
Daryl Kilgore
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27-11-2024, 11:16 PM
¿Cómo demonios se habían visto envueltos de repente en esa situación, con un par de desconocidos y dos putísimos marines? Solo de escuchar sus voces, a Daryl le daban ganas de lanzarse a por ellos con sus espadas en la mano, y lo peor es que no sabía quién le caía peor, si el lagarto con la autoestima excesivamente alta, o el oni que cada vez que le miraba, le hacía sentir como si sus ancestros se revolviesen en la tumba. Estaba claro que él no se había criado en Onigashima, como sí lo había hecho Daryl, por lo que no conocía la vida de los de su raza, no había aprendido sus costumbres, la visión que tenían por la vida, lo cual le excusaba hasta cierto punto, pero aún así, le seguía pareciendo deleznable que un oni fuera tan... vago, tan despreocupado, siempre con una broma en la boca. Le hervía la sangre. A Daryl le enseñaron que los demonios son una raza orgullosa, guerrera, que no evitaban el conflicto, sino que lo enfrentaban. Y Johnny era como todo lo contrario.
Aunque era mejor malo conocido que bueno por conocer, o eso decían, así que realmente lo que le perturbaba más en ese momento eran los dos nuevos, sobre todo el peliverde. Estaba claramente tirándole los trastos a Irina. Aunque sabía mejor que nadie que de ahí no saldría nada, que aquellos métodos tan simples no funcionaban con ella, de hecho, ¿había algo que lo hiciera? Lo cierto es que no sabía dónde se estaba metiendo, con quién. Irina jugaría con él como hace una serpiente con un ratoncillo antes de zampárselo de un bocado. Por suerte, el momento no duró demasiado, pues rápidamente el chaval se enzarzó con el lagarto, al final puede que le cayera bien y todo, dependiendo de si se atrevía a darle alguna hostia o no. Iris, por otro lado, se dedicó a pedir comida de sobra y unas bebidas, invitándoles a participar. Pero Daryl no tenía hambre, lo cierto es que podía pegarse días sin comer sin ningún tipo de problema. La comida adormecía, después de comer te daban ganas de descansar un rato, de relajarte mientras hacías la digestión... era para hombres perezosos, en definitiva. Y la verdad es que estaba demasiado ocupado y entretenido viendo las reacciones de Irina, alerta, por si tenía que intervenir, tenso, como si la batalla pudiera comenzar en cualquier momento.
Sobretodo cuando aquel hombre de repente se sentó junto a Irina. Daryl no le quitó el ojo de encima, así que a pesar de la rapidez con la que actuó la pelirroja, fue capaz de ver cómo ésta se había abalanzado sobre él, el bocado que le había dado y la sangre que enseguida la manchó por completo. Muchos se encontrarían confusos ante lo ocurrido, a pesar de que hubieran podido verlo, incluso, y es que nadie sería capaz de imaginar lo que acababa de hacer. Daryl esbozó por primera vez aquella velada, una leve sonrisa al ver a su compañera llena de sangre ajena. Y lo cierto es que Irina sabía jugar muy bien el papel de víctima, de pobre señorita desvalida, carta que aprovechó claramente, sobre todo después de que aquel tipo le pegara el puñetazo. Escuchó la voz de la pelirroja llamarle en un susurro lleno de lágrimas. Daryl giró el rostro hacia ella de manera inmediata, dando un par de pasos hacia la mujer. Sabía que estaba fingiendo, pero aún así, verla llorar le revolvía un poco por dentro. Entonces escuchó su siguiente orden en aquel susurro, "mátalos a todos".
El gesto de su rostro se emsombreció a la vez que sacaba dos de las espadas de sus vainas, empuñando una con cada mano. Aunque era curioso observar cómo tenía una espada más guardada, como si estuviera esperando su turno. Sin pronunciar palabra alguna, se movió con rapidez y eficacia, lo suficiente para que de un momento a otro, apuntase con el filo de las mismas tanto a Ares como a Angelo. No les hirió, simplemente dejó la hoja lo suficientemente cerca como para rozarles ligeramente, notar el frío del metal. — Ya habéis escuchado a la señorita. — Sabía que Irina no lo decía en serio, probablemente, y obviamente no iba a matar a nadie... pero siempre era una buena excusa para empezar una pelea.
Aunque era mejor malo conocido que bueno por conocer, o eso decían, así que realmente lo que le perturbaba más en ese momento eran los dos nuevos, sobre todo el peliverde. Estaba claramente tirándole los trastos a Irina. Aunque sabía mejor que nadie que de ahí no saldría nada, que aquellos métodos tan simples no funcionaban con ella, de hecho, ¿había algo que lo hiciera? Lo cierto es que no sabía dónde se estaba metiendo, con quién. Irina jugaría con él como hace una serpiente con un ratoncillo antes de zampárselo de un bocado. Por suerte, el momento no duró demasiado, pues rápidamente el chaval se enzarzó con el lagarto, al final puede que le cayera bien y todo, dependiendo de si se atrevía a darle alguna hostia o no. Iris, por otro lado, se dedicó a pedir comida de sobra y unas bebidas, invitándoles a participar. Pero Daryl no tenía hambre, lo cierto es que podía pegarse días sin comer sin ningún tipo de problema. La comida adormecía, después de comer te daban ganas de descansar un rato, de relajarte mientras hacías la digestión... era para hombres perezosos, en definitiva. Y la verdad es que estaba demasiado ocupado y entretenido viendo las reacciones de Irina, alerta, por si tenía que intervenir, tenso, como si la batalla pudiera comenzar en cualquier momento.
Sobretodo cuando aquel hombre de repente se sentó junto a Irina. Daryl no le quitó el ojo de encima, así que a pesar de la rapidez con la que actuó la pelirroja, fue capaz de ver cómo ésta se había abalanzado sobre él, el bocado que le había dado y la sangre que enseguida la manchó por completo. Muchos se encontrarían confusos ante lo ocurrido, a pesar de que hubieran podido verlo, incluso, y es que nadie sería capaz de imaginar lo que acababa de hacer. Daryl esbozó por primera vez aquella velada, una leve sonrisa al ver a su compañera llena de sangre ajena. Y lo cierto es que Irina sabía jugar muy bien el papel de víctima, de pobre señorita desvalida, carta que aprovechó claramente, sobre todo después de que aquel tipo le pegara el puñetazo. Escuchó la voz de la pelirroja llamarle en un susurro lleno de lágrimas. Daryl giró el rostro hacia ella de manera inmediata, dando un par de pasos hacia la mujer. Sabía que estaba fingiendo, pero aún así, verla llorar le revolvía un poco por dentro. Entonces escuchó su siguiente orden en aquel susurro, "mátalos a todos".
El gesto de su rostro se emsombreció a la vez que sacaba dos de las espadas de sus vainas, empuñando una con cada mano. Aunque era curioso observar cómo tenía una espada más guardada, como si estuviera esperando su turno. Sin pronunciar palabra alguna, se movió con rapidez y eficacia, lo suficiente para que de un momento a otro, apuntase con el filo de las mismas tanto a Ares como a Angelo. No les hirió, simplemente dejó la hoja lo suficientemente cerca como para rozarles ligeramente, notar el frío del metal. — Ya habéis escuchado a la señorita. — Sabía que Irina no lo decía en serio, probablemente, y obviamente no iba a matar a nadie... pero siempre era una buena excusa para empezar una pelea.