Juuken
Juuken
24-11-2024, 01:43 PM
(Última modificación: 24-11-2024, 11:27 PM por Moderador Condoriano.)
Día 68 de Verano del año 724
Alta mar, en las inmediaciones de Isla Organ.
Le veía delante de mí. Ahí estaba ella. Por fin la había encontrado, después de tantos años, ahí estaba ella. Sonriendo de nuevo frente a mí. No podía creer lo que estaba viendo, la calidez de su sonrisa solo podía ser contrastada por la gran luz que iluminaba y bañaba su reflejo. El sueño se hacía realidad. Juuni estaba delante de mí, al fin la había encontrado. Mi rostro esbozó la mayor sonrisa que nunca había mostrado. Esa sensación de pura y genuína felicidad, me invadió como nunca había sentido en mi interior. Mi corazón daba brincos de alegría dentro de mi pecho. Nunca había sido tan feliz.
Comencé a acercarme hacia ella. A cada paso que daba hacia adelante, la iluminación se desvanecía más. Sin ser consciente continuaba avanzando. Su rostro comenzaba a deformarse. A cada paso que daba, su imagen inundada por la luz se oscurecía y se apagaba. Heridas aparecían por su cuerpo, su piel se secaba, sus ojos se tornaron grises a la vez que la luz dejó de ser brillante, pasando a ser negrura completa. Todo se oscureció mientras su rostro alegre e iluminado pasaba a ser un rostro cadavérico, suspendido por una cuerda invisible por el pecho. Mi rostro pasó de completa felicidad a un terror inexplicable. Hacía tanto que no experimentaba esa sensación, que ya había olvidado lo que era. Quedé completamente paralizado sin ser capaz de reaccionar de ninguna de las formas. Sudor frío recorría mi mente mientras un gesto de terror invadía inevitablemente mi rostro.
-Parece que no aguantó -una voz distorsionada sonó desde mi izquierda. Giré el rostro lentamente, aterrado-. Ahora te toca probar a tí.
Reconocía ese rostro. Jamás olvidaría esos rasgos y esas facciones. Tenía un trozo de tela cubriéndose la boca, una bata blanca y guantes azules. En sus manos sujetaba una de aquellas jeringuillas. El contenido interno de ese recipiente transparente, era tan negro como la oscuridad que nos envolvía. Venía hacia mí, dando pequeños pasos, con una pequeña risa que hacía eco por todas partes. Ese sonido chirriaba en mi mente. No le veía la boca, pero estaba seguro que estaba esbozando una sonrisa maquiavélica tras ese trozo de tela. Así era él, esa persona resultaba inconfundible. Fue aquél que me puso la última inyección, aquella que provocó los mayores dolores que he llegado a experimentar nunca, ese tipo seguramente sería quien habría acabado matando a Juuni, probablemente ella tampoco logró sobrevivir a esa inyección, y después probaron conmigo.
No sabía qué había sido de esa persona. Tras la inyección, y los profundos e intensos dolores que experimenté, perdí el conocimiento. Al despertar tan sólo había ruinas y devastación por doquier, y un profundo agotamiento físico y mental que me impidió siquiera tener energías para resistirme a cualquier cosa. Me había despertado sobre escombros, y cuando quise darme cuenta había dos personas detrás de mí. Mi instinto me decía que me defendiera en ese momento, pero mi cuerpo tan solo pudo caer desplomado al suelo, sin más resistencia que la que el viento podía ofrecerme para resistir caer. La cual ni siquiera resultaba un mínimo efectiva. Por suerte para mí, esas dos personas fueron Marin y Tom, quienes me salvaron y ayudaron los siguientes años.
Ese tipo se iba acercando, cada paso que daba, hacía que sintiera un vuelco al corazón. Comenzaba a respirar con desesperación y con agobio. Mi estómago se retorcía, el pecho me ardía de dolor y mi mente estaba a punto de estallar en un mar de dudas y desesperación. Quería defenderme. Tenía delante a ese tipo que tanto daño había hecho, tanto a mí como a Juuni, por no hablar de todos los que, antes de nosotros, habrían sufrido también con sus torturas y experimentos. Sin embargo el terror me paralizaba. La imagen del cuerpo de Juuni ahí colgado solo conseguía anular toda mi voluntad. Sentía estar a punto de colapsar, mi mente prácticamente estaba quedándose en blanco, era incapaz de escuchar esa risotada que provenía de ese tipo. Tan solo un pitido en mi cabeza que anulaba todo resquicio que todavía pudiera quedar de mí mismo ahí.
-Debes vivir.
Esa voz resonó como un susurro dentro de mí. En cierto modo me hizo olvidar a ese maldito que estaba viniendo hacia mí con la jeringuilla negra. Ya estaba muy cerca. Miré a mi alrededor, buscando el origen de ese susurro. El cuerpo colgando de Juuni emitió un leve destello. Los rasgos cadavéricos habían desaparecido, pero seguía en esa posición, como sujeta por una cuerda invisible que le oprimiera el pecho y la hiciera quedar suspendida en medio del aire. Nuevamente esas palabras resonaron en mi cabeza, a la par que el cuerpo emitía un leve destello. De pronto abrió los ojos, esbozando de nuevo una sonrisa. Mirándome. La tensión y la desesperación comenzaron a desaparecer de mi interior. Ya no escuchaba nada de nadie.
La risa se había esfumado, tan solo prevalecía la imagen de ese tipo, que ahora la veía venir todavía más despacio, como a cámara lenta. Solamente el silencio invadía ahora mi mente. Esa voz no volvió a resonar. La luz volvía a residir desde el cuerpo de Juuni, quien ya no parecía estar colgada ni tenía aspecto de cadáver. Ahora mi voluntad comenzaba a escalar. Ese tipo con su jeringuilla estaba más cerca que nunca de mí ahora. La rabia comenzó a apoderarse de mí, el deseo de acabar con todo, de castigar a esa persona. Estaba a escasos metros ya.
Ahora no había nada que me detuviese. Apreté mi puño derecho, se quedó cubierto del poder de mi habilidad especial. Con un profundo y desgarrador grito lancé ese puñetazo hacia el tipo que estaba ya a escasos dos metros de mí. Mi puño se aproximaba rápidamente hacia él, descargando toda mi furia y frustración mientras gritaba, descargando la adrenalina y rabia contenida contra aquél tipo.
Toda la escena cambió. Mi puñe estaba ahora incrustado en un barril que desbordaba el líquido que contenía. Acababa de abrir los ojos. Un agobiante sudor frío recorría mi frente y todo mi ser. Había vuelto a tener un sueño que me había conseguido despertar entre gritos. Por fortuna estaba solo en aquél cuarto. El barril, que contenía agua, estaba desbordándose, lo había destrozado de ese puñetazo que, inconscientemente, había lanzado en sueños. Lo miré, estaba completamente cubierto con ese material cristalino. Material que ahora había descubierto su nombre, por fin después de tanto tiempo. Mi puño diamantino salió del barril, quebrando más madera a su paso. Pero lo más curioso no fue que estuviera cubierto de diamante, cosa que había hecho inconscientemente en sueños.
-¿Y esto qué es?
Sobre el diamante, había una capa negra que la cubría. Capa que me recordó a la negrura del sueño que acababa de experimentar, de esa agonía que me había atormentado y despertado entre sudores fríos. Esa capa negra de pronto desapareció, pero el diamante prevaleció. Lo quité, mirando mi mano. Todavía recordaba esa sensación, y la curiosidad me pudo, por lo que traté de reproducirla nuevamente. Recordé la frustración, las ganas de destrozarle la cabeza a ese tipo que venía a mí. Mi mente realmente me acababa de hacer una muy mala pasada al obligarme a recordar su rostro. La sensación resultó efectiva, logré volver a reproducir aquello. Mi puño se volvió negro como el carbón, esta vez lo conseguí mantener a voluntad hasta que decidí deshacerlo.
-Interesante.
Susurré casi inconscientemente. No tenía idea de lo que era, no obstante podía hacerme una idea. Se había repetido la sensación. Aquella vez que desperté el haki ocurrió lo mismo, pero en aquella ocasión estaba Lance para ayudarme y explicarme lo que era. En esta ocasión estaba solo, pero posiblemente pudiera estar relacionado, la sensación era similar a cuando intentaba percibir las presencias a mi alrededor. No me quedaba otra que tratar de investigar y buscar el origen de aquello, que tal vez pudiera estar también relacionado con el haki.