Terence Blackmore
Enigma del East Blue
07-08-2024, 01:14 AM
La bestia había destruído el ahora pecio sin ningún tipo de piedad, quizá fruto de la ira o llevada por algún giro del destino aún mayor que le alentó a actuar de tan errática manera.
Ambos héroes encontraron la situación de una manera distinta, pues Goku, sabiendo de sus últimos momentos, pero con un extraño sentimiento aun de complicidad en su corazón, abrazó su destino como si fuera la mismísima llama de su corazón. La vorágine de agua que se cernía sobre él y el impacto que lo llevó durante unos interminables segundos a visitar los cielos con una sensación de sobrecogimiento en su estómago, parecían fatales, y cierto fue que el golpe le dejó malherido, mientras su cuerpo a duras penas conseguía mantener la respiración en una caída eterna.
Por su lado, Picollo literalmente vio con sus propios ojos como la nave era despedazada por los aires tras un fuerte impacto de cola sin nada por hacer más que presenciar la lluvia de madera y agua que caía a su alrededor, mientras una ola derivada del tremendo impacto arrasaba toda el área en el que el navío había encontrado su final, al igual que el valiente guerrero que había osado navegar los peligrosos mares sin rumbo, sin conocimientos, y sin más que una idea vaga de sus objetivos.
El humanoide de verde tez, sonrió ajeno a su gracia, mientras saltaba con ímpetu, pero no con suficiente fuerza debido a la extenuación derivada de la enorme pérdida de sangre, y quedaba a medio camino, llevándose la totalidad de la tromba. En su caso, los segundos se hicieron breves, hasta que dio cuenta de como el agua que caía a su alrededor, así como la lluvia de madera, era un mero reflejo de su humilde deseo de salvación. Su cuerpo salió volando por el aire, mientras de forma furtiva,
Raah Di' Tzz, asomaba sus fauces y le agarraba el cuerpo entero, en dirección a su tumba submarina, en una dolorosa digestión que podía durar días.
Los ojos del muchacho se hicieron a la oscuridad y fueron testigos de una realidad que no se le hizo tan lejana, pero que los empapó en lágrimas.
Frente a él, la oscuridad se transformó en océano, uno en el que podía nadar, en el que su cuerpo no se sentía pesado, uno acorde a la realidad de su infancia cuando no había obtenido la maldición de no poder nadar.
Su cuerpo se encontraba libre, joven, casi desnudo, salvo por una mortaja negra que le rodeaba el cuerpo a modo de toga, pero fabricada en una tela misteriosa que apenas se sentía como un paño y parecía fabricada en la misma oscuridad que había experimentado con anterioridad.
Al mismo tiempo, su yo consciente era apenas una pequeña luz en forma de infante que nadaba persiguiéndolo, sin llegar a alcanzarlo.
Ambos héroes encontraron la situación de una manera distinta, pues Goku, sabiendo de sus últimos momentos, pero con un extraño sentimiento aun de complicidad en su corazón, abrazó su destino como si fuera la mismísima llama de su corazón. La vorágine de agua que se cernía sobre él y el impacto que lo llevó durante unos interminables segundos a visitar los cielos con una sensación de sobrecogimiento en su estómago, parecían fatales, y cierto fue que el golpe le dejó malherido, mientras su cuerpo a duras penas conseguía mantener la respiración en una caída eterna.
Por su lado, Picollo literalmente vio con sus propios ojos como la nave era despedazada por los aires tras un fuerte impacto de cola sin nada por hacer más que presenciar la lluvia de madera y agua que caía a su alrededor, mientras una ola derivada del tremendo impacto arrasaba toda el área en el que el navío había encontrado su final, al igual que el valiente guerrero que había osado navegar los peligrosos mares sin rumbo, sin conocimientos, y sin más que una idea vaga de sus objetivos.
El humanoide de verde tez, sonrió ajeno a su gracia, mientras saltaba con ímpetu, pero no con suficiente fuerza debido a la extenuación derivada de la enorme pérdida de sangre, y quedaba a medio camino, llevándose la totalidad de la tromba. En su caso, los segundos se hicieron breves, hasta que dio cuenta de como el agua que caía a su alrededor, así como la lluvia de madera, era un mero reflejo de su humilde deseo de salvación. Su cuerpo salió volando por el aire, mientras de forma furtiva,
Raah Di' Tzz, asomaba sus fauces y le agarraba el cuerpo entero, en dirección a su tumba submarina, en una dolorosa digestión que podía durar días.
...
-¿Dónde estás? - habló la conciencia como algo extracorpóreo, resonando con un tono familiar a Goku por toda la oscuridad de la nada.
...
-Despierta... no ha llegado tu hora de morir... ha llegado tu comienzo- sonó nuevamente desde todas las perspectivas alrededor de la cabeza del moreno y a la vez desde ninguna.
...
- ¿Cuál es tu sueño Goku? ¿Por qué queremos vivir?- continuó el eco rumiante, increpándole por su debilidad, pero al mismo tiempo animándole a enfrentarse a la adversidad.
...
Los ojos del muchacho se hicieron a la oscuridad y fueron testigos de una realidad que no se le hizo tan lejana, pero que los empapó en lágrimas.
Frente a él, la oscuridad se transformó en océano, uno en el que podía nadar, en el que su cuerpo no se sentía pesado, uno acorde a la realidad de su infancia cuando no había obtenido la maldición de no poder nadar.
Su cuerpo se encontraba libre, joven, casi desnudo, salvo por una mortaja negra que le rodeaba el cuerpo a modo de toga, pero fabricada en una tela misteriosa que apenas se sentía como un paño y parecía fabricada en la misma oscuridad que había experimentado con anterioridad.
Al mismo tiempo, su yo consciente era apenas una pequeña luz en forma de infante que nadaba persiguiéndolo, sin llegar a alcanzarlo.
...
-Alcánzame Goku... juntos podemos cumplir nuestros sueños- susurraba en su mente el cadáver huidizo por la marea del océano.