La revisión seguía su curso y mientras lo hacía, el Doctor Goku respondía a la pregunta de Kobeni, entregando datos de sus misiones un tanto inusuales. Por su apariencia, se podría pensar que era un agente serio e imponente en su trabajo, hasta se podría decir que te podría fulminar con la mirada si así lo quisiera, pero aquellos sucesos como el caerse de la gran escalera de Loguetown le restaban a ese factor intimidante que las personas se podrían hacer con su apariencia y personalidad — Ya veo, debo decir que no esperaba eso de usted, su apariencia deja ver a alguien imponente, más por la musculatura… — La joven obedeció a su médico entregándole su brazo para que éste siguiera con su masaje.
Las múltiples presiones sobre su cuerpo dibujaban una mueca de dolor en el rostro de Kobeni, sí que le faltaba más entrenamiento físico, y uno del duro, además de unos buenos ejercicios de recuperación, talvez su cuerpo se lo agradecería bastante después de cada entrenamiento y misión. Pensamiento que fue refutado por el propio Goku, el doctor de turno, y sí lo decía un profesional pues obvio era cierto. En un momento, el Mink abandonó a Kobeni por breves instantes al mencionar que tenía por ahí unos zapatos para ella, la peli marrón observó desde su camilla como el hombre traía el calzado en sus manos, un par de mocasines formales de color negro, sí, los característicos del traje de vestir.
Ella escuchó atentamente la indicación de acoplarse a los zapatos antes de usarlos de forma efectiva, pues estos eran más pesados que el resto al ser un arma de combate disfrazada, pero eso se vio rápidamente opacado cuando la fuerte mano del pelinegro azotó de forma veloz el trasero de Kobeni, la cual reaccionó en milisegundos, levantándose de la camilla con la ayuda de sus brazos, mirando fijamente a Goku — ¡Mierda! ¡¿Y eso por qué?! — Gritó con rabia, aquel gesto no había sido de su agrado, pero, aunque así fuera, debía bajar la voz en una clínica, cuando se dio cuenta, sus ojos se movieron de lado a lado de forma nerviosa antes de sonreír de forma forzada.
— No fue mi intención gritar, me tomó desprevenida… — Dijo cambiando a un tono más profesional, por un momento ignoró el resto de las indicaciones posteriores de Goku, pero había un cien por ciento de razón ahí, debía cuidar más su cuerpo y el cómo trabajaba sus músculos. Kobeni continuó levantándose para sentarse nuevamente en el borde de la camilla, moviendo ligeramente sus brazos y muñecas para relajarnos antes de tomar su camisa y su saco — Bien… Nuevamente me disculpo por mi arrebato ¿ya puedo vestirme, Doctor? — Su tono de voz había cambiado totalmente a uno más bajo que el anterior, su ya clásico tono de hablar.
Las múltiples presiones sobre su cuerpo dibujaban una mueca de dolor en el rostro de Kobeni, sí que le faltaba más entrenamiento físico, y uno del duro, además de unos buenos ejercicios de recuperación, talvez su cuerpo se lo agradecería bastante después de cada entrenamiento y misión. Pensamiento que fue refutado por el propio Goku, el doctor de turno, y sí lo decía un profesional pues obvio era cierto. En un momento, el Mink abandonó a Kobeni por breves instantes al mencionar que tenía por ahí unos zapatos para ella, la peli marrón observó desde su camilla como el hombre traía el calzado en sus manos, un par de mocasines formales de color negro, sí, los característicos del traje de vestir.
Ella escuchó atentamente la indicación de acoplarse a los zapatos antes de usarlos de forma efectiva, pues estos eran más pesados que el resto al ser un arma de combate disfrazada, pero eso se vio rápidamente opacado cuando la fuerte mano del pelinegro azotó de forma veloz el trasero de Kobeni, la cual reaccionó en milisegundos, levantándose de la camilla con la ayuda de sus brazos, mirando fijamente a Goku — ¡Mierda! ¡¿Y eso por qué?! — Gritó con rabia, aquel gesto no había sido de su agrado, pero, aunque así fuera, debía bajar la voz en una clínica, cuando se dio cuenta, sus ojos se movieron de lado a lado de forma nerviosa antes de sonreír de forma forzada.
— No fue mi intención gritar, me tomó desprevenida… — Dijo cambiando a un tono más profesional, por un momento ignoró el resto de las indicaciones posteriores de Goku, pero había un cien por ciento de razón ahí, debía cuidar más su cuerpo y el cómo trabajaba sus músculos. Kobeni continuó levantándose para sentarse nuevamente en el borde de la camilla, moviendo ligeramente sus brazos y muñecas para relajarnos antes de tomar su camisa y su saco — Bien… Nuevamente me disculpo por mi arrebato ¿ya puedo vestirme, Doctor? — Su tono de voz había cambiado totalmente a uno más bajo que el anterior, su ya clásico tono de hablar.