
Jack D. Agnis
Golden Eyes
07-12-2024, 06:09 AM
No podía negar que Demontooth era una buena isla, pero su ciudad principal era insoportablemente aburrida. Era el tipo de lugar donde la gente prefería no meterse en problemas, y estos parecían evitar las calles como si tuvieran vida propia, dirigiéndose en su lugar al asentamiento pirata. Afortunadamente, ese rincón fuera de la ley me servía para sobrevivir las noches más tediosas en esta isla olvidada por la emoción.
Desde que habíamos llegado, la tripulación se había dispersado, cada quien ocupado en sus propios asuntos. No sabía exactamente qué estaban haciendo los demás, pero estaba seguro de que yo había tenido más acción en un par de días que ellos en una semana entera. Había bebido buen ron, disfrutado del placer carnal, sido asaltado, apuñalado, y hasta habia asesinado a un par de idiotas. También había recibido un tratamiento médico decente y, por si fuera poco, había causado un desastre monumental en uno de los templos de la isla.
Honestamente, ya había vivido todo lo que tenía que vivir en Demontooth, y para mí, era momento de zarpar. Sin embargo, estaba seguro de que mis compañeros no habían tenido experiencias ni remotamente similares a las mías, y eso solo significaba una cosa: nos quedaríamos más tiempo. Esa certeza me amargaba la mañana mientras paseaba sin rumbo, gastando dinero solo para no morir de aburrimiento.
Quería irme. Quería sentir nuevamente el viento salado en mi rostro, pero sabía que eso no pasaría pronto.
Con ese pensamiento en mente, lancé aquel cartel con mi rostro al viento y me dirigí directamente a buscar al idiota de King. Iba decidido a exigirle que dejáramos de perder el tiempo y nos largáramos de una vez. Quería retomar nuestro viaje, visitar cada isla de este mar y, finalmente, lanzarnos al Grand Line. Ese era mi objetivo, al menos por ahora. Las leyendas que llegaban desde más allá de la Red Line hablaban de mares salvajes e inexplorados, y yo quería ser parte de eso.
Mi mente estaba atrapada en ese sueño cuando un idiota se interpuso en mi camino, señalándome con el dedo como si acabara de ver un fantasma. ¿Acaso quería que lo matara? Hay formas mucho más agradables de morir.
—Sí, soy yo. ¿Y qué harás al respecto? —le espeté con una mirada de fastidio.
Su actitud me hizo suponer que era un marine o, peor aún, un cazador que había visto mi cartel y venía por mi cabeza.
—Tch, mi cartel apenas salió y ya tengo a un idiota tras de mí. —Mascullé para mí mismo mientras desenfundaba a Bella Dama, lista para bailar una vez más.
Lo observé bien, evaluando cada detalle. Su porte no me convencía del todo.
—No tienes cara de marine… ¿Eres un cazarrecompensas? —pregunté, dejando escapar un suspiro de fastidio. Si iba a enfrentarlo, quería terminar rápido. No tenía tiempo para idiotas, pero tampoco pensaba entregarme tan fácilmente.
Desde que habíamos llegado, la tripulación se había dispersado, cada quien ocupado en sus propios asuntos. No sabía exactamente qué estaban haciendo los demás, pero estaba seguro de que yo había tenido más acción en un par de días que ellos en una semana entera. Había bebido buen ron, disfrutado del placer carnal, sido asaltado, apuñalado, y hasta habia asesinado a un par de idiotas. También había recibido un tratamiento médico decente y, por si fuera poco, había causado un desastre monumental en uno de los templos de la isla.
Honestamente, ya había vivido todo lo que tenía que vivir en Demontooth, y para mí, era momento de zarpar. Sin embargo, estaba seguro de que mis compañeros no habían tenido experiencias ni remotamente similares a las mías, y eso solo significaba una cosa: nos quedaríamos más tiempo. Esa certeza me amargaba la mañana mientras paseaba sin rumbo, gastando dinero solo para no morir de aburrimiento.
Quería irme. Quería sentir nuevamente el viento salado en mi rostro, pero sabía que eso no pasaría pronto.
Con ese pensamiento en mente, lancé aquel cartel con mi rostro al viento y me dirigí directamente a buscar al idiota de King. Iba decidido a exigirle que dejáramos de perder el tiempo y nos largáramos de una vez. Quería retomar nuestro viaje, visitar cada isla de este mar y, finalmente, lanzarnos al Grand Line. Ese era mi objetivo, al menos por ahora. Las leyendas que llegaban desde más allá de la Red Line hablaban de mares salvajes e inexplorados, y yo quería ser parte de eso.
Mi mente estaba atrapada en ese sueño cuando un idiota se interpuso en mi camino, señalándome con el dedo como si acabara de ver un fantasma. ¿Acaso quería que lo matara? Hay formas mucho más agradables de morir.
—Sí, soy yo. ¿Y qué harás al respecto? —le espeté con una mirada de fastidio.
Su actitud me hizo suponer que era un marine o, peor aún, un cazador que había visto mi cartel y venía por mi cabeza.
—Tch, mi cartel apenas salió y ya tengo a un idiota tras de mí. —Mascullé para mí mismo mientras desenfundaba a Bella Dama, lista para bailar una vez más.
Lo observé bien, evaluando cada detalle. Su porte no me convencía del todo.
—No tienes cara de marine… ¿Eres un cazarrecompensas? —pregunté, dejando escapar un suspiro de fastidio. Si iba a enfrentarlo, quería terminar rápido. No tenía tiempo para idiotas, pero tampoco pensaba entregarme tan fácilmente.