Manon S. Du Soleil
Mao/Drine
30-11-2024, 04:04 AM
¡Amaba los viajes! Me encantaba surcar los mares en barco, escuchar el sonido de las olas y observar cómo impactaban, muchas veces violentamente, contra el casco; sentir la brisa marina acariciando, o golpeando, mi rostro, volviendo la piel pegajosa en más de una ocasión; trabajar incansablemente en las reparaciones, varias de las cuales no estaban dentro de mi campo de especialización, pero tendrían que estarlo porque en más de una oportunidad no había un carpintero que pudiera encargarse; discutir en muchas situaciones con algunos compañeros, porque la causa de las reparaciones acababa siendo yo, aunque actualmente no sucede tanto como antes. Quizás suene sarcástico, pero, de todas formas, ¡Adoro los viajes! A pesar de que este se estaba sintiendo demasiado largo. Venía desde Loguetown hacia Kilombo, y tuve que viajar desde el Archipiélago Conomi hasta Loguetown… Bueno, quizás el orden era un poco enrevesado, ya que primero había viajado desde Conomi hacia Loguetown y luego desde allí a Kilombo ¿Mejor?
El caso es que aún tendría que ir y venir entre las dos islas los próximos días, por lo que mantenía mi maleta cerrada, sin desarmar, hasta estar segura de que me quedaría por un tiempo largo y tendido en una de las dos bases, a fin de cuentas estaba cumpliendo con mi deber, pero volver al Archipiélago era uno de mis deseos, después de todo la base en la que solía quedarme por más tiempo estaba allí mismo. Me desplacé por la base rápidamente, hablando con uno que otro marine, socializar siempre fue sencillo para mí, desde pequeña, aunque buscar problemas también, pero ese tipo de información era fácil de deducir tras conocerme ¡Ja! Quería saber qué pensaban de mí los marines de este lugar dentro de una semana. Lo malo con algunos compañeros de trabajo es que les cuesta abrirse y están dedicados en demasía al deber.
No es que yo no lo estuviera, pero, inclusive estando en el trabajo, me divertía en muchos aspectos, desde hablar o discutir con compañeros, hasta capturar criminales y hacerles caer todo el peso de la ley, porque muchos de ellos realmente merecían las penas máximas, otros quizás no tanto, pero ¿Quién puede corroborar que no volverán a cometer actos ruines? Mejor acabar con la maleza desde la raíz y evitar que crezca nuevamente, como la hydra, cuando cortas una cabeza, crecen dos más, mejor cauterizar la cabeza cortada o encargarse del cuerpo principal. Si. Mientras dialogaba con una mink murciélago; era la primera vez que veía uno, después de todo los murciélagos son los únicos mamíferos capaces de volar, y no se los suele ver precisamente muy seguido, más bien, se encuentran ocultos la mayor parte del tiempo, por lo que sus parientes humanoides debían ser igual de esquivos, o al menos eso es lo que me explicó la misma mink; escuché los pasos resonantes de alguien.
Intenté no darle importancia, ya que no sería la primera ni la última vez que oía ese tipo de marcha en cualquier base marine, el paso de oca suele ser algo muy común.
. – Creo que es un poco extremo querer que la mayoría de los criminales sean ejecutados, quizás encerrados, pero ¿Ejecutados?
. – Nadie dice que no podrán escapar, no sería la primera vez, además, si escapan causarán estragos, lo que significa que realmente no sirve mantener a muchos de ellos encerrados. –Apoyé una mano en mi cintura, dejando el brazo en jarra, mientras movía mi mano libre para hacer ademanes, acompañando mis palabras– ¿Qué te asegura que se comportarán por fuera de los barrotes y no tendrás que atraparlos de nuevo? Quizás suene muy extremo, pero la justicia debe impartirse para que la maldad no se extienda y…
Parpadeé cuando escuché un carraspeo detrás de mí, interrumpiendo la conversación, no me molestaba realmente, quizás era alguien que deseaba aportar y estaba tratando de llamar nuestra atención para entrar en la conversación. Por eso, di media vuelta, encontrándome con un marine mayor: Era un hombre relativamente más alto que yo, con una masa muscular sorprendente, vestido de azul, negro y amarillo, con una barba y cabello canosos, este último ligeramente largo, atado en una coleta baja. Sus brazos cubiertos de vendas indicaban que entrenaba a diario o se metía en peleas a diario, y las cicatrices decían que se trataba de un hombre que había visto sus batallas. Una sonrisa amistosa apareció en mi rostro cuando me giré completamente hacia él, no esperaba que me llame señorita.
. – ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Necesita algo? ¿O quiere unirse a nuestro debate? –Pregunté directamente, inclinando ligeramente la cabeza, y dejando que la cascada de cabello carmesí y dorado cayera por mi hombro– ¡Ah! Me disculpo, primero las presentaciones, me llamo Manon Du Soleil ¿Quién es usted, caballero?
El caso es que aún tendría que ir y venir entre las dos islas los próximos días, por lo que mantenía mi maleta cerrada, sin desarmar, hasta estar segura de que me quedaría por un tiempo largo y tendido en una de las dos bases, a fin de cuentas estaba cumpliendo con mi deber, pero volver al Archipiélago era uno de mis deseos, después de todo la base en la que solía quedarme por más tiempo estaba allí mismo. Me desplacé por la base rápidamente, hablando con uno que otro marine, socializar siempre fue sencillo para mí, desde pequeña, aunque buscar problemas también, pero ese tipo de información era fácil de deducir tras conocerme ¡Ja! Quería saber qué pensaban de mí los marines de este lugar dentro de una semana. Lo malo con algunos compañeros de trabajo es que les cuesta abrirse y están dedicados en demasía al deber.
No es que yo no lo estuviera, pero, inclusive estando en el trabajo, me divertía en muchos aspectos, desde hablar o discutir con compañeros, hasta capturar criminales y hacerles caer todo el peso de la ley, porque muchos de ellos realmente merecían las penas máximas, otros quizás no tanto, pero ¿Quién puede corroborar que no volverán a cometer actos ruines? Mejor acabar con la maleza desde la raíz y evitar que crezca nuevamente, como la hydra, cuando cortas una cabeza, crecen dos más, mejor cauterizar la cabeza cortada o encargarse del cuerpo principal. Si. Mientras dialogaba con una mink murciélago; era la primera vez que veía uno, después de todo los murciélagos son los únicos mamíferos capaces de volar, y no se los suele ver precisamente muy seguido, más bien, se encuentran ocultos la mayor parte del tiempo, por lo que sus parientes humanoides debían ser igual de esquivos, o al menos eso es lo que me explicó la misma mink; escuché los pasos resonantes de alguien.
Intenté no darle importancia, ya que no sería la primera ni la última vez que oía ese tipo de marcha en cualquier base marine, el paso de oca suele ser algo muy común.
. – Creo que es un poco extremo querer que la mayoría de los criminales sean ejecutados, quizás encerrados, pero ¿Ejecutados?
. – Nadie dice que no podrán escapar, no sería la primera vez, además, si escapan causarán estragos, lo que significa que realmente no sirve mantener a muchos de ellos encerrados. –Apoyé una mano en mi cintura, dejando el brazo en jarra, mientras movía mi mano libre para hacer ademanes, acompañando mis palabras– ¿Qué te asegura que se comportarán por fuera de los barrotes y no tendrás que atraparlos de nuevo? Quizás suene muy extremo, pero la justicia debe impartirse para que la maldad no se extienda y…
Parpadeé cuando escuché un carraspeo detrás de mí, interrumpiendo la conversación, no me molestaba realmente, quizás era alguien que deseaba aportar y estaba tratando de llamar nuestra atención para entrar en la conversación. Por eso, di media vuelta, encontrándome con un marine mayor: Era un hombre relativamente más alto que yo, con una masa muscular sorprendente, vestido de azul, negro y amarillo, con una barba y cabello canosos, este último ligeramente largo, atado en una coleta baja. Sus brazos cubiertos de vendas indicaban que entrenaba a diario o se metía en peleas a diario, y las cicatrices decían que se trataba de un hombre que había visto sus batallas. Una sonrisa amistosa apareció en mi rostro cuando me giré completamente hacia él, no esperaba que me llame señorita.
. – ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Necesita algo? ¿O quiere unirse a nuestro debate? –Pregunté directamente, inclinando ligeramente la cabeza, y dejando que la cascada de cabello carmesí y dorado cayera por mi hombro– ¡Ah! Me disculpo, primero las presentaciones, me llamo Manon Du Soleil ¿Quién es usted, caballero?