Arthur Soriz
Gramps
09-12-2024, 07:37 PM
La mirada del anciano no se apartó de la tuya incluso cuando empezaste a acercarte. Estaba siendo demasiado obvio a vista de los demás que preferían ignorarte adrede. Pero era tal la desesperación del viejo que parecía obviar por completo el hecho de que podrían estar vigilándolo entre las sombras... pensando que su vida ya estaba de todas formas llegando a su fin natural por lo que podía darse el gusto de arriesgarse un poco más.
Tus palabras le despertaron una pequeña sonrisa casi imperceptible, agradecido que hayas aceptado su descarada invitación a acercarte. Suspiró ligeramente, como si estuviera cansado cuando en realidad ni una gota de sudor se derramaba de su frente. Estaba claro que ya tenía costumbre de hacer ese tipo de trabajo... años y años encima de sus hombros como para agotarse por simplezas así. No se veía como un hombre frágil, pero sus leves temblores en las manos no eran producto de la edad... sino del miedo que sentía por lo que estaba sucediendo recientemente en Loguetown. Y al parecer sería tu exclusivo trabajo averiguar qué demonios estaba pasando.
— Son frescas, joven. Llegaron con el último barco mercante esta mañana. —respondió con voz ronca, el tipo de voz que había visto años de gritos al viento y charlas bajo techos con goteras.
Fue entonces que su mirada se enterró en la tuya con la clara intención de decirte de una vez lo que quería soltar, pero su garganta parecía cerrarse, aún con el terror de que lo fueran a descubrir. — Es un buen día para cuidar de los tuyos, eso es seguro... — murmuró, apenas lo suficientemente alto para que lo oyeras, podría ser tan solo un comentario suyo al saber que eras un Marine o ese mensaje llevaba algo más de fondo.
Luego hizo una pausa, tragando saliva y dejando que sus hombros cayeran en aparente cansancio pareciendo que se le caía una de las frutas que acomodaba. Fingiendo torpeza se inclinó rápidamente para no dejar que cayera al suelo, 'trastabillando' y por ende terminando en 'caer' contra ti aunque era tan ligero su peso que no te movió ni un centímetro.
Cuando pudo erguirse, primero sonrió levemente con su ver entrecerrado asintiendo con la cabeza un par de veces a modo de agradecimiento, sentiste algo ligero meterse en tu bolsillo y susurró entonces al estar tan cerca de ti asegurándose de que oídos curiosos no fuesen capaces de escucharlo ni ojos ladinos leer sus labios. — Si buscas respuestas, las sombras suelen moverse al caer la tarde... especialmente en ese callejón... ten cuidado, joven.
Sus ojos se desviaron hacia una dirección concreta, pero lo hizo con tal sutileza que era evidente que no quería llamar la atención. Tras decir esto, habló una vez más pero en un tono de voz más elevado, sonoro, descarado...
— ¡Uy, lo siento! Mis piernas ya no son las de antes como verás... perdona, no fue mi intención caerme contra ti, gracias por atraparme. Toma, llévate esta manzana de regalo, si te gusta ya podrás comprarme después, ¿está bien?
El anciano se irguió casi de inmediato como si no hubiera dicho nada fuera de lo común... y volvió a organizar las frutas en silencio. Su expresión no delataba nerviosismo, pero sus ojos se movían inquietos, escaneando los alrededores como si buscara asegurarse de que nadie más hubiera captado lo que acababa de decir.
Si decidías revisar aquello que el anciano había puesto en tu bolsillo minutos atrás, verías que se trataba de una simple mariposa dorada de papel. Su significado... honestamente no lo sabrías con exactitud, creías sentir cierta familiaridad con esta, pero nada que pudieras tener en la punta de tu lengua ahora mismo.
Ya tenías un buen lugar para encontrar más posibles pistas. El día aún estaba en pañales, faltando unas horas para que el sol le diera su merecido lugar la luna ... pero en el fondo de tu cabeza sabías que tenías aquella orden de ir a la base. ¿Qué harías entonces con tal chance, investigarías un poco más por tu cuenta ignorando órdenes directas de un superior u optarías por ser más precavido y seguir la cadena de mando corriendo el riesgo de que el rastro se enfriara? Lo bueno de todo esto, es que puedes comerte una manzana mientras meditas tu siguiente acción.
Tus palabras le despertaron una pequeña sonrisa casi imperceptible, agradecido que hayas aceptado su descarada invitación a acercarte. Suspiró ligeramente, como si estuviera cansado cuando en realidad ni una gota de sudor se derramaba de su frente. Estaba claro que ya tenía costumbre de hacer ese tipo de trabajo... años y años encima de sus hombros como para agotarse por simplezas así. No se veía como un hombre frágil, pero sus leves temblores en las manos no eran producto de la edad... sino del miedo que sentía por lo que estaba sucediendo recientemente en Loguetown. Y al parecer sería tu exclusivo trabajo averiguar qué demonios estaba pasando.
— Son frescas, joven. Llegaron con el último barco mercante esta mañana. —respondió con voz ronca, el tipo de voz que había visto años de gritos al viento y charlas bajo techos con goteras.
Fue entonces que su mirada se enterró en la tuya con la clara intención de decirte de una vez lo que quería soltar, pero su garganta parecía cerrarse, aún con el terror de que lo fueran a descubrir. — Es un buen día para cuidar de los tuyos, eso es seguro... — murmuró, apenas lo suficientemente alto para que lo oyeras, podría ser tan solo un comentario suyo al saber que eras un Marine o ese mensaje llevaba algo más de fondo.
Luego hizo una pausa, tragando saliva y dejando que sus hombros cayeran en aparente cansancio pareciendo que se le caía una de las frutas que acomodaba. Fingiendo torpeza se inclinó rápidamente para no dejar que cayera al suelo, 'trastabillando' y por ende terminando en 'caer' contra ti aunque era tan ligero su peso que no te movió ni un centímetro.
Cuando pudo erguirse, primero sonrió levemente con su ver entrecerrado asintiendo con la cabeza un par de veces a modo de agradecimiento, sentiste algo ligero meterse en tu bolsillo y susurró entonces al estar tan cerca de ti asegurándose de que oídos curiosos no fuesen capaces de escucharlo ni ojos ladinos leer sus labios. — Si buscas respuestas, las sombras suelen moverse al caer la tarde... especialmente en ese callejón... ten cuidado, joven.
Sus ojos se desviaron hacia una dirección concreta, pero lo hizo con tal sutileza que era evidente que no quería llamar la atención. Tras decir esto, habló una vez más pero en un tono de voz más elevado, sonoro, descarado...
— ¡Uy, lo siento! Mis piernas ya no son las de antes como verás... perdona, no fue mi intención caerme contra ti, gracias por atraparme. Toma, llévate esta manzana de regalo, si te gusta ya podrás comprarme después, ¿está bien?
El anciano se irguió casi de inmediato como si no hubiera dicho nada fuera de lo común... y volvió a organizar las frutas en silencio. Su expresión no delataba nerviosismo, pero sus ojos se movían inquietos, escaneando los alrededores como si buscara asegurarse de que nadie más hubiera captado lo que acababa de decir.
Si decidías revisar aquello que el anciano había puesto en tu bolsillo minutos atrás, verías que se trataba de una simple mariposa dorada de papel. Su significado... honestamente no lo sabrías con exactitud, creías sentir cierta familiaridad con esta, pero nada que pudieras tener en la punta de tu lengua ahora mismo.
Ya tenías un buen lugar para encontrar más posibles pistas. El día aún estaba en pañales, faltando unas horas para que el sol le diera su merecido lugar la luna ... pero en el fondo de tu cabeza sabías que tenías aquella orden de ir a la base. ¿Qué harías entonces con tal chance, investigarías un poco más por tu cuenta ignorando órdenes directas de un superior u optarías por ser más precavido y seguir la cadena de mando corriendo el riesgo de que el rastro se enfriara? Lo bueno de todo esto, es que puedes comerte una manzana mientras meditas tu siguiente acción.