
Ubben Sangrenegra
Loki
30-11-2024, 07:14 AM
Mientras surcaba el aire sobre el hombro de Rag, el bribón de ojos dorados y blancos cabellos mantenía la mirada fija en la distancia. El mar se extendía bajo ellos como un manto de peligro latente, después de todo el rubio era usuario de una fruta del diablo, pero la verdadera amenaza estaba más cerca de lo que habría querido. En un instante, su percepción potenciada con el haki de observación detectó un cambio en la hostilidad de Asradi. El golpe recibido por la sirena no solo había incrementado su furia, sino que había puesto en marcha las hostilidades. —Van a hacer enojar a tiburoncín...— comentó con tono casi divertido, aunque sus dorados luceros estaban llenos de concentración.
Ubben centró su mirada a través de la mirilla de su rifle. Allí estaba, el francotirador enemigo, justo en el punto perfecto para un disparo letal que atravesaría directamente la mirilla antes de alcanzar la cabeza del enemigo. El dedo del peliblanco descansaba sobre el gatillo, listo para apretar con precisión quirúrgica apenas el disparo fuese seguro, pero Rag tenía otras ideas y le dijo que no disparase enseguida a matar. Con un movimiento inesperado, el rubio aceleró súbitamente utilizando su gas, desestabilizando al peliblanco que casi pierde el equilibrio. —¡Maldita sea, avisa cuando vayas a hacer tus locuras!— gruñó entre dientes mientras luchaba por recuperar la puntería. La velocidad a la que se desplazaban era considerablemente alta y Ubben terminó por cambiar de estrategia. Antes de que pudiera quejarse más, Rag se despegó de él en pleno aire, dejándolo caer en una trayectoria que parecía más mortal que estratégica. Sin embargo, el bribón de ojos dorados no se dejó intimidar. Tenía que sobrevivir y en lo posible dañar a los enemigos. Las locuras del rubio siempre resultaban más efectivas de lo que parecían, y también, extrañamente divertidas.
Mientras caía, Ubben ajustó su posición con la agilidad de alguien que había realizado estas maniobras más veces de las que le gustaría admitir. Con un movimiento casi felino, apuntó su descenso hacia las velas del barco enemigo, planeando utilizarlas para reducir la velocidad. Al mismo tiempo, sus manos se movieron hasta sus bolsillos, sacando una bomba de humo que le ayudaría a mantener el factor sorpresa. —Esto va a ser interesante...— murmuró para sí mismo mientras lanzaba la bomba un poco más adelante de su posición, generando una nube espesa que cubriría su caida.
Al entrar en el humo, se guió únicamente por su haki. Dentro de esa niebla opaca, deslizandose por la tela de la vela, el mundo se redujo a las señales de su percepción... los movimientos del francotirador enemigo, el flujo de intenciones hostiles, todo estaba claro en su mente. Él era el cazador, y su presa ni siquiera lo vería venir. Justo antes de salir del humo, lanzó un primer ataque. Sus dedos dejaron escapar varias agujas senbon que cortaron el aire en dirección al enemigo, apuntando a puntos estratégicos de su cuerpo. Sin pausa, arrojó también su rifle, usándolo como un arma contundente improvisada que giró en el aire con velocidad hacia las manos del francotirador, buscando desarmarlo antes de que pudiera responder, además de que la expertíz del peliblanco le había enseñado a arrojar objetos de forma en que rebotasen de vuelta a sus manos en una trayectoria controlada. En todo momento se trataba de una ofensiva que no buscaba matar a su oponente, solo neutralizarlo.
Mientras tanto, Ubben continuó su maniobra, deslizando su cuerpo por la vela con destreza, sujetándose de una de las líneas que la ataban a los cabos con la parte trasera de sus rodillas, deslizandose por la cuerda lo justo y suficiente para que pudiera aterrizar de pie en la cubierta, con una elegancia que parecía burlarse del peligro. —Maldita sea, Rompetormentas...— soltó con una sonrisa mientras sacaba más agujas de sus cartucheras y giraba levemente el cuello para aflojar la tensión —Tengo que reconocer que tus entradas son bastante divertidas.—
—Bueno, señores, parece que no nos van a recibir con un brindis...— comentó en voz baja, mientras ajustaba la postura y calculaba sus próximos movimientos. Las agujas descansaban en sus dedos, listas para ser lanzadas en un abrir y cerrar de ojos. Bajo el bote, la figura de Asradi y Umibozu entraban en combate rápidamente. La sirena parecía estar en su propio combate, pero Ubben no podía permitirse el lujo de distraerse. Su enfoque estaba completamente en las personas en cubierta. —Antes de iniciar cualquier pelea innecesaria, me gustaría preguntar algo... ¿Por qué su sirena atacó a nuestra compañera, si no hubo provocación alguna?— La pregunta era curiosidad sincera, sin embargo tambien una forma de provocarles a perder la calma.
—Y antes de que digan de que nostros tambien atacamos, solo quería desarmarlo...— Mencionó el bribón de ojos dorados, mientras daba un último vistazo al francotirador, antes de dejar escapar una risa baja, cargada de burla. —¿No te dijeron que nunca se apunta a alguien mejor que tú?— En ese momento, sintió la hostilidad de Asradi llegar a su peak, en lo que probablemente fue un ataque. —Ok, la negociaciones fallaron...— Bromearía a Ragn, haciendo alusión a la situación de Asradi.
Ubben centró su mirada a través de la mirilla de su rifle. Allí estaba, el francotirador enemigo, justo en el punto perfecto para un disparo letal que atravesaría directamente la mirilla antes de alcanzar la cabeza del enemigo. El dedo del peliblanco descansaba sobre el gatillo, listo para apretar con precisión quirúrgica apenas el disparo fuese seguro, pero Rag tenía otras ideas y le dijo que no disparase enseguida a matar. Con un movimiento inesperado, el rubio aceleró súbitamente utilizando su gas, desestabilizando al peliblanco que casi pierde el equilibrio. —¡Maldita sea, avisa cuando vayas a hacer tus locuras!— gruñó entre dientes mientras luchaba por recuperar la puntería. La velocidad a la que se desplazaban era considerablemente alta y Ubben terminó por cambiar de estrategia. Antes de que pudiera quejarse más, Rag se despegó de él en pleno aire, dejándolo caer en una trayectoria que parecía más mortal que estratégica. Sin embargo, el bribón de ojos dorados no se dejó intimidar. Tenía que sobrevivir y en lo posible dañar a los enemigos. Las locuras del rubio siempre resultaban más efectivas de lo que parecían, y también, extrañamente divertidas.
Mientras caía, Ubben ajustó su posición con la agilidad de alguien que había realizado estas maniobras más veces de las que le gustaría admitir. Con un movimiento casi felino, apuntó su descenso hacia las velas del barco enemigo, planeando utilizarlas para reducir la velocidad. Al mismo tiempo, sus manos se movieron hasta sus bolsillos, sacando una bomba de humo que le ayudaría a mantener el factor sorpresa. —Esto va a ser interesante...— murmuró para sí mismo mientras lanzaba la bomba un poco más adelante de su posición, generando una nube espesa que cubriría su caida.
Al entrar en el humo, se guió únicamente por su haki. Dentro de esa niebla opaca, deslizandose por la tela de la vela, el mundo se redujo a las señales de su percepción... los movimientos del francotirador enemigo, el flujo de intenciones hostiles, todo estaba claro en su mente. Él era el cazador, y su presa ni siquiera lo vería venir. Justo antes de salir del humo, lanzó un primer ataque. Sus dedos dejaron escapar varias agujas senbon que cortaron el aire en dirección al enemigo, apuntando a puntos estratégicos de su cuerpo. Sin pausa, arrojó también su rifle, usándolo como un arma contundente improvisada que giró en el aire con velocidad hacia las manos del francotirador, buscando desarmarlo antes de que pudiera responder, además de que la expertíz del peliblanco le había enseñado a arrojar objetos de forma en que rebotasen de vuelta a sus manos en una trayectoria controlada. En todo momento se trataba de una ofensiva que no buscaba matar a su oponente, solo neutralizarlo.
Mientras tanto, Ubben continuó su maniobra, deslizando su cuerpo por la vela con destreza, sujetándose de una de las líneas que la ataban a los cabos con la parte trasera de sus rodillas, deslizandose por la cuerda lo justo y suficiente para que pudiera aterrizar de pie en la cubierta, con una elegancia que parecía burlarse del peligro. —Maldita sea, Rompetormentas...— soltó con una sonrisa mientras sacaba más agujas de sus cartucheras y giraba levemente el cuello para aflojar la tensión —Tengo que reconocer que tus entradas son bastante divertidas.—
—Bueno, señores, parece que no nos van a recibir con un brindis...— comentó en voz baja, mientras ajustaba la postura y calculaba sus próximos movimientos. Las agujas descansaban en sus dedos, listas para ser lanzadas en un abrir y cerrar de ojos. Bajo el bote, la figura de Asradi y Umibozu entraban en combate rápidamente. La sirena parecía estar en su propio combate, pero Ubben no podía permitirse el lujo de distraerse. Su enfoque estaba completamente en las personas en cubierta. —Antes de iniciar cualquier pelea innecesaria, me gustaría preguntar algo... ¿Por qué su sirena atacó a nuestra compañera, si no hubo provocación alguna?— La pregunta era curiosidad sincera, sin embargo tambien una forma de provocarles a perder la calma.
—Y antes de que digan de que nostros tambien atacamos, solo quería desarmarlo...— Mencionó el bribón de ojos dorados, mientras daba un último vistazo al francotirador, antes de dejar escapar una risa baja, cargada de burla. —¿No te dijeron que nunca se apunta a alguien mejor que tú?— En ese momento, sintió la hostilidad de Asradi llegar a su peak, en lo que probablemente fue un ataque. —Ok, la negociaciones fallaron...— Bromearía a Ragn, haciendo alusión a la situación de Asradi.