Arthur Soriz
Gramps
27-11-2024, 09:09 PM
(Última modificación: 27-11-2024, 09:10 PM por Arthur Soriz.)
Saber que la mujer estaba fuera de peligro por más que tuviera algún que otro moretón por ese revoloteo en el aire que tuvo antes de 'aterrizar' en suelo firme dejaba mucho más tranquilo a Arthur, el cual se puso frente a ella para protegerla de cualquier eventualidad. Y eventualidad habría, sí ... lamentablemente aquel sujeto, cual animal arrinconado sacó los dientes aterrorizado; el filo de estos era inexistente, pero sí tenía potencial de matar a alguien si disparaba al azar como parecía haría. Podría haber gritado "¡Todos al suelo!" o algo por el estilo más no lo hizo, eso solamente generaría una gran conmoción y podría ser el detonante que llevara al gordo a disparar.
Puso sus brazos a los lados para crear más superficie corporal y así usarla de protección con la pobre mujer que no había hecho nada en su vida más que trabajar para llevar el día a día. Con una expresión decidida y seria, comencé a hablar nuevamente... debía encontrar una forma de convencerlo de que su decisión solamente traería más problemas que soluciones.
— Piensa bien lo que estás haciendo, muchacho ... ¿piensas sacrificar tu vida entera nada más por unos míseros Berries que para peor le tendrás que dar gran parte de estos a tu 'jefe'? ... Tsk tsk~ — hizo una pausa en su hablar, chasqueando la lengua un par de veces y negando con la cabeza mostrando decepción total. — Que desperdicio de juventud, además... tu 'colega' se echó a correr a la primera chance que tuvo... ¿por qué no bajas el arma y solucionamos esto como verdaderos hombres? Mano a mano, sin meter a nadie más de por medio.
La propuesta no era que se entregara porque dudaba que lo hiciera sin más, era que si iba a caer que al menos lo hiciera con honor... no como un maldito cobarde que utiliza tácticas de miedo con tal de sacarle un poco de provecho a una mísera cantidad de dinero que probablemente conseguiría en creces si se esforzara un poco y llevara una vida noble, pulcra... ¿pero no, verdad? Todo lo quieren fácil y ya. Arthur mostraba convicción, ni un ápice de miedo ante la adversidad, incluso cuando su vida podría llegar a correr grave peligro... con tal de que los demás estuvieran a salvo.
— ¿¡Eres un hombre o un cobarde!? ¡habla, maldición! ¡vergüenza debería darte de extorsionar a una bella señora inocente y trabajadora que todos los días se levanta de madrugada para armar su puesto y vender lo que puede! ¡todos aquí hacen lo mismo día a día!
Su voz retumbaba como el tronar de mil tambores de guerra, casi haciendo eco incluso estando en el puerto junto a la costa. Infló sus pulmones notándose cómo su pecho se hinchaba casi al doble de su tamaño.
— ¿¡QUIÉN TE DIO DERECHO DE CREER QUE SU DINERO LES PERTENECE!?
Vociferó a todo pulmón, mirando detrás de aquel sujeto a ver... si de milagro, el Marine novato al que le había pedido que se encargara de los niños había vuelto... no es que fuese su única salvación, pero podría tener su acto heroico si actuaba de forma adecuada y silenciosa por detrás de él. De lo contrario, Arthur tendría que encargarse de este por su cuenta... lo quisiera o no.
Puso sus brazos a los lados para crear más superficie corporal y así usarla de protección con la pobre mujer que no había hecho nada en su vida más que trabajar para llevar el día a día. Con una expresión decidida y seria, comencé a hablar nuevamente... debía encontrar una forma de convencerlo de que su decisión solamente traería más problemas que soluciones.
— Piensa bien lo que estás haciendo, muchacho ... ¿piensas sacrificar tu vida entera nada más por unos míseros Berries que para peor le tendrás que dar gran parte de estos a tu 'jefe'? ... Tsk tsk~ — hizo una pausa en su hablar, chasqueando la lengua un par de veces y negando con la cabeza mostrando decepción total. — Que desperdicio de juventud, además... tu 'colega' se echó a correr a la primera chance que tuvo... ¿por qué no bajas el arma y solucionamos esto como verdaderos hombres? Mano a mano, sin meter a nadie más de por medio.
La propuesta no era que se entregara porque dudaba que lo hiciera sin más, era que si iba a caer que al menos lo hiciera con honor... no como un maldito cobarde que utiliza tácticas de miedo con tal de sacarle un poco de provecho a una mísera cantidad de dinero que probablemente conseguiría en creces si se esforzara un poco y llevara una vida noble, pulcra... ¿pero no, verdad? Todo lo quieren fácil y ya. Arthur mostraba convicción, ni un ápice de miedo ante la adversidad, incluso cuando su vida podría llegar a correr grave peligro... con tal de que los demás estuvieran a salvo.
— ¿¡Eres un hombre o un cobarde!? ¡habla, maldición! ¡vergüenza debería darte de extorsionar a una bella señora inocente y trabajadora que todos los días se levanta de madrugada para armar su puesto y vender lo que puede! ¡todos aquí hacen lo mismo día a día!
Su voz retumbaba como el tronar de mil tambores de guerra, casi haciendo eco incluso estando en el puerto junto a la costa. Infló sus pulmones notándose cómo su pecho se hinchaba casi al doble de su tamaño.
— ¿¡QUIÉN TE DIO DERECHO DE CREER QUE SU DINERO LES PERTENECE!?
Vociferó a todo pulmón, mirando detrás de aquel sujeto a ver... si de milagro, el Marine novato al que le había pedido que se encargara de los niños había vuelto... no es que fuese su única salvación, pero podría tener su acto heroico si actuaba de forma adecuada y silenciosa por detrás de él. De lo contrario, Arthur tendría que encargarse de este por su cuenta... lo quisiera o no.