Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
09-12-2024, 07:41 PM
El aire se hacía más pesado a medida que avanzabas por el túnel. Los niños caminaban detrás de ti en fila, sus pasos resonando de forma tenue contra las paredes húmedas. El ambiente era opresivo, con un calor sofocante que te dificultaba avanzar. Cada metro que recorrías te exigía más esfuerzo, y tu cuerpo empezaba a acusar los roces y arañazos que las paredes rugosas dejaban en tu piel. La luz parpadeante del túnel no ayudaba, y las sombras que proyectaba hacían que cada paso pareciera más incierto.Uno de los niños pequeños tropezó con una raíz que sobresalía del suelo, pero otro de los más grandes lo sostuvo antes de que cayera. Era evidente que estaban agotados, pero ninguno se quejaba. Su fortaleza, a pesar de su situación, resultaba admirable. Mientras avanzabas, sentías cómo pequeños insectos cruzaban por tus manos y, en ocasiones, trepaban por tus brazos. Una cucaracha particularmente grande apareció en el camino, provocando que una de las niñas soltara un pequeño gemido de terror antes de cubrirse la boca rápidamente.
El túnel se estrechaba más con cada metro, obligándote a avanzar casi a rastras. El sudor empapaba tu frente, mezclándose con el polvo que flotaba en el aire y se pegaba a tu piel. A pesar de todo, seguías adelante, asegurándote de que los niños no se quedaran rezagados. Finalmente, tras lo que parecieron horas, llegaste a una abertura en el techo. Desde ahí, un tenue rayo de luz iluminaba el suelo del túnel. Uno de los niños señaló hacia arriba, murmurando que ese era el lugar por el que debían salir. Uno a uno, los niños comenzaron a trepar con tu ayuda. Te aseguraste de que cada uno estuviera a salvo antes de subir tú misma, usando todas tus fuerzas para impulsarte hacia la nueva sala. Una vez dentro, apoyaste las manos en el suelo y tomaste aire, intentando recuperarte del esfuerzo. El espacio al que habías llegado era amplio, al menos veinte metros por lado. Una mesa larga y sucia ocupaba el centro, rodeada de muebles volcados y sillas rotas. Las paredes estaban manchadas de algo que parecía moho, y el aire era pesado, cargado de un calor casi insoportable. Uno de los niños se acercó a ti, tirando suavemente de tu brazo para llamar tu atención.
— Aquí no vienen mucho los malos... pero a veces sí.— Otra niña, más valiente, señaló hacia un corcho clavado en la pared. Había papeles pegados, notas garabateadas y un mapa. Te acercaste para examinarlo mejor, observando las palabras y rutas marcadas. Una de las zonas estaba etiquetada como "Zona de Procesamiento". Al leerlo, un escalofrío recorrió la sala.Antes de que pudieras estudiar más a fondo el mapa, un ruido metálico resonó desde el túnel. Era un sonido grave y pesado, como si algo o alguien estuviera acercándose con intención. Los niños, asustados, corrieron a esconderse detrás de la mesa y los muebles. El silencio solo duró unos segundos antes de que una figura emergiera del túnel.Un hombre alto y corpulento apareció, sujetando una maza de púas que arrastraba ligeramente contra el suelo. Su rostro estaba marcado por una cicatriz que cruzaba desde su frente hasta su mandíbula, y su sonrisa era cruel, llena de burla.— Vaya, vaya... parece que los ratones han encontrado un nuevo agujero.— Su voz resonó en la sala mientras daba un paso adelante. Golpeó el suelo con la maza, provocando un eco ensordecedor. Su mirada se clavó en ti. — ¿Qué clase de héroe tenemos aquí? Esto va a ser divertido.— El hombre levantó su arma con una facilidad que resultaba inquietante. El ambiente se tensó de inmediato, y el sonido de los niños conteniendo la respiración se volvió evidente. Estaba claro que no había más opción que enfrentarlo.
El túnel se estrechaba más con cada metro, obligándote a avanzar casi a rastras. El sudor empapaba tu frente, mezclándose con el polvo que flotaba en el aire y se pegaba a tu piel. A pesar de todo, seguías adelante, asegurándote de que los niños no se quedaran rezagados. Finalmente, tras lo que parecieron horas, llegaste a una abertura en el techo. Desde ahí, un tenue rayo de luz iluminaba el suelo del túnel. Uno de los niños señaló hacia arriba, murmurando que ese era el lugar por el que debían salir. Uno a uno, los niños comenzaron a trepar con tu ayuda. Te aseguraste de que cada uno estuviera a salvo antes de subir tú misma, usando todas tus fuerzas para impulsarte hacia la nueva sala. Una vez dentro, apoyaste las manos en el suelo y tomaste aire, intentando recuperarte del esfuerzo. El espacio al que habías llegado era amplio, al menos veinte metros por lado. Una mesa larga y sucia ocupaba el centro, rodeada de muebles volcados y sillas rotas. Las paredes estaban manchadas de algo que parecía moho, y el aire era pesado, cargado de un calor casi insoportable. Uno de los niños se acercó a ti, tirando suavemente de tu brazo para llamar tu atención.
— Aquí no vienen mucho los malos... pero a veces sí.— Otra niña, más valiente, señaló hacia un corcho clavado en la pared. Había papeles pegados, notas garabateadas y un mapa. Te acercaste para examinarlo mejor, observando las palabras y rutas marcadas. Una de las zonas estaba etiquetada como "Zona de Procesamiento". Al leerlo, un escalofrío recorrió la sala.Antes de que pudieras estudiar más a fondo el mapa, un ruido metálico resonó desde el túnel. Era un sonido grave y pesado, como si algo o alguien estuviera acercándose con intención. Los niños, asustados, corrieron a esconderse detrás de la mesa y los muebles. El silencio solo duró unos segundos antes de que una figura emergiera del túnel.Un hombre alto y corpulento apareció, sujetando una maza de púas que arrastraba ligeramente contra el suelo. Su rostro estaba marcado por una cicatriz que cruzaba desde su frente hasta su mandíbula, y su sonrisa era cruel, llena de burla.— Vaya, vaya... parece que los ratones han encontrado un nuevo agujero.— Su voz resonó en la sala mientras daba un paso adelante. Golpeó el suelo con la maza, provocando un eco ensordecedor. Su mirada se clavó en ti. — ¿Qué clase de héroe tenemos aquí? Esto va a ser divertido.— El hombre levantó su arma con una facilidad que resultaba inquietante. El ambiente se tensó de inmediato, y el sonido de los niños conteniendo la respiración se volvió evidente. Estaba claro que no había más opción que enfrentarlo.