[Común] De camino al baratie.

Ragnheidr observó desde la cubierta cómo el pez gigante era izado desde las profundidades por aquel ser colosal que era Umi. Ragn se cruzó de brazos, mostrando su torso desnudo surcado por cicatrices, marcas de una vida dedicada al combate y al mar. Su cabello, largo y enredado por el viento salado, caía sin orden sobre sus hombros. Bajo sus pies descalzos, la madera crujía mientras se balanceaba al compás de las olas. –¡Ja! Eso sí serrr pesca, amigo mío. –Dijo Ragn con una risa grave y gutural, su voz resonaba como un trueno en la quietud de la mañana.– Quitarrr el sombrrrerro, si tenerrr uno, claro. Perrro no confiarrr. Aún quedarr mi turno. –Sus ojos azules brillaron con un destello competitivo, aunque en el fondo se notaba que había un respeto genuino por la hazaña de su compañero. Aquel ser que rivalizaba con sus congéneres de Elbaf, dominaba el océano. Pero Nosha era consciente de que el vikingo también. Caminó lentamente hacia la borda, sus pies deslizándose con familiaridad sobre la húmeda cubierta. Observó el gigantesco pez que el otro había capturado y soltó un silbido, mientras tamborileaba los dedos sobre su cinturón de cuero. Su cuerpo brillaba con gotas de agua y sudor, y se detuvo un momento para mirar el horizonte, donde el barco restaurante ya se hacía visible.

–Vender el excedente... No sonarr mal. Aunque, con ese serr, te asegurrro que bastarrr para hasser festín que recorrdar por semanas. Perrro dime, gigante. – Ragn levantó una ceja, mirando al ser imponente que tenía frente a él, Umi. – ¿Sentirr afortunado? Porrrque, si no saberrr, yo serr el mejor maldito pescadorr al oeste de la Línea Roja. – Comentaba mientras recorría por la cubierta a una gran velocidad. Saltó por la borda con un movimiento ágil para alguien de su tamaño, quedando a la altura del mar. Justo antes de chocar contra el frío agua, todo su cuerpo se volvió un tornado de gas grisáceo que avanzó sin miramientos.

El oleaje estaba aumentando su agresividad. Un pariente cercano seguramente del animal que acababa de pescar Umi, se acercaba. Liberó un poderoso grito procedente del fondo del océano. El cuerpo de Ragn se fue haciendo más y más grande, el gas tomaba la forma de dos brazos gigantescos. Cuando la bestia, del mismo tamaño que Umi saltó a la superficie, Ragn lanzó los puños esta vez de color violeta contra el monstruo. Fue un golpe letal de necesidad, haciendo que incluso uno de los colosales ojos del animal saliera disparo hacia ninguna parte.

El caer el cuerpo al mar y quedar flotando, levantó una niebla que progresivamente se iba desvaneciendo. Cuando lo hiciera, el cuerpo desnudo de aquel Tarzán se encontraba sentado sobre el lomo del titánico animal.