Sowon
Luna Sangrienta
27-11-2024, 03:14 AM
Verano Día 52
La isla Kilombo escondía siempre alguna historia a los ojos de los turistas, historias de gente trabajadora pero también de carroñeros quienes viven como zánganos alimentando sus recursos en base de robar el trabajo honesto de otros. Esto solo era una parte de los verdaderos problemas que azotaban la isla desde su fundación, pero a diferencia de otros, era uno de esos a los cuales buscarle una solución era sencilla. A diferencia de la via política o incluso diplomática, contratar a una guerrera a sueldo no significaba mucho para aquellos comerciantes con cierta riqueza. Un nombre, se estaba haciendo popular entre la gente de Rostock, las historias de una guerrera cuya espada había destrozado los días de gloria de varios criminales y piratas recordados por haber atormentado a los puestos de mercaderes.
— ¿Bandidos? Entiendo, veo que al menos la idea de llevar mi número pegado a la espalda funcionó. ¡Bwahahaha! Cuente conmigo para llevarlos, aunque debatiremos al vernos como quiere que los entregue si en una pieza o varias. ¡Me pongo en marcha! —
Sowon anotó la dirección del lugar y el nombre del bazar al norte, para su fortuna era un terreno conocido. La Oni acostumbraba a supervisar los bazares, compraba sus bienes en algunos y realizaba favores en otros incluso utilizando su altura para promocionar algunos puestos. El sol del verano se alzaba, pero era sorprendente lo vacío que estaba el lugar, se suponía que estaba cerca de la hora pico aunque tampoco se apreciaban muchas cosas expuestas. Agachó la cabeza para no chocar con el techo de madera, su altura le hacía ver las cosas de una manera peculiar.
— ¡Ustedes tres! Deben ser los que me llamaron, Shinozaki Sowon a sus servicios. ¿Qué sabemos de esos parásitos? ¿Quién viene conmigo? ¿Debo traerlos vivos o prefieren sus cabezas? Por cierto, el techo está un poco apretado y eso que estoy en cuclillas... ¡Los espero en la sombra de ese edificio! —
Se presentó chocando sus largos cuernos contra el tejado y gateando hacia afuera del tejado para levantarse y dirigirse a la sombra de uno de los edificios circundantes del bazar. Donde se cruzó de brazos mientras examinaba en profundidad el lugar, parecía un bazar en aspecto más opulento y exótico que el de la plaza de Rostock, destacando en la calidad de la madera y los techos de cada puestecillo. Incluso visto desde su altura parecía un pequeño tapón de madera rodeado de una jungla de concreto.
— Supongo que atacan las caravanas porque desde aquí pueden huir en varias direcciones, incluso si los atacan a mitad de camino, es una mina de oro para una ruta comercial pero sin seguridad es nadar en un mar de tiburones... —
Reflexionó en silencio al desviar su mirada al camino principal desde donde partían las entregas y llegaba la mercancía, cualquier comerciante soñaría con esa posición al Norte de la Isla y con caminos directos a Rostock, el cuartel de la marina e incluso otros poblados pequeños de Kilombo que constituían una red comercial inmensa. Ni hablar si lograban conectar con el puerto e importar mercadería a otros sectores, el beneficio era evidente e intuía que le pagarían bien en caso de cumplir todas las expectativas. De momento, esperaba por las instrucciones, el calvo había dicho que tenían toda la información relevante y tampoco había notado nada sospechoso en su pequeño camino hasta llegar al Bazar. Los bandidos, suponía, operaban cerca de los cruces en las rutas y a lo mejor estaban estacionados en algún pueblo. No parecía una misión compleja, pero siempre mantenía el respeto al tener que entrar en el terreno de algún enemigo, hasta los días más rutinarios pueden esconder sorpresas inesperadas.