Iris
La bala blanca
Hace 6 horas
— No sería la primera vez que lo hago, pero no quería dar una mala impresión a un Marine. — Respondió al chica con toda la naturalidad del mundo— Cuando te crías en ambientes como estos tienes que saber apañártelas por ti misma.
Y era verdad, desde que tenía uso de razón había tenido que sacarse las castañas del fuego ella sola. Suspiró, apartando aquellos pensamientos intrusivos que empezaban a formarse en su mente. Tenía que estar al tanto de lo que le rodeaba o sino aquel viaje no habría servido para nada. Iris siguió a Ares procurando mantenerse a su lado, no porque tuviera miedo de que la escena volviera a repetirse sino porque era un coñazo tener que aguantar a babosos.
No tardaron en llegar a aquel almacén de poca monta. Le sorprendió que en una ciudad como esa estos negocios estuvieran en plena vista, ¿Qué pasa que los Marines no trabajaban en esa ciudad o que? Hacía poco que había caído la noche así que el lugar estaba atestado de gente dificultando la movilidad de la chica, que no dudó en propinar algún que otro codazo o pisotón a aquel que se cruzara en su camino.
— ¿Quieres algo de beber? — Le preguntó a Ares — Te invito.
Acto seguido la Solarian se dirigió a la barra pidiéndose un calimocho — que por suerte tenían— y la bebida que el Diablos prefiriera. Aprovechó ese viaje para analizar el lugar, sí estaba lleno pero cualquier local de Jaya era mucho mejor que ese sitio: La organización brillaba por su ausencia, sí había una mesa de apuestas pero estaba todo el mundo apelotonado enfrente de esta, haciendo que los pobres trabajadores no tuvieran ni espacio para moverse. El ring estaba delimitado por unas vallas las cuales tenían manchas de sangre, al igual que el suelo de este. De momento no había nadie peleándose y parecía que iban a abrir dentro de poco las inscripciones. Iris miró a su acompañante, con una sonrisa picara.
—¿Te hace una pelea, grandullón? No te preocupes que si te encuentras en peligro puedo ayudarte.
Iris nunca rechazaba la oportunidad de ver una buena pelea y por lo que había podido presenciar hacía dos días en el casino aquel chico sabía como darlas. Además sería una buena oportunidad para saber hasta donde llegaban sus habilidades. Por si tenia que salir corriendo.
Y era verdad, desde que tenía uso de razón había tenido que sacarse las castañas del fuego ella sola. Suspiró, apartando aquellos pensamientos intrusivos que empezaban a formarse en su mente. Tenía que estar al tanto de lo que le rodeaba o sino aquel viaje no habría servido para nada. Iris siguió a Ares procurando mantenerse a su lado, no porque tuviera miedo de que la escena volviera a repetirse sino porque era un coñazo tener que aguantar a babosos.
No tardaron en llegar a aquel almacén de poca monta. Le sorprendió que en una ciudad como esa estos negocios estuvieran en plena vista, ¿Qué pasa que los Marines no trabajaban en esa ciudad o que? Hacía poco que había caído la noche así que el lugar estaba atestado de gente dificultando la movilidad de la chica, que no dudó en propinar algún que otro codazo o pisotón a aquel que se cruzara en su camino.
— ¿Quieres algo de beber? — Le preguntó a Ares — Te invito.
Acto seguido la Solarian se dirigió a la barra pidiéndose un calimocho — que por suerte tenían— y la bebida que el Diablos prefiriera. Aprovechó ese viaje para analizar el lugar, sí estaba lleno pero cualquier local de Jaya era mucho mejor que ese sitio: La organización brillaba por su ausencia, sí había una mesa de apuestas pero estaba todo el mundo apelotonado enfrente de esta, haciendo que los pobres trabajadores no tuvieran ni espacio para moverse. El ring estaba delimitado por unas vallas las cuales tenían manchas de sangre, al igual que el suelo de este. De momento no había nadie peleándose y parecía que iban a abrir dentro de poco las inscripciones. Iris miró a su acompañante, con una sonrisa picara.
—¿Te hace una pelea, grandullón? No te preocupes que si te encuentras en peligro puedo ayudarte.
Iris nunca rechazaba la oportunidad de ver una buena pelea y por lo que había podido presenciar hacía dos días en el casino aquel chico sabía como darlas. Además sería una buena oportunidad para saber hasta donde llegaban sus habilidades. Por si tenia que salir corriendo.