Alexandra
Alex
Hace 8 horas
—¡Gracias!— Exclamó la Hafugyo ante el halago de Camille— La verdad es que es bastante cómodo, estaba probando su elasticidad cuando... Bueno... Ya sabes.
Alex se sonrojó al recordar de nuevo la escena de los vestuarios y se apresuró a recolocar su ropa en el pequeño armario. En cuanto acabó de ordenarlo todo salió del cuarto colocándose al lado de la Oni.
—¡Ya estoy! ¿Vamos?
Alexandra miraba con interés las zonas de la base que su compañera le iba enseñando. No podía evitar fantasear en como sería su nueva vida en aquel cuartel, esperaba poder ayudar a todos los que lo necesitaran. Su mayor ambición no era tanto hacerse con un nombre sino poder ser alguien en quien la gente confiara. Mientras Camille le iba explicando cada zona con detalle Alexandra lo apuntaba en la libretita que se había llevado desde casa, dibujando con esmero un pequeño mapa de la base y de las zonas que recorrían. No es que tuviera mala orientación pero un sitio tan grande como aquel no sería muy difícil perderse. Apuntó también en rojo los baños masculinos para evitar futuros errores.
— ¿Nos vemos en un rato a la salida? — Comentó la chica cuando la Oni acabó el recorrido— Me gustaría poder asearme un poquito.
Llevaba con ganas de darse una ducha desde que había bajado del barco. Acostumbrada como estaba al frío clima del North Blue la temperatura cálida de Loguetown le resultaba casi insoportable y tenía unas ganas irremediables de refrescarse un poco.
Antes de entrar a los baños se fijó un par de veces que fuera el correcto, llevándose un par de miradas curiosas por parte de unos Marines que justo recorrían el pasillo. Notó como todos sus músculos se le relajaban al meterse bajo el agua y como su mente se despejaba un poquito. Había sido un día largo pero lleno de buenos momentos, los nervios que había sentido durante parte de la mañana se disiparon.
Con el pelo aún húmedo la chica se vistió con una camiseta de tirantes básica y unos pantalones tejanos que le llegaban por las rodillas. Salió del vestuario y se dirigió a la entrada del cuartel, donde había quedado con Camille. La noche había caído hacía poco y la actividad de la ciudad estaba cambiando. Las tiendas de comida y ropa estaban cerrando y los bares tenían más afluencia ahora. Habían un par de niños que correteaban por la plaza dirección a lo que parecía un... ¡Un carrito de helados! y encima tenían de chocomenta. La boca de la chica empezó a salivar y se dirigió hacía aquel manjar.
En cuanto volvió a la zona en la que habían quedado se encontró con que allí estaba Camille, esperándola.
—No sabía que sabor te gustaba así que he cogido chocolate...
Alexandra le ofreció entonces a la Oni un cucurucho grande de aquel sabor, mientras ella se comía, con la felicidad grabada en su rostro, el suyo propio.
Alex se sonrojó al recordar de nuevo la escena de los vestuarios y se apresuró a recolocar su ropa en el pequeño armario. En cuanto acabó de ordenarlo todo salió del cuarto colocándose al lado de la Oni.
—¡Ya estoy! ¿Vamos?
Alexandra miraba con interés las zonas de la base que su compañera le iba enseñando. No podía evitar fantasear en como sería su nueva vida en aquel cuartel, esperaba poder ayudar a todos los que lo necesitaran. Su mayor ambición no era tanto hacerse con un nombre sino poder ser alguien en quien la gente confiara. Mientras Camille le iba explicando cada zona con detalle Alexandra lo apuntaba en la libretita que se había llevado desde casa, dibujando con esmero un pequeño mapa de la base y de las zonas que recorrían. No es que tuviera mala orientación pero un sitio tan grande como aquel no sería muy difícil perderse. Apuntó también en rojo los baños masculinos para evitar futuros errores.
— ¿Nos vemos en un rato a la salida? — Comentó la chica cuando la Oni acabó el recorrido— Me gustaría poder asearme un poquito.
Llevaba con ganas de darse una ducha desde que había bajado del barco. Acostumbrada como estaba al frío clima del North Blue la temperatura cálida de Loguetown le resultaba casi insoportable y tenía unas ganas irremediables de refrescarse un poco.
Antes de entrar a los baños se fijó un par de veces que fuera el correcto, llevándose un par de miradas curiosas por parte de unos Marines que justo recorrían el pasillo. Notó como todos sus músculos se le relajaban al meterse bajo el agua y como su mente se despejaba un poquito. Había sido un día largo pero lleno de buenos momentos, los nervios que había sentido durante parte de la mañana se disiparon.
Con el pelo aún húmedo la chica se vistió con una camiseta de tirantes básica y unos pantalones tejanos que le llegaban por las rodillas. Salió del vestuario y se dirigió a la entrada del cuartel, donde había quedado con Camille. La noche había caído hacía poco y la actividad de la ciudad estaba cambiando. Las tiendas de comida y ropa estaban cerrando y los bares tenían más afluencia ahora. Habían un par de niños que correteaban por la plaza dirección a lo que parecía un... ¡Un carrito de helados! y encima tenían de chocomenta. La boca de la chica empezó a salivar y se dirigió hacía aquel manjar.
En cuanto volvió a la zona en la que habían quedado se encontró con que allí estaba Camille, esperándola.
—No sabía que sabor te gustaba así que he cogido chocolate...
Alexandra le ofreció entonces a la Oni un cucurucho grande de aquel sabor, mientras ella se comía, con la felicidad grabada en su rostro, el suyo propio.