Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
05-08-2024, 09:48 PM
Durante un breve instante, las miradas de cazador y presa se cruzaron, y Zev vio el miedo reflejado en los ojos de la indefensa criatura. El cervatillo intentó huir, impulsado por un instinto desesperado, pero Zev fue más rápido.
Agarró al animal con firmeza, sintiendo su cuerpo tembloroso entre sus brazos. Sin embargo, el cervatillo no se rindió fácilmente. Moviéndose frenéticamente, el pequeño luchaba por liberarse, pataleando con todas sus fuerzas y dejando escapar gritos agudos en un último intento de supervivencia.
Sin saber de dónde provenía; el Coyote sintió un golpe en su rostro, un golpe menor que solo sirvió para aumentar el caos del forcejeo. Sabía que debía acabar rápidamente con la lucha para evitar atraer a otros depredadores. Con un movimiento preciso, Zev intentó morder el cuello del cervatillo para asegurar su presa, buscando terminar el combate de manera limpia y rápida.
Pero en ese instante, el cervatillo logró un último esfuerzo desesperado. Se retorció violentamente, y justo cuando Zev cerraba sus mandíbulas, la criatura se deslizó entre sus garras. La mordida no fue superficial; pero tampoco tan profunda como para matarlo en el acto. Ahora el cervatillo huía malherido, sangrando y desorientado.
Zev se quedó allí un momento, sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo mientras observaba cómo el cervatillo se alejaba tambaleándose. El aroma metálico de la sangre llenaba el aire, y sus instintos se agudizaban. No iba a dejar que su comida se escapara tan fácilmente. Su corazón palpitaba acelerado y su mente estaba ligeramente obcecada con aquel inusual alimento.
Sin perder más tiempo, Zev se lanzó en persecución, con su agudo sentido del olfato siguiendo el rastro de sangre que el cervatillo dejaba tras de sí. El juego había cambiado; ahora era una caza de rastreo. Sabía que el cervatillo estaba herido y que su oportunidad de capturarlo no había pasado aún. Con su determinación renovada, Zev se movía rápidamente entre la hierba, impulsado por la necesidad de sobrevivir en esta tierra implacable.
En su mente, Zev repasaba sus opciones, analizando cada movimiento del cervatillo y ajustando su propia estrategia. Sabía que el éxito dependía de su habilidad para rastrear y capturar a su presa antes de que el agotamiento o la llegada de otros cazadores complicaran aún más su tarea.
Mientras avanzaba, Zev recordaba la importancia de esta caza. No solo era un medio para saciar su hambre y sed, sino un recordatorio de la lucha constante que era su vida. El Fiero estaba decidido a salir victorioso, su voluntad era tan fuerte como la misma sabana que intentaba desafiar.
Agarró al animal con firmeza, sintiendo su cuerpo tembloroso entre sus brazos. Sin embargo, el cervatillo no se rindió fácilmente. Moviéndose frenéticamente, el pequeño luchaba por liberarse, pataleando con todas sus fuerzas y dejando escapar gritos agudos en un último intento de supervivencia.
Sin saber de dónde provenía; el Coyote sintió un golpe en su rostro, un golpe menor que solo sirvió para aumentar el caos del forcejeo. Sabía que debía acabar rápidamente con la lucha para evitar atraer a otros depredadores. Con un movimiento preciso, Zev intentó morder el cuello del cervatillo para asegurar su presa, buscando terminar el combate de manera limpia y rápida.
Pero en ese instante, el cervatillo logró un último esfuerzo desesperado. Se retorció violentamente, y justo cuando Zev cerraba sus mandíbulas, la criatura se deslizó entre sus garras. La mordida no fue superficial; pero tampoco tan profunda como para matarlo en el acto. Ahora el cervatillo huía malherido, sangrando y desorientado.
Zev se quedó allí un momento, sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo mientras observaba cómo el cervatillo se alejaba tambaleándose. El aroma metálico de la sangre llenaba el aire, y sus instintos se agudizaban. No iba a dejar que su comida se escapara tan fácilmente. Su corazón palpitaba acelerado y su mente estaba ligeramente obcecada con aquel inusual alimento.
Sin perder más tiempo, Zev se lanzó en persecución, con su agudo sentido del olfato siguiendo el rastro de sangre que el cervatillo dejaba tras de sí. El juego había cambiado; ahora era una caza de rastreo. Sabía que el cervatillo estaba herido y que su oportunidad de capturarlo no había pasado aún. Con su determinación renovada, Zev se movía rápidamente entre la hierba, impulsado por la necesidad de sobrevivir en esta tierra implacable.
En su mente, Zev repasaba sus opciones, analizando cada movimiento del cervatillo y ajustando su propia estrategia. Sabía que el éxito dependía de su habilidad para rastrear y capturar a su presa antes de que el agotamiento o la llegada de otros cazadores complicaran aún más su tarea.
Mientras avanzaba, Zev recordaba la importancia de esta caza. No solo era un medio para saciar su hambre y sed, sino un recordatorio de la lucha constante que era su vida. El Fiero estaba decidido a salir victorioso, su voluntad era tan fuerte como la misma sabana que intentaba desafiar.