Ray
Kuroi Ya
03-12-2024, 08:49 PM
La niebla va haciéndose un poco más densa con cada paso que el pirata da. Cuanto más asciende en la montaña, más difícil resulta ver lo que hay a su alrededor, mucho menos ya lo que allí sucede. Los árboles, de troncos altos y de múltiples grosores distintos, aparecen ante él cuando ya está casi sobre ellos, resultando difícil incluso el hecho de no golpearse contra ellos.
La montaña, un lugar de culto ancestral en el que los habitantes de esta isla llevan generaciones aventurándose y poniéndose a prueba, utilizándola para endurecerse pero siempre respetándola enormemente, es un enemigo poderoso si uno se lo toma como tal. Si se lucha contra ella salir vencedor es una tarea para nada sencilla, pero protege y acoge a quienes se adaptan a ella como una madre a su cría recién nacida. Y como buena madre es estricta y dura cuando ha de serlo, no dejando que nadie se relaje en exceso y pierda con ello oportunidades para el aprendizaje.
Por muy atento que el supernova esté a su alrededor resulta verdaderamente difícil anticiparse a nada, ya que la vista apenas alcanza dos o tres metros a la redonda entre la densa niebla. A lo lejos se escuchan no pocos ruidos de distintos animales, moradores del bosque que, pese a las condiciones climáticas, se encuentran llevando a cabo su día a día. Al fin y al cabo la naturaleza no descansa, pues sin importar el tiempo que haga todo ser vivo necesita alimentarse.
Las presencias de varios de estos animales se hacen notar si se analiza la zona mediante el Haki, aunque al no ser humanas la información que se puede sacar de ellas es muy escasa, apenas su localización y poco más. A la izquierda del pirata y ligeramente por encima de su posición un graznido resuena entre la vegetación, seguido del ruido de un par de alas batiendo a gran velocidad para permitir a su dueño desplazarse por el aire.
Es entonces cuando algo sucede. Si tiene un oído lo suficientemente desarrollado el joven puede escuchar un tenue silbido, apenas audible incluso prestando atención, a su derecha. Y tan solo un instante después algo aparece a su altura, yendo hacia él desde esa misma dirección, justo a la altura de su tórax. Es un grueso tronco de árbol, cortado por ambos extremos y, aparentemente, colgado con una cuerda de algún lugar que el pirata no alcanza a visualizar. Su radio es de en torno a un metro, y su longitud de unos doce. Debido a la niebla resulta imposible verlo hasta que se encuentra a dos metros del capitán corsario, y teniendo en cuenta la velocidad a la que se desplaza la dificultad para adelantarse a lo que pueda suceder es digna de tenerse muy en cuenta, constituyendo una tarea titánica evadirlo, pues para colmo al no ser ya un ser vivo su Haki no resulta de utilidad en estos momentos.
La montaña, un lugar de culto ancestral en el que los habitantes de esta isla llevan generaciones aventurándose y poniéndose a prueba, utilizándola para endurecerse pero siempre respetándola enormemente, es un enemigo poderoso si uno se lo toma como tal. Si se lucha contra ella salir vencedor es una tarea para nada sencilla, pero protege y acoge a quienes se adaptan a ella como una madre a su cría recién nacida. Y como buena madre es estricta y dura cuando ha de serlo, no dejando que nadie se relaje en exceso y pierda con ello oportunidades para el aprendizaje.
Por muy atento que el supernova esté a su alrededor resulta verdaderamente difícil anticiparse a nada, ya que la vista apenas alcanza dos o tres metros a la redonda entre la densa niebla. A lo lejos se escuchan no pocos ruidos de distintos animales, moradores del bosque que, pese a las condiciones climáticas, se encuentran llevando a cabo su día a día. Al fin y al cabo la naturaleza no descansa, pues sin importar el tiempo que haga todo ser vivo necesita alimentarse.
Las presencias de varios de estos animales se hacen notar si se analiza la zona mediante el Haki, aunque al no ser humanas la información que se puede sacar de ellas es muy escasa, apenas su localización y poco más. A la izquierda del pirata y ligeramente por encima de su posición un graznido resuena entre la vegetación, seguido del ruido de un par de alas batiendo a gran velocidad para permitir a su dueño desplazarse por el aire.
Es entonces cuando algo sucede. Si tiene un oído lo suficientemente desarrollado el joven puede escuchar un tenue silbido, apenas audible incluso prestando atención, a su derecha. Y tan solo un instante después algo aparece a su altura, yendo hacia él desde esa misma dirección, justo a la altura de su tórax. Es un grueso tronco de árbol, cortado por ambos extremos y, aparentemente, colgado con una cuerda de algún lugar que el pirata no alcanza a visualizar. Su radio es de en torno a un metro, y su longitud de unos doce. Debido a la niebla resulta imposible verlo hasta que se encuentra a dos metros del capitán corsario, y teniendo en cuenta la velocidad a la que se desplaza la dificultad para adelantarse a lo que pueda suceder es digna de tenerse muy en cuenta, constituyendo una tarea titánica evadirlo, pues para colmo al no ser ya un ser vivo su Haki no resulta de utilidad en estos momentos.