Raiga Gin Ebra
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05-12-2024, 09:56 AM
El caos que rodea al faro no parece tener fin. No te quiero decir que lo creas tú, pero vamos... En parte sí. Los gritos de los marines heridos mezclados con el estruendo de los cañones del barco pirata crean una banda sonora infernal a la que me imagino que ya estás acostumbrado. Allá por donde pasas, el caos y los llantos irrumpen. A lo lejos, el segundo pelotón aparece, corriendo desesperadamente hacia tu posición mientras los piratas los persiguen de cerca intentando acabar con ellos. Su llegada parece traer un rayo de esperanza a tu plan, pero la visión que sigue a tu propia esperanza, te hiela el alma.
Uno de los marines del segundo pelotón, un joven que apenas lleva el uniforme de la Marina con orgullo y que, seguramente, lleve poco en el cuerpo, corre hacia ti, buscando refugio. Entonces, un destello metálico atraviesa su espalda en un abrir y cerrar de ojos. Una katana empujada por el brazo de un pirata lo atraviesa de parte a parte, arrancándole un grito de agonía antes de que su cuerpo caiga al suelo, inmóvil. La sangre tiñe el terreno mientras el pirata retira el arma y lanza una carcajada burlona hacia ti, como si de una amenaza se tratase. Lo que no sabe es que tú no eres un cualquiera.
No tienes tiempo para procesar lo que acaba de ocurrir. El grupo de piratas, confiado y sin descanso, avanza hacia el faro con toda su furia. Sus gritos de guerra llenan el aire, pero tú ya has tomado una decisión.
Tu determinación es inquebrantable. En un instante, canalizas el poder de la Magu Magu no Mi, transformando tu puño en magma hirviente. El calor es abrumador, y las brasas que caen de tu extremidad incendian pequeñas porciones del suelo a medida que avanzas.
Los piratas apenas tienen tiempo para reaccionar cuando llegas al centro de su formación. Con un grito feroz, levantas tu brazo transformado y lo dejas caer sobre ellos con una fuerza aplastante. El impacto es devastador. La explosión de lava que sigue envuelve a todos los piratas en un radio de tres metros, destruyendo sus armas y acabando con ellos en un instante. Sus gritos se apagan rápidamente, dejando tras de sí solo el crepitar de la lava enfriándose. Una venganza quizá excesiva, pero venganza al fin y al cabo.
Cuando el humo se disipa, el terreno a tu alrededor está marcado por el caos. El grupo de piratas ha sido neutralizado, y no queda rastro alguno de resistencia. El calor alrededor de ti es casi insoportable, y el olor a ceniza y metal quemado llena el aire. Los cuerpos de los caídos empiezan a hervir, fruto de la lava, y pronto no serán más que polvo de hueso. El joven marine incluido.
Apenas has tenido tiempo de asimilar la victoria cuando tus ojos se dirigen al horizonte. El primer pelotón, que sigue luchando en la distancia, está visiblemente agotado. Y cuando digo visiblemente agotado, es que apenas pueden correr. Puedes verlos tambalearse mientras intentan resistir a los piratas que aún los hostigan. Algunos te hacen señales desesperadas de auxilio, agitando las manos en el aire mientras retroceden lentamente.
Pero entonces, el familiar rugido de los cañones rompe el aire una vez más. Joder, desde luego si tiran el faro es a base de insistencia, ¿verdad? Desde el barco pirata, una nueva andanada de diez balas de cañón surca el cielo. Las trayectorias se dividen, algunas dirigidas hacia el faro y otras algo desviadas. El sonido de las explosiones anteriores aún resuena en tu mente, y sabes que cualquier error podría ser catastrófico.
El faro está al borde del colapso, y no tiene pinta de poder resistir mucho más. Tus hombres están heridos, exhaustos, y ahora enfrentan una ofensiva implacable para la que parece que no están preparados. El tiempo parece detenerse mientras observas las balas acercándose, intentando decidir cuál será tu próximo movimiento.
La batalla no ha terminado.
Uno de los marines del segundo pelotón, un joven que apenas lleva el uniforme de la Marina con orgullo y que, seguramente, lleve poco en el cuerpo, corre hacia ti, buscando refugio. Entonces, un destello metálico atraviesa su espalda en un abrir y cerrar de ojos. Una katana empujada por el brazo de un pirata lo atraviesa de parte a parte, arrancándole un grito de agonía antes de que su cuerpo caiga al suelo, inmóvil. La sangre tiñe el terreno mientras el pirata retira el arma y lanza una carcajada burlona hacia ti, como si de una amenaza se tratase. Lo que no sabe es que tú no eres un cualquiera.
No tienes tiempo para procesar lo que acaba de ocurrir. El grupo de piratas, confiado y sin descanso, avanza hacia el faro con toda su furia. Sus gritos de guerra llenan el aire, pero tú ya has tomado una decisión.
Tu determinación es inquebrantable. En un instante, canalizas el poder de la Magu Magu no Mi, transformando tu puño en magma hirviente. El calor es abrumador, y las brasas que caen de tu extremidad incendian pequeñas porciones del suelo a medida que avanzas.
Los piratas apenas tienen tiempo para reaccionar cuando llegas al centro de su formación. Con un grito feroz, levantas tu brazo transformado y lo dejas caer sobre ellos con una fuerza aplastante. El impacto es devastador. La explosión de lava que sigue envuelve a todos los piratas en un radio de tres metros, destruyendo sus armas y acabando con ellos en un instante. Sus gritos se apagan rápidamente, dejando tras de sí solo el crepitar de la lava enfriándose. Una venganza quizá excesiva, pero venganza al fin y al cabo.
Cuando el humo se disipa, el terreno a tu alrededor está marcado por el caos. El grupo de piratas ha sido neutralizado, y no queda rastro alguno de resistencia. El calor alrededor de ti es casi insoportable, y el olor a ceniza y metal quemado llena el aire. Los cuerpos de los caídos empiezan a hervir, fruto de la lava, y pronto no serán más que polvo de hueso. El joven marine incluido.
Apenas has tenido tiempo de asimilar la victoria cuando tus ojos se dirigen al horizonte. El primer pelotón, que sigue luchando en la distancia, está visiblemente agotado. Y cuando digo visiblemente agotado, es que apenas pueden correr. Puedes verlos tambalearse mientras intentan resistir a los piratas que aún los hostigan. Algunos te hacen señales desesperadas de auxilio, agitando las manos en el aire mientras retroceden lentamente.
Pero entonces, el familiar rugido de los cañones rompe el aire una vez más. Joder, desde luego si tiran el faro es a base de insistencia, ¿verdad? Desde el barco pirata, una nueva andanada de diez balas de cañón surca el cielo. Las trayectorias se dividen, algunas dirigidas hacia el faro y otras algo desviadas. El sonido de las explosiones anteriores aún resuena en tu mente, y sabes que cualquier error podría ser catastrófico.
El faro está al borde del colapso, y no tiene pinta de poder resistir mucho más. Tus hombres están heridos, exhaustos, y ahora enfrentan una ofensiva implacable para la que parece que no están preparados. El tiempo parece detenerse mientras observas las balas acercándose, intentando decidir cuál será tu próximo movimiento.
La batalla no ha terminado.