Jack D. Agnis
Golden Eyes
24-11-2024, 07:57 PM
Anissa necesitaba actuar rápido. No tenía claro de qué eran capaces esos hermanos, ya fuera contra ella o contra Beto. Él, lamentablemente, era el único que sabía dónde estaba Susanita, y las opciones eran escasas. Tras un instante de reflexión, optó por la solución más directa.
Con un movimiento veloz, lanzas una bala al aire y, apuntando con precisión, disparas hacia ella. Ambas balas chocaron en el aire, desviándose en direcciones opuestas. Una de ellas, redirigida por el impacto, se incrustó en la espalda de Rick Soyer. El hombre apenas tuvo tiempo de sentir una punzada profunda antes de que su corazón pareciera “explotar”.
Sin vida, Rick cayó de espaldas sobre la arena de la playa, pero incluso en la muerte, su brazo se mantuvo firme, aferrando a Beto.
Tom Soyer, al presenciar la escena, soltó un grito desgarrador que resonó en el aire:
—¡NOOOO! ¡MALDITA PERRA! ¿POR QUÉ? ¡SOLO QUERÍAMOS A ESA ESTÚPIDA CERDA! —su voz estaba cargada de rabia y dolor. Aunque no podías verlo, era evidente que estaba llorando.
Aprovechaste su distracción para avanzar hacia su escondite, moviéndote rápidamente entre la arena. Cuando Tom te vio, intentó alzar su arma, pero un golpe certero de tu patada le arrebató la oportunidad. El arma salió despedida de su mano justo cuando tu pie impactaba en su pecho, haciéndolo retroceder hasta chocar su espalda contra el arbol con el cual se estaba cubriendo.
Sin dudar, disparaste, y la bala se alojó en su hombro izquierdo. Tom dejó escapar un grito ahogado mientras, con la otra mano, jalaba el seguro de una granada de humo. Un segundo después, el lugar se llenó de una densa humareda que bloqueaba por completo tu visión.
A pesar de la nube de humo, tus oídos permanecían alerta. Escuchaste claramente como algo caia al suelo pesado en direccion de donde habia disparado.
Si te acercas, podras ver como Tom se encuentra con los ojos cerrados, aun vivo, pero sin poder moverse. La heridad que le has provocado supura sangre a cantaros, si no lo llevas a un medico morira pronto, pero tampoco tienes porqué hacerlo. Estas rodeada de humo, nadie puede verte y como tampoco hay nadie que pueda detener tu arma y darle un buen fin a aquel ser.
Con un movimiento veloz, lanzas una bala al aire y, apuntando con precisión, disparas hacia ella. Ambas balas chocaron en el aire, desviándose en direcciones opuestas. Una de ellas, redirigida por el impacto, se incrustó en la espalda de Rick Soyer. El hombre apenas tuvo tiempo de sentir una punzada profunda antes de que su corazón pareciera “explotar”.
Sin vida, Rick cayó de espaldas sobre la arena de la playa, pero incluso en la muerte, su brazo se mantuvo firme, aferrando a Beto.
Tom Soyer, al presenciar la escena, soltó un grito desgarrador que resonó en el aire:
—¡NOOOO! ¡MALDITA PERRA! ¿POR QUÉ? ¡SOLO QUERÍAMOS A ESA ESTÚPIDA CERDA! —su voz estaba cargada de rabia y dolor. Aunque no podías verlo, era evidente que estaba llorando.
Aprovechaste su distracción para avanzar hacia su escondite, moviéndote rápidamente entre la arena. Cuando Tom te vio, intentó alzar su arma, pero un golpe certero de tu patada le arrebató la oportunidad. El arma salió despedida de su mano justo cuando tu pie impactaba en su pecho, haciéndolo retroceder hasta chocar su espalda contra el arbol con el cual se estaba cubriendo.
Sin dudar, disparaste, y la bala se alojó en su hombro izquierdo. Tom dejó escapar un grito ahogado mientras, con la otra mano, jalaba el seguro de una granada de humo. Un segundo después, el lugar se llenó de una densa humareda que bloqueaba por completo tu visión.
A pesar de la nube de humo, tus oídos permanecían alerta. Escuchaste claramente como algo caia al suelo pesado en direccion de donde habia disparado.
Si te acercas, podras ver como Tom se encuentra con los ojos cerrados, aun vivo, pero sin poder moverse. La heridad que le has provocado supura sangre a cantaros, si no lo llevas a un medico morira pronto, pero tampoco tienes porqué hacerlo. Estas rodeada de humo, nadie puede verte y como tampoco hay nadie que pueda detener tu arma y darle un buen fin a aquel ser.