Tu comentario sobre "darle una buena sorpresa" al soplón es uno que no pasa desapercibido en lo absoluto, pero tampoco ves que incite la reacción de ninguno como para poder siquiera darte una pista de quién podría tratarse. Son comerciantes, se ganan la vida de cara al público y su control emocional está muy por encima del promedio; si además uno de ellos es el soplón que lleva saboteando operaciones financieras por debajo de la mesa desde hace un tiempo, estará más que mentalmente preparado para resistir la tentación de reaccionar a amenazas siempre que sepa que no se dirigen a él de manera personal.
Es difícil, pero no imposible. Pero no es como si te estuviesen pagando por delatar al soplón, sino por mandar un mensaje a quien mueve los hilos tras bambalinas: Que ahora tienen una forma de contestar a los intentos de sabotaje, sin importar su desconocimiento por la identidad del traidor. Y siempre que tengan la posibilidad de contestar, no se quedarán de brazos cruzados mientras su negocio levantado con sangre, sudor y lágrimas se viene abajo. No han vivido tanto tiempo como para caer por la malicia de un solo individuo.
Los mercaderes ríen un poco nerviosos al escuchar tu broma, pues una buena mayoría ha vivido toda su vida en la gran ciudad y desconocen de la violencia que transcurre mas allá de las delimitaciones políticas de su lugar de nacimiento. Aun así, la mirada que te dan luego de la carcajada te deja en claro que no se lo toman para mal en lo absoluto, sino todo lo contrario: Te ven como una Oni en la cual pueden depositar sus esperanzas y confiar en que todo saldrá bien, una mercenaria capaz de manejarse a si misma y a una situación caótica que pueda aparecer frente a ella. Y, por como han ido los casos anteriores, están bastante seguros de que así será. Lo que cambia esta vez es que no envían a personal de toda la vida, sino a una persona con la fuerza para convertir tres casas en fila en escombros sin sudar.
— Como mencionamos en medio de la llamada, nos gustaría idealmente que fuesen llevados a la justicia en una pieza. Preferiríamos que no asociaran al Bazar Maguru's con sangre derramada, sería una muy mala imagen para el negocio y... Dentro de todo, no buscamos responder pérdidas con muerte. Ahora, si los culpables responden con violencia letal, se escapa de nuestras manos que se produzcan víctimas en defensa propia. No valoramos la vida de criminales por encima de nuestro propio personal, sea vitalicio o por prestación de servicios. Dicho de otra manera, Señorita Sowon... Tráigalos con vida en la medida de lo posible, pero ponga su seguridad por encima de la de ellos. — Dichas esas instrucciones, los tres te entregan sus buenos deseos y te dejan ponerte manos a la obra.
El terreno en el que te encuentras es relativamente simple. Una pequeña zona con vegetación por todos lugares, un rudimentario camino de tierra en el que no hay una sola presencia de árboles y, en contraste, bastantes árboles en ambos lados para hacer que el sendero principal resalte todavía más. Un sitio bastante lineal, realmente. Lo que hace la zona idónea para robar un cargamento es que el sector es especialmente conocido por ser una zona lluviosa, por lo que es normal que los terrenos se vuelvan fangosos y relativamente complicados de transitar, sobre todo con cargamentos pesados como puede ser -lo adivinaste- joyería. Es imposible intentar huirle a un competidor bípedo, cuadrúpedo, o cualquier cosa que no use ruedas para moverse en esas condiciones, y cualquier persona armada hasta los dientes con vestimenta o equipamiento pesado sufrirá uno de dos destinos: O se hundirá en un charco de lodo hasta los tobillos, o cualquier movimiento medianamente brusco provocará que caiga de culo directamente. Es posiblemente uno de los terrenos menos ideales para una Oni alta vestida en armadura como tú, pero estoy seguro que te las ingeniarás divinamente.
Desde tu nueva posición privilegiada, una considerable cantidad de minutos mas tarde de reposicionarte y fingir ser una estatua, el momento que persigues con anhelo finalmente empieza a ocurrir en frente de ti. La carreta cubierta, hecha completamente de madera y tela, empieza a ser asaltada. Cuatro figuras encapuchadas y con abrigos que los cubren de pies a cabeza aparecen de entre las arboledas, dos de ellos cargando armas de larga distancia que parecen de alto calibre; sus siluetas son bastante genéricas. Y al lado de estos, aparecen otros dos más: Un hombre de estatura media pero bastante fornido, cabello plateado y una cicatriz en su mejilla lo delata como el cabecilla, y a su lado una figura larguirucha lo acompaña. Esta sí está completamente cubierta, así que salvo su altura, no obtienes un solo detalle de quién se trate.
Algo que además puedes notar es que falta uno, pues se supone que eran cinco según el informe. ¿Habrá faltado a otro día de robo? Con lo repetitivo que ha sido, no sería sorpresa.
Es difícil, pero no imposible. Pero no es como si te estuviesen pagando por delatar al soplón, sino por mandar un mensaje a quien mueve los hilos tras bambalinas: Que ahora tienen una forma de contestar a los intentos de sabotaje, sin importar su desconocimiento por la identidad del traidor. Y siempre que tengan la posibilidad de contestar, no se quedarán de brazos cruzados mientras su negocio levantado con sangre, sudor y lágrimas se viene abajo. No han vivido tanto tiempo como para caer por la malicia de un solo individuo.
Los mercaderes ríen un poco nerviosos al escuchar tu broma, pues una buena mayoría ha vivido toda su vida en la gran ciudad y desconocen de la violencia que transcurre mas allá de las delimitaciones políticas de su lugar de nacimiento. Aun así, la mirada que te dan luego de la carcajada te deja en claro que no se lo toman para mal en lo absoluto, sino todo lo contrario: Te ven como una Oni en la cual pueden depositar sus esperanzas y confiar en que todo saldrá bien, una mercenaria capaz de manejarse a si misma y a una situación caótica que pueda aparecer frente a ella. Y, por como han ido los casos anteriores, están bastante seguros de que así será. Lo que cambia esta vez es que no envían a personal de toda la vida, sino a una persona con la fuerza para convertir tres casas en fila en escombros sin sudar.
— Como mencionamos en medio de la llamada, nos gustaría idealmente que fuesen llevados a la justicia en una pieza. Preferiríamos que no asociaran al Bazar Maguru's con sangre derramada, sería una muy mala imagen para el negocio y... Dentro de todo, no buscamos responder pérdidas con muerte. Ahora, si los culpables responden con violencia letal, se escapa de nuestras manos que se produzcan víctimas en defensa propia. No valoramos la vida de criminales por encima de nuestro propio personal, sea vitalicio o por prestación de servicios. Dicho de otra manera, Señorita Sowon... Tráigalos con vida en la medida de lo posible, pero ponga su seguridad por encima de la de ellos. — Dichas esas instrucciones, los tres te entregan sus buenos deseos y te dejan ponerte manos a la obra.
El terreno en el que te encuentras es relativamente simple. Una pequeña zona con vegetación por todos lugares, un rudimentario camino de tierra en el que no hay una sola presencia de árboles y, en contraste, bastantes árboles en ambos lados para hacer que el sendero principal resalte todavía más. Un sitio bastante lineal, realmente. Lo que hace la zona idónea para robar un cargamento es que el sector es especialmente conocido por ser una zona lluviosa, por lo que es normal que los terrenos se vuelvan fangosos y relativamente complicados de transitar, sobre todo con cargamentos pesados como puede ser -lo adivinaste- joyería. Es imposible intentar huirle a un competidor bípedo, cuadrúpedo, o cualquier cosa que no use ruedas para moverse en esas condiciones, y cualquier persona armada hasta los dientes con vestimenta o equipamiento pesado sufrirá uno de dos destinos: O se hundirá en un charco de lodo hasta los tobillos, o cualquier movimiento medianamente brusco provocará que caiga de culo directamente. Es posiblemente uno de los terrenos menos ideales para una Oni alta vestida en armadura como tú, pero estoy seguro que te las ingeniarás divinamente.
Desde tu nueva posición privilegiada, una considerable cantidad de minutos mas tarde de reposicionarte y fingir ser una estatua, el momento que persigues con anhelo finalmente empieza a ocurrir en frente de ti. La carreta cubierta, hecha completamente de madera y tela, empieza a ser asaltada. Cuatro figuras encapuchadas y con abrigos que los cubren de pies a cabeza aparecen de entre las arboledas, dos de ellos cargando armas de larga distancia que parecen de alto calibre; sus siluetas son bastante genéricas. Y al lado de estos, aparecen otros dos más: Un hombre de estatura media pero bastante fornido, cabello plateado y una cicatriz en su mejilla lo delata como el cabecilla, y a su lado una figura larguirucha lo acompaña. Esta sí está completamente cubierta, así que salvo su altura, no obtienes un solo detalle de quién se trate.
Algo que además puedes notar es que falta uno, pues se supone que eran cinco según el informe. ¿Habrá faltado a otro día de robo? Con lo repetitivo que ha sido, no sería sorpresa.