempre son un centro de atención para la mayoría, así como nuestra altura imponente, aunque los gigantes nos superan en ese aspecto, obviamente, sin embargo, los cuernos tienden a ser el foco de muchas personas y se preguntan si son reales, si nos duele que los golpeen, si son suaves al tacto, ásperos, si los pulimos. Muchas cosas que cualquiera se preguntaría genuinamente, el problema es cuando esas preguntas vienen con la típica poca tolerancia y narcisismo de los niños o los adolescentes; aunque muchos adultos, por no decir una gran parte, también están dotados de estos rasgos tan encantadores.
Estos niños en particular parecían tener esa disposición desagradable, bueno, la mayoría, exceptuando esta pequeña, chaparra, que no debía tener más de 5 o 6 años y que se había quedado a pesar del posible temor que tenía a ser acusada por las acciones de sus amigos, si es que eso eran, es decir ¿Quién abandona sus amigos? Tuve la intención de resoplar, pero no quería ofender a la niña o hacerle pensar que su presencia era indeseada, así que me contuve y le sonreí suavemente, inclinando un poco la cabeza para que mis cuernos capten debidamente la luz solar que les daría un rebrillo rojizo como el de mi cabello.
. – Está bien, si quieres tocarlos primero me gustaría saber tu nombre, pequeña valiente.
. – Me llamo Febe, señorita de los cuernitos.
. – Yo soy Manon, Febe, eres una niña muy dulce ¿Sabes?
Ella se llevó las manos a la espalda con timidez y se balanceó de lado a lado, intenté no reírme, pasó de ser una niña valiente y acusadora a una niña tímida, realmente era bonito ver a los niños queriendo parecer fuertes, solo para volver a su estado original. Busqué con mis ojos al resto del grupo de pequeños que habían pateado la pelota, pero no aparecían por ningún lado, vaya compañeros eran. Lo que sí noté fue la sombra que intentaba ocultarse en un callejón cercano, era difícil no darse cuenta de su presencia, era enorme, aunque bien podría ser que la persona que proyectaba esa sombra fuera pequeña, pero el ángulo en el que se colocaba hacía que su sombra parezca mucho mayor de lo que era. Por un momento pensé que tendría que adivinar, pero la persona misteriosa no tardó mucho en darse a conocer, y no estaba equivocada al suponer que se trataba de alguien alto, para ser más precisos, era otra oni.
¡Hacía tanto que no veía a alguien de mi misma especie! ¡Y era increíblemente alta! Debía sacarme, al menos, un metro y medio. Los soles en mis ojos se fijaron en ella como si hubiese visto pasar un fantasma o estuviera experimentando una epifanía, incluso si no era de tipo religioso. Cuando habló me sacó de mi estupor y negué con la cabeza, colocándome las manos en la cintura con los brazos en jarras.
. – ¡Gracias por la preocupación! Pero son solo niños problemáticos, nada con lo que no haya lidiado antes. –Esbocé una sonrisa radiante, que podría tener unos cuantos vatios según mis madres– No te había visto antes, obviamente. Soy Manon Du Soleil ¿Y tú?
A pesar de su altura lucía mucho más joven que yo, los oni podíamos ser extremadamente altos, pero, como otras especies, no siempre nuestra apariencia indicaba la edad que teníamos. Moví la nariz, captando el aroma del sudor recientemente lavado, la tierra fértil y el aroma de las verduras recién cultivadas, tenía una nariz bastante sensible, podía decirse que mi olfato era un sentido aumentado de alguna forma, lo que me permitía rastrear con agudeza ciertos aromas u olores característicos. Por otro lado, la pequeña Febe tenía sus propias ideas acerca de la nueva cara con la que se estaba cruzando y, esta vez, estaba fascinada por la altura de la rubia, estirando sus brazos para que le dé un paseo, pero siendo mortalmente rechazada en el momento. El puchero en los labios de la niña fue el primer paso para que mostrase que sus ojos se estaban volviendo brillantes por las lágrimas.
. – Oh, oh… ¡Ah! Eh, puedo darte un paseo, Febe. Pero primero tienes que comportarte bien. –Los ojos de la niña pequeña volvieron a la normalidad y puso un puchero– Primero deja que los adultos hablemos un rato y luego te daré un paseo en mis hombros ¿Te parece un trato justo?
El puchero de la niña se hizo más pequeño.
. – … ¿Puede darme un poco de su postre?
Pequeña compradora– ¡Claro! Puedes sentarte con nosotras, te daré mi postre y nos dejarás hablar. –La sonrisa en su carita se hizo presente y corrió a la mesa en la que me había sentado hace unos minutos para ir a comerse mi postre, bueno, era el precio por la felicidad de una niña. Miré a la Oni frente a mi y le sonreí– Los niños no son tu área de experticia verdad ¿Por qué no nos sentamos a hablar antes de que Febe fulmine mi bebida también?
Hice un ademán con la mano, invitándola a mi mesa a medida que me encaminaba a ella. Me senté junto a la niña, esperando a la oni y le di un sorbo al batido de chocolate.
. – Hace muchísimo no veo a uno de los nuestros ¿Llevas mucho en la isla?