Octojin
El terror blanco
06-12-2024, 07:06 PM
Despiertas en una penumbra extraña, con un fuerte olor a desinfectante mezclado con la humedad de madera vieja. Tu cuerpo duele como si hubieras sido triturado por un vendaval, y el movimiento más leve provoca que una punzada ardiente recorra cada herida. Desde luego has tenido días mejores. Estás sobre una mesa de madera que ha sido tu camilla improvisada. Parpadeas un par de veces, algo que te cuesta bastante hasta que tus ojos se acostumbran a la tenue luz que proviene de un quinqué colocado sobre una mesa cercana. Es una casa, evidentemente improvisada como quirófano. Las paredes están llenas de manchas y grietas, y sobre la mesa hay instrumentos quirúrgicos que claramente no fueron diseñados para este tipo de uso.
Desde luego la planificación de Otto ha sido perfecta. Debía tener esta casa pensada por si algo salía mal, o a sabiendas de que alguna herida seguro que llevabais, lo que seguramente no se esperaba era el fatal incidente que iba a desencadenar en la casi pérdida de dos hombres.
Jeneva y Vayne están en un rincón, sosteniendo unas bolsas de sangre. Sus ropas están manchadas y sus rostros muestran una mezcla de agotamiento y tensión. El mero hecho de verlos despierta una chispa de curiosidad en ti. ¿Cómo diablos han conseguido sortear a la guardia y traer todo esto? Ya te contarán, supongo. Pero quizá recuerdes que, poco antes de dormir, habían salido a toda velocidad por la puerta. Seguramente su objetivo fuese ese.
Frente a ti, en una silla gastada, está Otto. Su postura es desgarbada, con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas. Su mirada está fija en el suelo, pero al notar que has abierto los ojos, se endereza rápidamente, mostrando un evidente alivio mezclado con una preocupación que no termina de irse.
— Mayura... — su voz es grave, cargada de cansancio. — Es un milagro que estés vivo. Tú y Marek... ambos estuvisteis a un paso del otro lado. — Mira hacia otro rincón de la sala donde puedes ver una camilla improvisada. Marek está ahí, inmóvil, cubierto con varias mantas y respirando con dificultad.
— Marek está peor que tú. No ha despertado todavía. Pero... — hace una pausa, como si le costara continuar. — Necesitamos movernos pronto. La guardia y la Marina están por todas partes. El casino volvió a la normalidad, pero están estableciendo perímetros, registrando casas, preguntando en el puerto... Nos están acorralando y no disponemos de mucho tiempo. — Sus palabras son firmes, pero sus ojos reflejan la tensión que está soportando.
Otto se pasa una mano por el rostro y luego te señala con el dedo. Su tono cambia a uno más rudo y directo.
— Escucha, Mayura. Esto ha sido un desastre. Y todo este despliegue, este equipo, los artefactos, los médicos... No son baratos. Vamos a tener que pagar por todo esto, y tú eres parte de este grupo. Así que, en cuanto estés estable, vamos a hablar de cómo compensaremos todo esto.
Dejas que sus palabras se asienten, aunque el dolor en tu cuerpo parece absorber la mayor parte de tu energía. Tampoco estás en una situación como para discutir nada, la verdad. Otto se levanta de la silla y camina hacia la ventana. Su silueta se recorta contra la luz que entra por las rendijas de las tablas que la cubren parcialmente.
— Lo primero es que te estabilices. Pero no tenemos mucho tiempo — Se gira hacia ti, mientras notas cómo sus ojos buscan los tuyos con una mezcla de determinación y urgencia. —. En cuanto estés en condiciones, te pondré al día. Tenemos que salir de aquí, y será difícil. Pero no imposible.
La puerta de la casa cruje suavemente, y puedes distinguir una figura apostada en ella. Es difícil discernir quién es debido a la luz tenue, pero la postura y el porte te resultan vagamente familiares. Probablemente sea uno de los tipos con los que has compartido misión, pero con la tensión en el ambiente, incluso los aliados pueden parecer extraños en este momento. Y más después de una improvisada operación y de todos los dolores que sientes en ese momento.
La alarma de emergencia que escuchabas en el casino sigue resonando en tu mente, como un eco lejano que no puedes silenciar, a pesar de que ya no es real. Las heridas de guerra no son únicamente físicas, quizá te des cuenta con ello. Tu cuerpo está débil, y aunque tus heridas han sido tratadas, sabes que aún estás lejos de estar completamente funcional. Por un momento, consideras el caos que dejó tu última acción. Fue espectacular, sí, pero las consecuencias están claras: estás en una encrucijada, y tu próxima decisión podría definir el desenlace de esta aventura.
Otto regresa a la silla y te observa en silencio, como si estuviera esperando que digas algo. Pero el agotamiento y el dolor te obligan a guardar silencio por el momento. Date unos minutos y piensa tranquilamente, aunque no tenéis demasiado tiempo. La chispa del Pavo Real sigue encendida dentro de ti, pero sabes que necesitas recuperar fuerzas antes de poder desplegar tus plumas una vez más.
Desde luego la planificación de Otto ha sido perfecta. Debía tener esta casa pensada por si algo salía mal, o a sabiendas de que alguna herida seguro que llevabais, lo que seguramente no se esperaba era el fatal incidente que iba a desencadenar en la casi pérdida de dos hombres.
Jeneva y Vayne están en un rincón, sosteniendo unas bolsas de sangre. Sus ropas están manchadas y sus rostros muestran una mezcla de agotamiento y tensión. El mero hecho de verlos despierta una chispa de curiosidad en ti. ¿Cómo diablos han conseguido sortear a la guardia y traer todo esto? Ya te contarán, supongo. Pero quizá recuerdes que, poco antes de dormir, habían salido a toda velocidad por la puerta. Seguramente su objetivo fuese ese.
Frente a ti, en una silla gastada, está Otto. Su postura es desgarbada, con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas. Su mirada está fija en el suelo, pero al notar que has abierto los ojos, se endereza rápidamente, mostrando un evidente alivio mezclado con una preocupación que no termina de irse.
— Mayura... — su voz es grave, cargada de cansancio. — Es un milagro que estés vivo. Tú y Marek... ambos estuvisteis a un paso del otro lado. — Mira hacia otro rincón de la sala donde puedes ver una camilla improvisada. Marek está ahí, inmóvil, cubierto con varias mantas y respirando con dificultad.
— Marek está peor que tú. No ha despertado todavía. Pero... — hace una pausa, como si le costara continuar. — Necesitamos movernos pronto. La guardia y la Marina están por todas partes. El casino volvió a la normalidad, pero están estableciendo perímetros, registrando casas, preguntando en el puerto... Nos están acorralando y no disponemos de mucho tiempo. — Sus palabras son firmes, pero sus ojos reflejan la tensión que está soportando.
Otto se pasa una mano por el rostro y luego te señala con el dedo. Su tono cambia a uno más rudo y directo.
— Escucha, Mayura. Esto ha sido un desastre. Y todo este despliegue, este equipo, los artefactos, los médicos... No son baratos. Vamos a tener que pagar por todo esto, y tú eres parte de este grupo. Así que, en cuanto estés estable, vamos a hablar de cómo compensaremos todo esto.
Dejas que sus palabras se asienten, aunque el dolor en tu cuerpo parece absorber la mayor parte de tu energía. Tampoco estás en una situación como para discutir nada, la verdad. Otto se levanta de la silla y camina hacia la ventana. Su silueta se recorta contra la luz que entra por las rendijas de las tablas que la cubren parcialmente.
— Lo primero es que te estabilices. Pero no tenemos mucho tiempo — Se gira hacia ti, mientras notas cómo sus ojos buscan los tuyos con una mezcla de determinación y urgencia. —. En cuanto estés en condiciones, te pondré al día. Tenemos que salir de aquí, y será difícil. Pero no imposible.
La puerta de la casa cruje suavemente, y puedes distinguir una figura apostada en ella. Es difícil discernir quién es debido a la luz tenue, pero la postura y el porte te resultan vagamente familiares. Probablemente sea uno de los tipos con los que has compartido misión, pero con la tensión en el ambiente, incluso los aliados pueden parecer extraños en este momento. Y más después de una improvisada operación y de todos los dolores que sientes en ese momento.
La alarma de emergencia que escuchabas en el casino sigue resonando en tu mente, como un eco lejano que no puedes silenciar, a pesar de que ya no es real. Las heridas de guerra no son únicamente físicas, quizá te des cuenta con ello. Tu cuerpo está débil, y aunque tus heridas han sido tratadas, sabes que aún estás lejos de estar completamente funcional. Por un momento, consideras el caos que dejó tu última acción. Fue espectacular, sí, pero las consecuencias están claras: estás en una encrucijada, y tu próxima decisión podría definir el desenlace de esta aventura.
Otto regresa a la silla y te observa en silencio, como si estuviera esperando que digas algo. Pero el agotamiento y el dolor te obligan a guardar silencio por el momento. Date unos minutos y piensa tranquilamente, aunque no tenéis demasiado tiempo. La chispa del Pavo Real sigue encendida dentro de ti, pero sabes que necesitas recuperar fuerzas antes de poder desplegar tus plumas una vez más.