Tenka
Anticuario
06-08-2024, 08:17 PM
Las frutas derramadas junto a la tinaja brillaban bajo el sol temprano. El vendedor, inconsciente, yacía contra la pared. Rebusqué hasta encontrar mi bolsa de monedas. No quise tomar nada más, aunque tampoco quedaba mucho más entre sus pertenencias. Sin embargo, un objeto llamó mi atención, llevaba una llave de hierro colgada de una cadena al cuello. Parecía artesanal, no estaba forjada ni perfilada por un profesional.
—¿Qué abre esta llave?—pregunté cuando el tipo recuperaba la noción—Imagino que la copiaste de una original y me aventuro a decir que da acceso al lugar del que obtienes tu mercancía.
El vendedor, que iba vestido con ropa ancha y gris, miraba al cielo sentado en la posición en que había quedado al caer. No sabía si se negaba a responder o si me estaba escuchando siquiera. Tome una naranja del suelo, le clavé una garra para pelarla y comencé a devorarla. Por un rato había olvidado que estaba sediento.
—¿La consistencia de la fruta es muy parecida a la de los ojos humanos sabes?—dije masticando, mientras clavaba una garra en otra naranja— Dame al menos una pista, ¿el sitio está en alguna zona del puerto mercante?
—En los hangares azules de Shellport—escupió con poco agrado.
—Ejo ejtá mejó—dije con media naranja en la boca— Me imagino que este es el número del hangar.
La llave tenía un 7 en el cabezal. Apenas se veía. Probablemente habían hecho la copia con cera y plomo y luego la habían reproducido en hierro para aumentar su durabilidad. Un método útil que desdibuja los detalles de la llave y que hacía que el 7 pareciera un bulto deforme.
El ladrón suspiró y acto seguido asintió.
—Muy bien, ahora…
De pronto escuché pasos por el callejón acompañados de gritos.
—¿Dónde está..? Un mink lobo, muy alto… ¿por ahí? ¡Vamos muchachos, está en el mirador!—exclamaba una voz desconocida.
“Soy un mink zorro, no un lobo”, pensé mientras de forma repentina una troupe de maleantes surgía del estrechó pasillo estorbándose unos a otros para salir a la terraza. Era más de lo que podía manejar así que agarré la tinaja, arranqué la llave del cuello del ladrón vendedor, le di una patada en la cara y me tiré balcón abajo.
El aire resonaba fuerte en mis orejas mientras caía. Me aferré a la tinaja justo antes de golpear el agua. Por fortuna no era una gran distancia, diría que alrededor de veinte metros. Un barco pesquero a vapor pasó rozándome y me agarré a una soga que le colgaba. De alguna forma apenas había entrado agua en la tinaja y parecía que aún quedaban algunas frutas. Pude ver a los malandros gritándome desde la altura instantes antes de perderlos de vista.
—¿Qué abre esta llave?—pregunté cuando el tipo recuperaba la noción—Imagino que la copiaste de una original y me aventuro a decir que da acceso al lugar del que obtienes tu mercancía.
El vendedor, que iba vestido con ropa ancha y gris, miraba al cielo sentado en la posición en que había quedado al caer. No sabía si se negaba a responder o si me estaba escuchando siquiera. Tome una naranja del suelo, le clavé una garra para pelarla y comencé a devorarla. Por un rato había olvidado que estaba sediento.
—¿La consistencia de la fruta es muy parecida a la de los ojos humanos sabes?—dije masticando, mientras clavaba una garra en otra naranja— Dame al menos una pista, ¿el sitio está en alguna zona del puerto mercante?
—En los hangares azules de Shellport—escupió con poco agrado.
—Ejo ejtá mejó—dije con media naranja en la boca— Me imagino que este es el número del hangar.
La llave tenía un 7 en el cabezal. Apenas se veía. Probablemente habían hecho la copia con cera y plomo y luego la habían reproducido en hierro para aumentar su durabilidad. Un método útil que desdibuja los detalles de la llave y que hacía que el 7 pareciera un bulto deforme.
El ladrón suspiró y acto seguido asintió.
—Muy bien, ahora…
De pronto escuché pasos por el callejón acompañados de gritos.
—¿Dónde está..? Un mink lobo, muy alto… ¿por ahí? ¡Vamos muchachos, está en el mirador!—exclamaba una voz desconocida.
“Soy un mink zorro, no un lobo”, pensé mientras de forma repentina una troupe de maleantes surgía del estrechó pasillo estorbándose unos a otros para salir a la terraza. Era más de lo que podía manejar así que agarré la tinaja, arranqué la llave del cuello del ladrón vendedor, le di una patada en la cara y me tiré balcón abajo.
El aire resonaba fuerte en mis orejas mientras caía. Me aferré a la tinaja justo antes de golpear el agua. Por fortuna no era una gran distancia, diría que alrededor de veinte metros. Un barco pesquero a vapor pasó rozándome y me agarré a una soga que le colgaba. De alguna forma apenas había entrado agua en la tinaja y parecía que aún quedaban algunas frutas. Pude ver a los malandros gritándome desde la altura instantes antes de perderlos de vista.