Desde su posición en el lado oeste del almacén, Johnny ajustó su sombrero con una mano mientras la otra descansaba despreocupadamente sobre el cinturón que llevaba puesto, más como adorno que como equipo práctico. Sus pasos resonaban ligeramente en el suelo, pero no lo suficiente como para opacar los crujidos que venían de algún lugar distante.
"Perfecto, ahora estoy en medio de un galpón oscuro, probablemente lejos de donde debería estar, y esas cosas inquietantes parecen empezar a susurrar como si fuesen fantasmas... Bravo, Johnny".
Un suave silbido escapó de sus labios mientras trataba de orientarse. Recordaba vagamente haber estado en esta zona alguna vez antes, pero el lugar tenía esa cualidad misteriosa de parecer completamente distinto en la noche.
— La Marina, siempre tan profesional en elegir sus locaciones. Al menos podrían iluminar más, ¿no creen? — murmuró, sin dirigirse a nadie en particular.
Fue entonces cuando escuchó la voz grave de Ares llamándolo desde algún lugar cercano.
— ¿Johnny?
Una sonrisa se formó en su rostro al reconocer el tono del lagarto blanco.
"Ah, siempre tan cálido y amistoso, como un oso de peluche… cubierto de escamas."
Johnny decidió responder, pero antes de hacerlo, le dio un vistazo rápido al área. Nada parecía fuera de lugar, aunque los sonidos seguían ahí, persistentes, como si alguien estuviera jugando con él. Finalmente alzó la voz:
— ¡Ey, Ares! ¿Esa es tu forma de pedirme una cita? Si querías verme, solo tenías que decirlo, amigo.
A pesar del tono ligero, Johnny se movió hacia donde creía haber escuchado al reptil. Mientras lo hacía, notó que los ruidos se hacían más fuertes, pero no pudo determinar exactamente de dónde provenían. Una parte de él quería pensar que era simplemente el viento jugando con las estructuras de madera, pero su instinto le decía que no sería tan sencillo.
— ¿Sabes? — continuó hablando en voz alta mientras trataba de ubicar a Ares — No sé si es peor perderme aquí afuera o descubrir que en realidad estoy caminando directo hacia un monstruo del galpón. Aunque si resulta ser un monstruo, ¿podría convencerlo de que vaya tras alguien más? Quizá Fotun. Ese tipo necesita un poco más de acción en su vida.
De repente, se detuvo. Frente a él, la sombra de lo que parecía ser una pila de cajas se alzaba en un rincón, proyectada por la tenue luz de una lámpara colgante. Johnny entrecerró los ojos, ajustando los lentes que llevaba. Algo en esa pila parecía… fuera de lugar.
— Oye, Ares, si esto resulta ser una trampa, ¿puedes al menos gritar algo heroico antes de que pase?
Se acercó con cuidado, más por curiosidad que por precaución real. Su actitud desenfadada era más fachada que otra cosa; sabía que, en situaciones como estas, era mejor mantener una mente clara y no dejarse llevar por el nerviosismo.
Cuando finalmente alcanzó las cajas, Johnny se inclinó ligeramente para inspeccionarlas. No encontró nada inusual, salvo quizás el polvo acumulado y algunas marcas de garras en la madera que no parecían del todo recientes. Dio un paso atrás, llevándose una mano al mentón mientras reflexionaba en voz alta:
— Hmm, marcas de garras. ¿Eso es parte del "encanto rústico" del lugar o debería preocuparme por una invasión de bichos gigantes?
Antes de que pudiera decidirse, el crujido volvió a sonar, esta vez claramente desde detrás de él. Giró sobre sus talones, su sombrero oscilando con el movimiento, mientras se enfrentaba a la oscuridad con una expresión mezcla de curiosidad y cautela.
— Bueno, esto se está poniendo interesante. Pero, ¿sabes qué sería aún más interesante? ¡Que alguien trajera un putisimo farol!
Consciente de que no podía quedarse ahí parado esperando respuestas, Johnny optó por regresar hacia el área donde Ares había llamado su nombre. Al menos, eso planeaba hasta que un destello de luz rojiza llamó su atención desde el otro lado del almacén. Frunció el ceño, recordando que alguien había mencionado explosivos.
— Oh, genial. Esto no podría mejorar. ¿Quién necesita terror psicológico cuando puedes simplemente volar por los aires?
Aceleró el paso, dirigiéndose hacia el resplandor mientras murmuraba para sí mismo:
— Si salgo de esta, le voy a pedir un aumento a la Marina. Aunque claro, primero tendría que demostrar que trabajo.
Al llegar al área iluminada, encontró a Ares, su figura imponente destacándose en la penumbra. Johnny levantó una mano en saludo, intentando mantener su aire despreocupado.
— Bueno, bueno, mira quién está aquí. ¿Sabes? Por un momento pensé que me ibas a dejar perdido para siempre. Eso habría sido cruel, amigo. Pero oye, ¿has notado ese destello extraño allá atrás?
Señaló hacia donde había visto la luz rojiza, su tono cambiando apenas un poco, volviéndose más serio.
— Quizá deberíamos echarle un vistazo antes de que alguien decida encender fuegos artificiales. Y no digo esto porque esté preocupado, claro. Simplemente no quiero que me culpen si el almacén explota. ¿Vienes o prefieres seguir buscando ratas imaginarias?
Con esa última broma, Johnny se giró hacia la dirección del resplandor, aunque esta vez con más atención a los sonidos que lo rodeaban. Algo le decía que la noche apenas estaba comenzando.
"Perfecto, ahora estoy en medio de un galpón oscuro, probablemente lejos de donde debería estar, y esas cosas inquietantes parecen empezar a susurrar como si fuesen fantasmas... Bravo, Johnny".
Un suave silbido escapó de sus labios mientras trataba de orientarse. Recordaba vagamente haber estado en esta zona alguna vez antes, pero el lugar tenía esa cualidad misteriosa de parecer completamente distinto en la noche.
— La Marina, siempre tan profesional en elegir sus locaciones. Al menos podrían iluminar más, ¿no creen? — murmuró, sin dirigirse a nadie en particular.
Fue entonces cuando escuchó la voz grave de Ares llamándolo desde algún lugar cercano.
— ¿Johnny?
Una sonrisa se formó en su rostro al reconocer el tono del lagarto blanco.
"Ah, siempre tan cálido y amistoso, como un oso de peluche… cubierto de escamas."
Johnny decidió responder, pero antes de hacerlo, le dio un vistazo rápido al área. Nada parecía fuera de lugar, aunque los sonidos seguían ahí, persistentes, como si alguien estuviera jugando con él. Finalmente alzó la voz:
— ¡Ey, Ares! ¿Esa es tu forma de pedirme una cita? Si querías verme, solo tenías que decirlo, amigo.
A pesar del tono ligero, Johnny se movió hacia donde creía haber escuchado al reptil. Mientras lo hacía, notó que los ruidos se hacían más fuertes, pero no pudo determinar exactamente de dónde provenían. Una parte de él quería pensar que era simplemente el viento jugando con las estructuras de madera, pero su instinto le decía que no sería tan sencillo.
— ¿Sabes? — continuó hablando en voz alta mientras trataba de ubicar a Ares — No sé si es peor perderme aquí afuera o descubrir que en realidad estoy caminando directo hacia un monstruo del galpón. Aunque si resulta ser un monstruo, ¿podría convencerlo de que vaya tras alguien más? Quizá Fotun. Ese tipo necesita un poco más de acción en su vida.
De repente, se detuvo. Frente a él, la sombra de lo que parecía ser una pila de cajas se alzaba en un rincón, proyectada por la tenue luz de una lámpara colgante. Johnny entrecerró los ojos, ajustando los lentes que llevaba. Algo en esa pila parecía… fuera de lugar.
— Oye, Ares, si esto resulta ser una trampa, ¿puedes al menos gritar algo heroico antes de que pase?
Se acercó con cuidado, más por curiosidad que por precaución real. Su actitud desenfadada era más fachada que otra cosa; sabía que, en situaciones como estas, era mejor mantener una mente clara y no dejarse llevar por el nerviosismo.
Cuando finalmente alcanzó las cajas, Johnny se inclinó ligeramente para inspeccionarlas. No encontró nada inusual, salvo quizás el polvo acumulado y algunas marcas de garras en la madera que no parecían del todo recientes. Dio un paso atrás, llevándose una mano al mentón mientras reflexionaba en voz alta:
— Hmm, marcas de garras. ¿Eso es parte del "encanto rústico" del lugar o debería preocuparme por una invasión de bichos gigantes?
Antes de que pudiera decidirse, el crujido volvió a sonar, esta vez claramente desde detrás de él. Giró sobre sus talones, su sombrero oscilando con el movimiento, mientras se enfrentaba a la oscuridad con una expresión mezcla de curiosidad y cautela.
— Bueno, esto se está poniendo interesante. Pero, ¿sabes qué sería aún más interesante? ¡Que alguien trajera un putisimo farol!
Consciente de que no podía quedarse ahí parado esperando respuestas, Johnny optó por regresar hacia el área donde Ares había llamado su nombre. Al menos, eso planeaba hasta que un destello de luz rojiza llamó su atención desde el otro lado del almacén. Frunció el ceño, recordando que alguien había mencionado explosivos.
— Oh, genial. Esto no podría mejorar. ¿Quién necesita terror psicológico cuando puedes simplemente volar por los aires?
Aceleró el paso, dirigiéndose hacia el resplandor mientras murmuraba para sí mismo:
— Si salgo de esta, le voy a pedir un aumento a la Marina. Aunque claro, primero tendría que demostrar que trabajo.
Al llegar al área iluminada, encontró a Ares, su figura imponente destacándose en la penumbra. Johnny levantó una mano en saludo, intentando mantener su aire despreocupado.
— Bueno, bueno, mira quién está aquí. ¿Sabes? Por un momento pensé que me ibas a dejar perdido para siempre. Eso habría sido cruel, amigo. Pero oye, ¿has notado ese destello extraño allá atrás?
Señaló hacia donde había visto la luz rojiza, su tono cambiando apenas un poco, volviéndose más serio.
— Quizá deberíamos echarle un vistazo antes de que alguien decida encender fuegos artificiales. Y no digo esto porque esté preocupado, claro. Simplemente no quiero que me culpen si el almacén explota. ¿Vienes o prefieres seguir buscando ratas imaginarias?
Con esa última broma, Johnny se giró hacia la dirección del resplandor, aunque esta vez con más atención a los sonidos que lo rodeaban. Algo le decía que la noche apenas estaba comenzando.