Shy observó -no sin cierta frustración- que la negociación tendría lugar en la misma sala de seguridad donde se había puesto a tejer. Bueno, no todo sería negativo. Si bien no tendría un segundo de calma, al menos podría evitar que sus compañeros aceptasen cualquier pacto con el que pudieran estafarles. Aunque conociendo su poca habilidad para lo social, Shy no sabía cómo de efectivas serían sus intervenciones. ¿Qué es menos educado, pasar notitas constantemente a estos dos, o darles codazos cada vez que estén a punto de liarla?
El cazador viudo puso el más serio de sus rostros para recibir a la pareja de hermanos. Illyasbabel parecía tener ganas de empezar a meter la pata, ya que se había puesto a servir copas como si aquello fuera un bar. Con gesto hosco, Shy rechazó la suya, haciendo una indicación desdeñosa con la mano. Guardó el ovillo y observó fijamente a los dos aspirantes. No hizo lo mismo con sus agujas: había que demostrar que, si fuera preciso, ellos también podían derramar su sangre. Miró fijamente la mano de la hermana Smith, apoyada en su arma, y luego de vuelta a sus ojos, indicándole que aquella disposición no era la más cortés. Shy se sabía intimidante, y eso a veces servía tanto como las palabras.
Aunque había cometido algunos fallos, el discurso introductorio de Yoshiro no era una mala presentación. Siempre está bien no demorarse en revelar las intenciones -al menos, las superficiales-. Cual señor feudal, pidió la lealtad de ambos. Shy empezó a elucubrar formas de intervenir, pero prefirió esperar. No debía socavar la autoridad de su jefe en las primeras impresiones. Como tal, se limitó a esperar la contestación de los hermanos.