Raiga Gin Ebra
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03-12-2024, 09:59 AM
El impacto de tus botas contra el suelo resuena mientras te aproximas al grupo de piratas que te toca enfrentar. En la distancia, puedes escuchar los ecos de las primeras escaramuzas: disparos, el tintineo de espadas al chocar, gritos de guerra y órdenes desesperadas. Sin embargo, no hay tiempo para preocuparte por los otros grupos; tienes tu propia batalla por librar.
Por cierto, un poco irresponsable haber dejado el fuego sin apagar… No será usted un pirómano, ¿verdad? En fin, menos mal que la vegetación no está demasiado expandida y frenará un poco el avance, pero no del todo. Igualmente me da a mí que vas a salir en las noticias.
En fin, volvamos a la batalla. Frente a ti, diez piratas se posicionan rápidamente al verte llegar. Tres de ellos cargan armas de fuego, ubicándose en la retaguardia. Cuatro blanden espadas que parecen robadas de cualquier arsenal improvisado, y los tres restantes avanzan con los puños en alto, como si no les importara la amenaza que representas.
—¡Un perro de la Marina! ¡Derribémoslo rápido y sigamos avanzando! —grita uno de los espadachines, sus palabras están cargadas de burla y confianza.
No pueden saberlo, pero se dirigen a un usuario de akuma. Qué ilusos.
Los tres tiradores son los primeros en reaccionar. Levantan sus armas y disparan en tu dirección casi al unísono. Escuchas el estruendo de los disparos y el silbido de las balas al cortar el aire, pero no deberían representar un problema para ti, no están envueltas en haki. Tu cuerpo, convertido parcialmente en lava, las debería poder absorber sin problema alguno.
Mientras tanto, los cuatro espadachines cargan al unísono, con gritos de guerra llenando el aire. Sus movimientos son feroces, pero carecen de técnica real. El primero lanza un tajo directo a tu torso, el cual atraviesa sin resistencia... para descubrir demasiado tarde que su espada no tiene efecto sobre tu cuerpo de magma.
Los otros tres intentan atacarte simultáneamente, pero sus esfuerzos son igual de inútiles. Sus espadas se hunden en tu cuerpo ardiente, derritiéndose parcialmente antes de que tengas oportunidad de contraatacar. No parecen estar dándose cuenta de lo que realmente pasa. Creo que a esta gente no les han dicho nunca que jugar con fuego realmente quema.
Mientras tanto, los tres combatientes desarmados intentan flanquearte. Uno de ellos lanza un grito furioso y se lanza a toda velocidad, sus puños están cerrados con intención de derribarte. Sin embargo, al igual que los espadachines, no tienen ni idea de con qué están lidiando. El golpe del primero atraviesa tu torso, pero su brazo queda atrapado en la lava, arrancándole un grito de agonía. Los otros dos parecen saber que algo va mal y reculan. Creo que están bastante perdidos.
Justo cuando estás a punto de lanzar tu ofensiva al grupo, un rugido ensordecedor resuena desde el puerto. Si te giras a tiempo, verás un nuevo destello desde los cañones del barco pirata. Diez balas de cañón surcan el cielo, esta vez dirigidas nuevamente hacia el faro. Vaya… Y nadie defendiendo el faro. Esto huele mal.
Tienes apenas unos segundos para reaccionar antes de que otra tanda de cañonazos sea disparada. Esta vez, las balas parecen más dispersas, pero aún hay alguna que parece ir directamente al faro. Tienes que actuar rápido.
Sabes que no puedes detenerte. La verdadera prueba apenas comienza.
Por cierto, un poco irresponsable haber dejado el fuego sin apagar… No será usted un pirómano, ¿verdad? En fin, menos mal que la vegetación no está demasiado expandida y frenará un poco el avance, pero no del todo. Igualmente me da a mí que vas a salir en las noticias.
En fin, volvamos a la batalla. Frente a ti, diez piratas se posicionan rápidamente al verte llegar. Tres de ellos cargan armas de fuego, ubicándose en la retaguardia. Cuatro blanden espadas que parecen robadas de cualquier arsenal improvisado, y los tres restantes avanzan con los puños en alto, como si no les importara la amenaza que representas.
—¡Un perro de la Marina! ¡Derribémoslo rápido y sigamos avanzando! —grita uno de los espadachines, sus palabras están cargadas de burla y confianza.
No pueden saberlo, pero se dirigen a un usuario de akuma. Qué ilusos.
Los tres tiradores son los primeros en reaccionar. Levantan sus armas y disparan en tu dirección casi al unísono. Escuchas el estruendo de los disparos y el silbido de las balas al cortar el aire, pero no deberían representar un problema para ti, no están envueltas en haki. Tu cuerpo, convertido parcialmente en lava, las debería poder absorber sin problema alguno.
Mientras tanto, los cuatro espadachines cargan al unísono, con gritos de guerra llenando el aire. Sus movimientos son feroces, pero carecen de técnica real. El primero lanza un tajo directo a tu torso, el cual atraviesa sin resistencia... para descubrir demasiado tarde que su espada no tiene efecto sobre tu cuerpo de magma.
Los otros tres intentan atacarte simultáneamente, pero sus esfuerzos son igual de inútiles. Sus espadas se hunden en tu cuerpo ardiente, derritiéndose parcialmente antes de que tengas oportunidad de contraatacar. No parecen estar dándose cuenta de lo que realmente pasa. Creo que a esta gente no les han dicho nunca que jugar con fuego realmente quema.
Mientras tanto, los tres combatientes desarmados intentan flanquearte. Uno de ellos lanza un grito furioso y se lanza a toda velocidad, sus puños están cerrados con intención de derribarte. Sin embargo, al igual que los espadachines, no tienen ni idea de con qué están lidiando. El golpe del primero atraviesa tu torso, pero su brazo queda atrapado en la lava, arrancándole un grito de agonía. Los otros dos parecen saber que algo va mal y reculan. Creo que están bastante perdidos.
Justo cuando estás a punto de lanzar tu ofensiva al grupo, un rugido ensordecedor resuena desde el puerto. Si te giras a tiempo, verás un nuevo destello desde los cañones del barco pirata. Diez balas de cañón surcan el cielo, esta vez dirigidas nuevamente hacia el faro. Vaya… Y nadie defendiendo el faro. Esto huele mal.
Tienes apenas unos segundos para reaccionar antes de que otra tanda de cañonazos sea disparada. Esta vez, las balas parecen más dispersas, pero aún hay alguna que parece ir directamente al faro. Tienes que actuar rápido.
Sabes que no puedes detenerte. La verdadera prueba apenas comienza.