
Katharina von Steinhell
von Steinhell
07-12-2024, 07:08 AM
(Última modificación: 07-12-2024, 07:15 AM por Katharina von Steinhell.)
La noche me protege una vez más. Al ver la ventana, sonrío para mí y comienzo a trepar. Aprovecho los ladrillos salientes, utilizándolos para impulsarme y apoyarme. Al principio me cuesta encontrar los ladrillos apropiados, pero poco a poco hallo el método indicado. Doy un ágil salto cuando estoy a poco menos de dos metros de la ventana, y me sostengo del marco de esta. Debo tomar impulso, ladeándome como un péndulo, y finalmente consigo subir.
Realizo un único ataque, poderoso y letal. Deslizo sincronizadamente mis cuatro dagas en busca del torso de mi víctima, imitando el giro de una bailarina. Le dé o no, estaré en guardia y preparada para continuar con la batalla.
Una vez dentro, busco trampas que puedan complicar el futuro. ¿Las habrá en los principales caminos de la segunda planta? ¿Algún cable trampa puesto en la puerta? Luego de buscar sigilosamente me doy cuenta de que he sobreestimado las capacidades del asesino. No es hábil ni meticuloso. ¿Así de débil me considera mi padre como para enviar a un tipo como este? Le demostraré lo fácil que me deshago del asesino.
Encuentro a mi objetivo en un salón oscuro y con olor a pólvora, sus armas están en el piso y se quita la capucha. Es un joven de cabellos blancos y mirada cansada. Una lástima que sea así… Mi padre se ha vuelto loco: da órdenes imposibles y recluta a cualquiera, sin miramientos ni estándares. Una basura como esta no merece estar dentro de la Orden Carmesí.
A medida que saca su arma, yo hago lo mismo. Ya no sostengo solo dos dagas en mis manos, sino que añado dos más (sostenidas por mis piernas). Es hora de danzar. El asesino dispara al suelo, pero no caigo en un truco tan infantil. Si quieres matarme, hazme un favor y tómatelo en serio; no valgo menos. Entonces, como si hubiera leído mi mente, dispara una segunda vez. Consigo reaccionar, pero esta vez es… diferente. Adopto la postura de una bailarina de balé, haciendo gala de una flexibilidad sobrehumana y desvío el proyectil, golpeándolo sucesivamente y en tan solo un latido. Siento el agudo dolor en mi hombro, un mordisqueo molesto. Al parecer no he conseguido desviar del todo la bala.
Quizás está consternado al encontrarse con una muralla como yo, tal vez es presa del miedo y la desesperación al saber que la muerte está tan cerca. “¿Por qué a mí?”. “¡Todavía tengo mucho por vivir!". “¿Quiénes irán a mi funeral?”. La duda te carcome desde las entrañas y la desesperanza oscurece tu corazón, infectándolo hasta mancillarlo por completo. Es hora de terminar con esto.