Arthur Soriz
Gramps
10-12-2024, 10:51 PM
Lady Luck te sonreía este día, porque en tu búsqueda de otro Marine que estuviera patrullando por allí, te cruzaste con uno que parecía estar apurado en dirigirse a la base por la que tú también tendrías que estar a estas alturas del día. Al verte, alzó una mano a modo de saludo, aproximándose a ti y saludando de forma respetuosa con ese característico gesto militar. Acto seguido te habló, en un tono de voz tranquilo.
— ¿Está yendo a la base también, señor? — preguntó. Tu mirada le dejó claro que esa no era tu idea. Se encogió ligeramente de hombros, como si le diera igual hacerte el favor de informar aquello, a fin de cuentas no sería a él a quien le echarían la bronca después así que no tenía nada que perder. La charla obviamente sería corta, tu idea era tan solo decirle que informara de tus andanzas y las intenciones que tenías sin más. Y en parte parecías notar que comprendía tu necesidad de seguir averiguando, no pudiendo ser capaz de dejar que un rastro se enfríe como si nada.
Además, tu sola mirada ya lo empezaba a intimidar un poco... ese ver carmesí y escamas albinas carentes de pigmento alguno te daban una apariencia casi fantasmal que seguramente le helaría la sangre a cualquiera que te viera.
— Suerte con su investigación, tenga cuidado.
Tras decir esto se empezó a retirar, su paso tan apresurado como antes de que lo detuvieras en dirección a la base de Loguetown.
Tú, en cambio, ahora tenías carta abierta para hacer lo que quisieras. Tenías una ubicación en la que podías deducir que aparecerían más de esas supuestas 'sombras' que mencionó el anciano. Lo curioso era que tampoco había sido demasiado descriptivo, probablemente porque sabía que el resto de las personas ni se te acercaban por el miedo que tenían de ser las próximas víctimas de estas desapariciones si mencionaban el haber visto algo al respecto.
Las horas podrían ir pasando, lo que antes era un mercado bullicioso y repleto de mercaderes se iba vaciando hasta quedar pareciendo un pueblo fantasma; tan solo algunas personas yendo y viniendo con suficientes agallas como para no creer en supersticiones tontas. Y ese callejón seguía tan vacío como el momento en el que ese anciano te lo mostró. Pero como susurros fantasmales, algo hacía que las escamas de tu nuca se pusieran en punta, la piel de gallina si fuese posible tenerla así.
Pronto esos susurros cesaron cuando los pasos de alguien acercándose se hicieron presentes. Un hombre borracho, que trastabillaba ocasionalmente apoyándose contra las paredes de los edificios a su paso para no caer de bruces al suelo. Notabas desde lejos que ya se empezaba a desabrochar el pantalón para orinar en ese dichoso callejón. Se fue adentrando en las sombras, como si estas lo cubrieran cual manta oscura por encima.
Lo tenías a la vista, escuchabas el claro sonido de líquido saliendo a presión, cayendo contra una de las paredes y salpicando el suelo. Notabas cómo las sombras... tal y como describió el viejo, parecían moverse con una apariencia casi líquida... sinuosa que abrazaban más y más la corpulencia del individuo en estado de ebriedad.
— ¿Huh...? ¡MMMGH! ¡AYUD-...! — no pudo ni terminar. Lo que pareció ser un grito ahogado casi inmediatamente fue interrumpido, estabas presenciando el accionar de esta gente... o seres, no sabías exactamente qué eran.
Y de pronto lo pudiste sentir, el aroma característico de la sangre fresca invadiendo tus fosas nasales, como una invitación descarada a acercarte, casi como si lo estuvieran haciendo adrede... sin cuidado.
— ¿Está yendo a la base también, señor? — preguntó. Tu mirada le dejó claro que esa no era tu idea. Se encogió ligeramente de hombros, como si le diera igual hacerte el favor de informar aquello, a fin de cuentas no sería a él a quien le echarían la bronca después así que no tenía nada que perder. La charla obviamente sería corta, tu idea era tan solo decirle que informara de tus andanzas y las intenciones que tenías sin más. Y en parte parecías notar que comprendía tu necesidad de seguir averiguando, no pudiendo ser capaz de dejar que un rastro se enfríe como si nada.
Además, tu sola mirada ya lo empezaba a intimidar un poco... ese ver carmesí y escamas albinas carentes de pigmento alguno te daban una apariencia casi fantasmal que seguramente le helaría la sangre a cualquiera que te viera.
— Suerte con su investigación, tenga cuidado.
Tras decir esto se empezó a retirar, su paso tan apresurado como antes de que lo detuvieras en dirección a la base de Loguetown.
Tú, en cambio, ahora tenías carta abierta para hacer lo que quisieras. Tenías una ubicación en la que podías deducir que aparecerían más de esas supuestas 'sombras' que mencionó el anciano. Lo curioso era que tampoco había sido demasiado descriptivo, probablemente porque sabía que el resto de las personas ni se te acercaban por el miedo que tenían de ser las próximas víctimas de estas desapariciones si mencionaban el haber visto algo al respecto.
Las horas podrían ir pasando, lo que antes era un mercado bullicioso y repleto de mercaderes se iba vaciando hasta quedar pareciendo un pueblo fantasma; tan solo algunas personas yendo y viniendo con suficientes agallas como para no creer en supersticiones tontas. Y ese callejón seguía tan vacío como el momento en el que ese anciano te lo mostró. Pero como susurros fantasmales, algo hacía que las escamas de tu nuca se pusieran en punta, la piel de gallina si fuese posible tenerla así.
Pronto esos susurros cesaron cuando los pasos de alguien acercándose se hicieron presentes. Un hombre borracho, que trastabillaba ocasionalmente apoyándose contra las paredes de los edificios a su paso para no caer de bruces al suelo. Notabas desde lejos que ya se empezaba a desabrochar el pantalón para orinar en ese dichoso callejón. Se fue adentrando en las sombras, como si estas lo cubrieran cual manta oscura por encima.
Lo tenías a la vista, escuchabas el claro sonido de líquido saliendo a presión, cayendo contra una de las paredes y salpicando el suelo. Notabas cómo las sombras... tal y como describió el viejo, parecían moverse con una apariencia casi líquida... sinuosa que abrazaban más y más la corpulencia del individuo en estado de ebriedad.
— ¿Huh...? ¡MMMGH! ¡AYUD-...! — no pudo ni terminar. Lo que pareció ser un grito ahogado casi inmediatamente fue interrumpido, estabas presenciando el accionar de esta gente... o seres, no sabías exactamente qué eran.
Y de pronto lo pudiste sentir, el aroma característico de la sangre fresca invadiendo tus fosas nasales, como una invitación descarada a acercarte, casi como si lo estuvieran haciendo adrede... sin cuidado.